José Miguel Jiménez Serrano. Los vecinos de Zalamea la Real (Huelva) de las últimas generaciones han conocido de oídas la historia del niño José Antonio Mellado, que sufrió la amputación de los brazos tras subirse a un poste de distribución de energía eléctrica. Un relato que servía de advertencia para cualquier osado que pensara en escalar alguna de estas estructuras.
Sin embargo, muy pocos en Zalamea conocían la historia de superación y éxito de aquel niño sin brazos, que tras marcharse de la localidad, sus paisanos, prácticamente le perdieron la pista. A través de numerosas entrevistas en distintos medios puertorriqueños y gracias a internet, los zalameños de hoy en día, han podido conocer la historia y la evolución de aquel hijo de campesinos que en la Semana Santa de 1963, sufrió un accidente que cambiaría su vida. Recientemente, ha sido uno de los protagonistas del programa Andaluces por América de Canal Sur.
José Antonio Mellado Romero nació en 1951 en una familia que tenía como medio de vida el trabajo en el campo, realizando diferentes tareas en las fincas de la zona. Ya desde pequeño, José Antonio, ayudaba a sus padres cuidando el ganado, Un trabajo muy duro, que además le impedía asistir al colegio. El Sábado Santo de 1963, José Antonio, junto a otro niño hijo de campesinos, decidió subir a uno de los recién colocados postes eléctricos que cruzaban la Finca de Los Manantiales en dirección a la subestación de Calañas (Huelva). Una línea eléctrica que en aquellas fechas, se encontraba en pruebas y en esa jornada, se eligió dar suministro para realizar unas comprobaciones. Según el propio José Antonio, él decidió adelantarse y escalar por el poste mientras su amigo se preparaba abajo. Al alcanzar los 18 metros de altura, se produjo la descarga que despidió al niño, lanzando el cuerpo hasta un árbol que amortiguó la caída. Al llegar al suelo, el impacto le provocó una importante fractura en la pierna derecha. Herido y desangrado fue trasladado a Zalamea, donde temieron por su vida desde el primer momento. No obstante, fue trasladado a Huelva, donde varios días después, le fueron amputados ambos brazos a la altura del hombro. En el centro hospitalario de la capital, permaneció siete meses para recuperar la fractura de la pierna.
De vuelta al pueblo, recién cumplidos los 13 años, a las duras condiciones laborales de la familia, se sumó la situación de José Antonio, que se convertía en una persona totalmente dependiente. En el seno familiar, analizaron la situación y comprendieron que la nueva realidad de José Antonio le impediría desarrollar cualquier trabajo de los existentes en la zona, el campo o la mina, por lo que debía formarse para buscarse la vida de otra manera. Empezando la adolescencia, José Antonio comenzó en el colegio, con niños más pequeños. Una situación, que sumada a la limitación que le produjo el accidente, fue objeto de mofa entre los niños del colegio. Lejos de desmotivarse, José Antonio apostó por aprovechar el tiempo y ponerse al día a nivel educativo.
Sin embargo, en la Zalamea de los años 60 era complicado salir adelante con una minusvalía de este tipo, por lo que la familia buscó un centro especializado donde el joven pudiera proseguir los estudios con mejor atención. El propio José Antonio, escribió una carta a Franco, ayudándose de la boca y agarrando el bolígrafo entre el hombro y el cuello. En la misiva, contaba su situación, argumentando además que su padre era veterano de la Guerra Civil. años después, en una entrevista de televisión, José Antonio explicaba que omitió el detalle de que su padre luchó en el bando republicano. Ante la sorpresa de la familia, la carta funcionó y desde el Ministerio de la Vivienda, se les informó de que se les otorgaba una vivienda en Madrid, para que José Antonio pudiera asistir a un centro especializado, donde además de recibir atención médica específica para su situación, pudo completar sus estudios de Bachillerato.
En el mismo centro, le colocaron unos brazos ortopédicos fabricados en Alemania, que le otorgaron cierta independencia. Allí conoció a otro joven procedente de Extremadura que sufrió un accidente idéntico que través de una colecta popular, consiguió ayuda para mejorar sus condiciones. Un matrimonio puertorriqueño conoció su historia y quiso colaborar en la colecta. Del mismo modo, conocieron la historia de José Antonio, por lo que la pareja formada por Rosita Silva Cofresí y José Santaella quisieron ayudar también al zalameño. Gestionaron el traslado a la isla caribeña de José Antonio Mellado con dieciocho años, donde el joven acudió con una mezcla de ilusión y miedo al encontrarse en un lugar lejano sin su familia. Ya instalado en Puerto Rico, inició primero sus estudios de Publicidad y posteriormente, de locución radiofónica, algo que ya le indicaron durante su estancia en Madrid, que poseía buenas aptitudes para comunicar.
Antes de cumplir su permiso de residencia, no dudo de nuevo en escribir a un mandatario para solicitar ayuda, por lo que envió una carta a Richard Nixon, presidente de Estados Unidos en aquellos años, cuya administración accedió a otorgarle a José Antonio la residencia permanente en el estado libre asociado de Puerto Rico. Inició su trayectoria profesional en revistas musicales, llegando a fundar la Revista Artistas. El mundo de la radio y la prensa musical le sirvió para conocer a los mejores intérpretes de la época. Llegó a entrevistar a personajes como Mohamed Alí o Julio Iglesias, pero a principios de los años ochenta del pasado siglo, surgió la oportunidad de reconducir su carrera profesional al mundo de la producción musical, dándole un giro a la programación del Centro de Bellas Artes de San Juan, donde trajo espectáculos de la categoría de Raphael, Isabel Pantoja, Roberto Carlos, José Luis Rodríguez “El Puma”, entre otros. Fundó y presidió el Colegio de Productores de Puerto Rico.
A modo de anécdota, recordaba como de niño vio un espectáculo de Manolo Escobar en la Plaza de Toros de Zalamea y años después, gestionó la presencia del popular cantante español en la televisión puertorriqueña. A través de sus dos empresas, gestiona además los mejores espectáculos que se desarrollan en la isla como el conocido Disney On Ice. Ha sido reconocido como Doctor Honoris Causa en Comunicación por la Sede Puertorriqueña de la Universidad de Columbia.
Está casado desde hace treinta años con la puertorriqueña Carmen González. Es padre de cuatro hijos; Carlos, Alberto, José Antonio Jr. y Rocío, además de un feliz abuelo de tres nietos (José Alberto, Antonella y Victoria). Curiosamente, tanto él como su familia tienen nacionalidad española y estadounidense. Mantiene su casa en Madrid, ciudad donde residen sus hermanos, y donde José Antonio suele venir cuando sus obligaciones profesionales se lo permiten. También acude a Zalamea en sus visitas a España, siendo la última vez la pasada feria.
Actualmente, se encuentra preparando un libro donde narra su historia de superación, con la pérdida de sus brazos a los 12 años, y el giro que da cuando a los 24 ya funda y dirige su propia revista musical. El propio protagonista de esta historia asegura que la vida le quitó los brazos, pero le dio mucho más.