Virginia López. Con la canícula sevillana el tiempo, más que detenerse, parece derretirse como los relojes de Dalí. Aunque este año por las circunstancias que nos tocan vivir, sí parece detenerse. O fundirse con épocas remotas que jamás imaginamos compartir. Los sevillanos del año 2020 se identifican con sus antepasados del año 1649 que sufrieron la terrible peste.
O quizá parezca que fue ayer. Porque el tiempo pasa volando. Tempus fugit.
Así que para estar bien seguros de ello y no creer vivir una ensoñación como en ‘La vida es sueño’, miremos la hora y ajustemos nuestros relojes con los históricos de la capital sevillana.
El reloj más antiguo de Sevilla, y probablemente de España, es el que se colocó un 17 de julio -festividad de las Santas Patronas Justa y Rufina- del año 1400 en la torre campanario de la entonces ruinosa mezquita reconvertida desde 1248 en catedral. Poco después ésta se demolería dejando el Alminar y el Patio de Naranjos islámicos, sorpresivamente a salvo.
El reloj fue mandado colocar por el Arzobispo Gonzalo de Mena, fundador de la Cartuja y de la Hermandad de los Negritos, y que pese a trasladarse a Cantillana huyendo de la peste, la parca le alcanzó allí un 21 de abril de 1401 que por encontrarse en Sevilla asistió a la ceremonia. Así lo recoge la crónica de entonces:
‘A 17 de mes de julio se puso el relox en la torre de Sevilla: e a hora de nona fizo entonces grandes truenos e relámpago, e llovió muy bien un rato quando subían la campana: e a 13 de noviembre se puso en su lugar do está agora’.
¡Vaya! Les pilló la típica tormenta de verano, ¡ya es casualidad!
Ese primitivo reloj no se conserva pero sí la campana que lo hacía funcionar y que contiene una inscripción que nos cuenta que fue fundida ese mismo año de 1400 por Alfonso Domínguez. Tiene un diámetro de 156 cm. y pesa 1.439 kgs.
El segundo reloj de la Giralda está situado en la sexta cámara de la torre y también cuenta con una inscripción que nos cuenta su historia:
‘Este relox se principió a fabricar dentro del muro de esta Sancta Patriarcal Yglesia de Sevilla por el mes de enero de 1757 y se finalizó en el mes de diciembre de 1764. […]’. Comenzó y acabó esta obra el hermano Fray Joseph Cordero, religioso lego de la Regular Observancia de Ntro. Padre S. Francisco, hijo de la Provincia de Andalucía y morador de la Casa Grande de esta ciudad de Sevilla, y todo con el auxilio de esta Purísima Señora.
El primer reloj estuvo funcionando hasta el 30 de junio de 1765 por lo que duró la friolera de 365 años y el segundo ha funcionado 200 años. ¿Ya se notaba la obsolescencia programada?
Y hasta los años 20 del pasado siglo eran famosos sus 10 minutos de retraso, que compartía con todos los relojes de la diócesis. Conocida es la anécdota de un político de la capital que al pasar por el Seminario de San Telmo vio la hora y siguió confiado hasta la estación donde perdió el tren.
Se quejó al gobernador José Cruz Conde quien lo transmitió al Cardenal Ilundáin. Éste mandó tapiar el reloj pero no quiso tocar las manecillas.
Ese retraso intencionado se mantuvo hasta el 15 de marzo de 1956. La versión oficial es que el reloj tocaba según el meridiano de Sevilla -nuestra ciudad está atravesada por el Meridiano 6 Oeste de Greenwich-, según la leyenda por un desencuentro entre el cabildo eclesiástico y municipal. En una ceremonia los munícipes entraron bajo mazas cuando la ceremonia llevaba diez minutos (o lo que es lo mismo: la ceremonia empezó sin los caballeros veinticuatro de la ciudad, incumpliendo con desconsideración el
protocolo).
La solución salomónica fue el retraso de los relojes religiosos en 10 minutos que es lo que se tardaba del ayuntamiento a la catedral porque para los munícipes la ceremonia empezaba en ese momento pero para la catedral empezaba al iniciarse la función religiosa. Hasta 7 relojes solares tiene la catedral. El más conocido por ser el más visible es el situado en la Capilla Real, atribuido a Arfe. Y el único reloj solar del mundo que no recibe los rayos del sol… todos los días del año.
Erróneamente se dice que no los recibe nunca pero no los recibe en otoño y en invierno, en los otros seis meses le da el sol al amanecer y al atardecer.
Echen mano del zoom: está en el lado norte, bajo la O de Fortissima. Por la ciudad hay varios repartidos: el que hizo Juan de Oviedo para el antiguo Convento de la Merced, hoy Museo de Bellas Artes, los de Omnium Sanctorum, Casa Guardiola, Plaza de América, etc.
Sin duda el reloj más famoso de Sevilla es el del Ayuntamiento. El primitivo de 1862 está en la Parroquia de la Concepción, de Nervión y el actual es de 1955.
El 28 de octubre de 1868 el Ayuntamiento de Sevilla remitió un oficio al Cabildo Eclesiástico para sincronizar sus relojes alegando el desconcierto de los ciudadanos, si bien la guasa sevillana ya había hecho suyo el responder, cuando le pedían la hora, con un:
‘¿Por la Plaza o por la catedral?‘
Hasta 28 relojes municipales hay en la actualidad: del Cementerio, los Antiguos Juzgados, colegios como Carmen Benítez, estaciones, dependencias como el Hogar Virgen de los Reyes, relojes ingleses del siglo XVIII en despachos y dependencias de la Casa Consistorial, etc. E incluso el de la Torre de San Lorenzo, clave para evitar el crimen de la mujer emparedada según la famosa leyenda. Desde 1915 son mantenidos por Torner. Otra dinastía de relojeros son Sanchís. Otros relojes históricos de la ciudad son el de la Fábrica de Tabacos, la Artillería o de conventos como el de San Agustín, traído de Londres y
estrenado el 27 de junio de 1749.
En el siglo XVI se colocaron los relojes de San Lorenzo y de San Marcos, enclaves estratégicos, creando junto con la Giralda, un triángulo sonoro que se oía en toda la urbe hispalense. El relojero municipal en 1576 era Diego Flamenco y por “concertar los relojes” tenía un salario anual de 18.000 maravedíes.
La torre de San Marcos ha sido testigo de guerras civiles nobiliarias y del amor juvenil de Cervantes pues según la leyenda se subía a la misma para ver a su amada Isabela, subida al castillete de su morada, frente al Convento de Santa Paula.
En 1553 colocaron el primitivo reloj de San Marcos –segundo en antigüedad de la ciudad- con una inscripción latina que decía:
‘Nada hay más veloz que el tiempo y para que no se malgaste señala,
o insigne Sevilla, a tus moradores las horas.’