
Ana Rodríguez. Si nada lo impide, dentro de no mucho tiempo en el Capitolio colgarán un nuevo cuadro, un retrato del malagueño Bernardo de Gálvez y Gallardo pero… ¿tienen ustedes idea de quién era este hombre cuyo rostro verán ahora a diario los senadores y congresistas de Estados Unidos? ¿Y qué hizo para merecer tal honor?
Remontémonos al siglo XVIII. El 23 de julio de 1746 nacía en Macharaviaya, Málaga, el primogénito de Matías de Gálvez y Josefa Gallardo, un niño al que llamaron Bernardo. Con 16 años, el joven se alistó en el regimiento francés Royal Cantabrie para luchar junto al ejército español contra Portugal en la llamada Guerra de los Siete Años. Su arrojo le hizo ganar en la contienda el empleo de teniente, trasladándose posteriormente a Francia con este cargo.
Por aquellas fechas, el imperio español en América lo componían la Nueva España, el virreinato de Perú y del Río de la Plata. En el último tercio del siglo XIII, el punto débil de la frontera de los dominios españoles estaba en el septentrión de Nueva España, conocido como Provincia Internas –Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila y Texas- donde se asentaban numerosas tribus indígenas. Allí, el tío de Bernardo, José de Gálvez, ostentaba el cargo de visitador, siendo la persona encargada de reorganizar la administración del virreinato, donde además impulsó la colonización de las costas de California y creó la Comandancia de las Provincias Internas para defender las tierras que hoy ocupan el norte de México y el sur de los Estados Unidos de los ataques indígenas. José de Gálvez tenía órdenes de la Corona de impedir que en las costas del Pacífico se asentaran ingleses o rusos, además de reforzar la defensa contra las tribus del oeste americano mediante la instalación de una línea de puestos militares.
Tras vivir siete años en el país galo, Bernardo cruzó el charco y marchó a Nueva España en 1769, instalándose en Chihuahua, territorio que gestionaba el capitán Lope de Cuéllar. Éste organizó aquel mismo año una expedición contra los apaches del Gila en la que tomó partida Bernardo. A pesar de que ésta obtuvo escaso éxito, sirvió a Gálvez para conocer mejor a estos indios, conocimientos que plasmó en sus Noticias y reflexiones sobre la guerra que se tiene contra los apaches en las provincias de Nueva España, documento en el que describió cómo eran estas tribus.


Bernardo ascendió a capitán del regimiento de la Corona en diciembre de 1769 y recibió el mando de las fronteras de Nueva Vizcaya, Sonora y Opatería, iniciando varias operaciones para pacificar el territorio. La primera fue cruzar el desierto de Nuevo México hasta el río Colorado para dar captura a unos indios que habían robado 2.000 cabezas de ganado, logrando finalmente recuperar éstas. Realizó varias incursiones más, pero tras un ataque de los apaches y una caída de su caballo, en 1772 se vio obligado a regresar a España para sanar sus lesiones. Por aquel entonces el malagueño tenía sólo 26 años.
Tras una especie de excedencia, en 1775 se reincorporó al ejército siendo capitán en el Regimiento de Sevilla, destinado a la Academia Militar de Ávila. Coincidió allí con el ilustre sevillano Francisco Saavedra, que se convirtió en unos de sus íntimos amigos.
Posteriormente, Gálvez fue ascendido a teniente coronel tras luchar en Argel contra los piratas del Mediterráneo y, en julio de 1776, nombrado coronel del Regimiento Fijo de la Luisiana y gobernador de dicha provincia española, con capital en Nueva Orleans y dependiente de la Capitanía General de Cuba, instalándose allí a principios de 1777. Le habían encomendado pues, cuidar de un territorio que abarcaba desde los Grandes Lagos hasta las estribaciones de las Rocosas, espacio que cruzaba el río Misisipi.
A su regreso a América se encontró con un nuevo proceso, el de independencia de la corona británica que habían iniciado las 13 colonias que los ingleses tenían en Norteamérica, siendo un punto decisivo la Declaración de Independencia promulgada por éstas el 4 de julio de 1776. Gálvez apoyó desde la Luisiana a los americanos suministrándoles alimentos, pólvora, medicinas, armamento, uniformes, etc. y obstaculizando la actividad comercial de los barcos ingleses por el Misisipi. Lo hizo cumpliendo órdenes de la Corona española, después de que el rey Carlos III llegara a un acuerdo con el general George Washington. Este pacto consistía en que España proporcionaba material bélico a los revolucionarios a cambio de que éstos recuperaran para los españoles los fuertes de Mobila y Pensacola, echando así a los británicos del Misisipi. Esta ayuda se realizaba mediante empresarios privados y bajo el máximo secreto pues entre 1777 y 1779 aún España y Gran Bretaña no estaban oficialmente en guerra.


Durante aquellos años, Bernardo de Gálvez se ganó con su carácter la estima de los habitantes de la Luisiana, casándose incluso con una criolla, Felícitas, la hija de Gilberto Antonio de Saint-Maxent, destacado comerciantes y colaborador de Gálvez y del gobierno de España, con la que tuvo tres hijos: Matilde, Miguel y Guadalupe. Curiosamente, el matrimonio se celebró el 2 de noviembre de 1777 in articulo mortis, pues por aquel entonces el malagueño sufría una grave crisis de una enfermedad intestinal que, años más tarde, acabaría llevándolo a la tumba.
El gobernador de Luisiana tenía órdenes del ministro de Indias de activar la colonización en ambas orillas del Misisipi, tarea que llevó a cabo fundando poblaciones con colonos franceses e ingleses que huían de la guerra –Galveston es un ejemplo, se lo pusieron por Gálvez- y también con españoles, procedentes muchos de ellos de Canarias –donde estaba destinado el padre de Gálvez, Matías- pero también de otros lugares de España como, por ejemplo, Málaga, llegando a fundar la población de Nueva Iberia con 15 familias de esta provincia andaluza en junio de 1778.
Cuando en 1779 estalló la guerra de Francia y España contra Gran Bretaña, el malagueño, con poco más de 700 soldados, peleó contra los ingleses y logró arrebatarles Manchak, Baton Rouge y Natchez, expulsando a los británicos de esta manera del Misisipi. Sus triunfos le valieron entonces el ascenso a brigadier y poco después, a principios de 1780, cuando hizo caer otro bastión británico, Mobila, en la batalla del Fuerte Charlotte, lo nombraron mariscal de campo.


Sólo le quedaba a Bernardo de Gálvez alcanzar Panzacola o Pensacola, situada en la costa occidental de la Florida. Tras un primer intento fallido a causa de un huracán, el malagueño reunió una expedición y partió desde La Habana rumbo a Santa Rosa, la isla que cerraba el canal de entrada a la bahía de Panzacola. El objetivo era alcanzar desde allí tierra firme para conquistar los tres fuertes británicos situados en este territorio: Media Luna, El Sombrero y Jorge. Pero cuando estaban cerca de la bahía de Pensacola el buque insignia de los que componían la flota de Gálvez, y que portaba gran parte de la artillería, encalló y su capitán, Calvo de Irazábal, se negaba, a pesar de las órdenes del mariscal de campo, a intentar pasar de nuevo por el canal una vez lograron salir tras soltar lastre.
El apoyo de la artillería que portaba la embarcación de Calvo era esencial para que sus tropas cruzaran a tierra firme y protegieran el desembarco. Finalmente, el 18 de marzo de 1781 el malagueño, a bordo del bergantín Galveztown, fue abriendo camino a los suyos para “quitarle el miedo” al capitán Calvo y puso rumbo al canal de entrada. Los ingleses echaron manos a la artillería pesada, pero quiso el destino que ninguno de los 27 cañonazos que lanzaron ocasionaran grandes daños a los cuatro pequeños buques españoles.
Tras casi dos meses de combates, el 8 de mayo las tropas británicas se rindieron, desapareciendo así el peligro que representaban para el flanco sur de las 13 colonias y para la Luisiana española. En octubre de aquel mismo año, y gracias en gran medida a la victoria del español, los ingleses cayeron ante George Washington en Yorktown pues la flota francesa bloqueó a la inglesa en la Bahía de Chesapeake, impidiendo que pudiera actuar contra los americanos.
La gran hazaña en Pensacola convirtió a Gálvez en un héroe y fue nombrado teniente general, así como capitán general del ejército de operaciones en América contra las fuerzas británicas y le fue encomendado además el mando de la nueva provincia de Luisiana y Florida occidental.
El 3 de septiembre de 1783 Bernardo fue distinguido por el rey Carlos III con el título de vizconde de Galveztown y conde de Gálvez, recibiendo días antes la Encomienda de Bolaños en la orden de Calatrava. En el blasón o escudo de armas dibujaron una flor de lis, símbolo de la Casa Borbón, la imagen de Bernardo a bordo del Galveztown y el mote que le pusieron tras la batalla, ‘Yo solo’.


Asimismo, aquel año regresó a España, donde fue envestido el 9 de julio de 1784 en la iglesia de San Gil por Carlos III como caballero de su Orden. En octubre de 1784 fue nombrado capitán general de Cuba –conservando el mando de la Luisiana-, y regresando a la isla. En su viaje de retorno, se enteró de la muerte de su padre, Matías de Gálvez, quien había sido nombrado virrey de Nueva España en 1783 tras vencer a los ingleses en las costas de Nicaragua y Honduras. Por ello, al poco de llegar a La Habana, Bernardo tuvo que asumir el cargo que había dejado vacante su progenitor, instalándose en junio de 1785 en México, capital del virreinato.
Durante su mandato como virrey de Nueva España, el malagueño continuó las obras de la catedral, mejoró las vías públicas y comunicaciones, fomentó la cultura, promovió la construcción de una plaza de toros, acometió la construcción del castillo de Chapultepec e incluso popularizó la costumbre en México de tomar café con leche añadiéndole azúcar. Cuando una helada acabó con las cosechas de los mexicanos provocando una gran hambruna, Bernardo la combatió impidiendo que los precios se dispararan, creando comedores populares y socorriendo a los pobres, destinando a ello tanto fondos públicos como su propia herencia familiar (12.000 pesos). Su bondad y simpatía lograron que el pueblo mexicano lo veneraba.
Tristemente, en noviembre de 1786 la enfermedad intestinal que padecía casi desde que llegó por vez primera a Orleans, probablemente una disentería amebiana, acabó con su vida cuando se encontraba en el pueblo mexicano de Tacubaya. Sus restos descansan en la iglesia del Colegio Apostólico de San Fernando, frente a los de su padre.
Por desgracia, el malagueño no llegó a ver cómo el pueblo de Estados Unidos aclamaba a su primer presidente, George Washington. En su investidura, celebrada en Nueva York el 30 de abril de 1789, el hasta entonces general quiso que el embajador de España, Gardoqui, se sentara a su izquierda y que el Galveztown, el buque de Gálvez, estuviera atracado en aquel momento en los muelles de de Nueva York.
Pero la historia no acaba aquí. Años antes, en 1782, Oliver Pollock, un irlandés agente del Congreso de los recién nacidos Estados Unidos en Nueva Orleans y que había empeñado su fortuna para ayudar a los rebeldes americanos, quiso que la figura de Bernardo de Gálvez, del que había sido gran amigo, no cayera en el olvido. Por ello, elevó al Congreso de los Estados Unidos la solicitud de que el retrato del virrey de Nueva España figurase junto al de otros ilustres personajes en el lugar donde se reunieran los miembros de Parlamento y Senado. Curiosamente, el Congreso estadounidense aprobó una resolución el 8 de mayo de 1783 (aniversario de la victoria en Pensacola) que hacía realidad esta solicitud, aunque nunca la cumplió.
El asunto quedó así hasta que el 1 de mayo de 2008 un grupo de malagueños, entre los que se encuentran Miguel Ángel Gálvez Toro y Manuel Olmedo Checa, fundan una asociación, la Asociación Cultural Bernardo de Gálvez y Gallardo Conde de Gálvez. El objetivo de ésta era sacar del ostracismo al histórico personaje a quien, al margen de la escultura que de él regaló el rey Juan Carlos I a Estados Unidos al cumplirse el segundo centenario de la Declaración de Independencia en 1976 y que se muestra en la ciudad de Washington, pocos reconocimientos se le habían realizado.


En 2009 Manuel Olmedo localizó en el Archivo de Indias la carta que Pollock envió a Gálvez pidiéndole un retrato suyo para proponer que éste se ubicara en el Capitolio. A partir del documento, Olmedo tiró del hilo hasta localizar en los Archivos Nacionales de Estados Unidos el documento en el que el Congreso aprobaba la propuesta del irlandés.
Con la colaboración de la estadounidense Teresa Valcarce, de un sindicato de profesores de USA, los miembros de esta Asociación malagueña han logrado el apoyo del senador de Nueva Jersey Robert Menéndez y del congresista de Maryland Chris Van Hollen.
Al no encontrar en el Capitolio rastro alguno del cuadro que supuestamente el virrey de Nueva España debió enviar a Washington, la Asociación malagueña encargó a Carlos Monserrate Carreño una copia de uno existente, atribuido al pintor Maella en 1784, y que en junio el presidente de la Diputación de Málaga, Elías Bendodo, entregó a Estados Unidos.
El pasado mes de julio, el Comité de Asuntos Exteriores del Senado estadounidense aceptaba el retrato y, además, el congresista Jeff Miller lograba hacerse con el beneplácito de la Cámara de Representantes para nombrar a Gálvez ciudadano honorífico, faltando en este último caso el visto bueno del Senado.
Así pues, podemos considerar una realidad que la imagen del español que tanto luchó por los intereses de los independentistas americanos estará en el Capitolio, quedando ahora sólo la incógnita de la fecha en que será colocado.
2 comentarios en «Bernando de Gálvez, un malagueño clave en la Independencia de EEUU que pronto tendrá un retrato en el Capitolio»
Enhorabuena, muy bueno el artículo. Una pena que la mayoría de la gente de nuestro país desconozca quien fue esta figura histórica y la importancia que tuvo en la independencia norteamericana. Sin embargo, hace poco tuve la oportunidad de visitar la ciudad de Pensacola, donde tienen muy buenos recuerdos de el, incluso en el mes de julio hacen una representación de la batalla que se libró en sus tierras. Espero que coloquen pronto el retrato en el Congreso de los Estados Unidos y le den a Bernardo de Gálvez el sitio que se merece en la historia, tanto en EE.UU, como en España. Para el que este intresado, le recomiendo ver este vídeo donde se explica muy bien quien fue este personaje y la historia del cuadro, Vídeo – Bernardo de Galvez
El mejor articulo sobre el tema que he leído hasta ahora. Quizá falten algunos detalles como que la ciudadana estadounidense es hija de malagueños (es estadounidense por matrimonio) y que el pintor (mi padre) también lo es. Pero por lo demás, enhorabuena!