Un cuento de hadas científico llamado ‘Orígenes’

Fotograma de 'Orígenes'.
Fotograma de 'Orígenes'.
Fotograma de ‘Orígenes’.

Carlos Fernández / @karlos686. Mike Cahill dirigió hace unos años lo que se consideraba un prodigio visual acompañado de una historia mal construida (Otra tierra, 2011) y ahora salda sus cuentas con un cuento de hadas científico llamado Orígenes. Esta película, que ganó el premio a la mejor película en el Festival de Sitges de este 2014, se enfoca en un tema tan difícil de tratar tanto en su desarrollo como en su concepción. Mike Cahill nos hace preguntarnos cosas en la sala, relajarnos, emocionarnos…y lo hace a través de una historia bien tratada, bien planificada (cosa que requería sin duda) y todo esto desvelando al espectador poco a poco los misterios de su argumento que oscilan entre el thriller y la emoción.

Orígenes es una de esas películas por la cual el espectador no tiene más remedio que posicionarse en la ideología de uno de los dos personajes protagonistas (totalmente opuestos) y dicho posicionamiento hace de la película una aventura que obliga al espectador a entrar en la historia de una forma cordial y sin forzamientos de ningún tipo por parte de su autor.

Reflexionando sobre la existencia del alma y de la ciencia como un juguete de Dios, esta película nos habla de muchísimas cosas y ninguna de ellas fácil. Sin embargo, Cahill demuestra saber contar una historia, hacerla agradable a los ojos y regalar un gran rato de cine de la que podría ser una de las películas más emotivas del año. Escepticismo y espiritualidad van de la mano en Orígenes de una forma melódica, el espectador vivirá un viaje hacia cuestiones que no suele pensar en su rutina y lo hará de la forma más inteligente e interesante posible y eso es mérito de Mike Cahill y de un fantástico Michael Pitt en su papel principal.

El ojo humano es la base de estudio de un científico obsesionado, o maravillado, con el sentido y la belleza del órgano de la visión, pero el ojo humano también es llamado el espejo del alma. ¿Cómo puede un científico enamorado de su ciencia aceptar dicha cuestión? ¿Es posible la rencarnación o puede el sentimiento vencer a la razón? Cahill nos lo pregunta sin saturarnos y dejando que cada espectador saque su propia conclusión. No intimida, fascina y entretiene, eso es Orígenes.

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