Carlos Fernández / @karlos686. Carlos Vermut se consolida como uno de los grandes del cine español con Magical girl, la última ganadora a la mejor dirección y a la mejor película en el Festival de Cine de San Sebastián. Los detalles, la narración serena, las magnéticas interpretaciones y la sabiduría de su guión hacen de esta película la mejor cinta española en años. Una vuelta al realismo mágico en el cine tan fresco como hipnótico que devuelve la idea de que cine y arte pueden, y deben, ir de la mano. Hablamos con su director, Carlos Vermut.
– ¿Cuál es el origen de la historia de Magical girl?
– Pretendía escribir una historia de chantaje y cine negro, de ahí nace esencialmente. En común con Diamond Flash (anterior película de Vermut) la película está compuesta de historias encadenadas que forman parte de un mismo puzle. Quería darle a esa historia y a mis personajes un sentido narrativo, que ellos no fueran solo una excusa para hablar de cosas que me interesan, como el alma humana y a lo que se enfrenta, sino que tuvieran implicación en hacer crecer la historia que quería crear.
– Al ver Magical girl el espectador piensa que a su director debe importarte mucho su público, ya que no le da nada masticado, todo lo contrario, de hecho Magical girl exige total atención de su espectador. ¿Piensas mucho en él a la hora de escribir un guión?
– Claro, pienso en el público de manera activa y creo que es algo que todo director debe hacer, pero en mi caso es una parte esencial. Quiero que el espectador esté activo, atento, que participe emocional e intelectualmente y que disfrute, aunque pienso que Magical girl es una de esas películas que gustará más o menos dependiendo del tipo espectador, de sus vivencias personales, las cosas que le atraigan o su nivel de participación… Por ejemplo, sé que haciendo una película que no da tantas respuestas a las preguntas que pueda formular puedo enamorar a un cierto público y perder a otro, es el riesgo que corro como guionista y director, pero confío en el público y lo considero muy importante.
– ¿Por qué cree que negar respuestas al espectador como la historia de Damián o el lagarto negro da más poder a su historia o al cine en general?
– Vivimos en un mundo muy racional ¡y gracias a Dios que es así! Para la sociedad es bueno, pero a nivel cinematográfico no tanto… Por ejemplo, el cine de los 70 es un buen ejemplo para esto, la película de Alien, el octavo pasajero (1979) es una película donde desconocemos el origen del extraño pasajero y no sabemos cómo ha llegado allí, hay dudas y no se lo explican al espectador. En Blade runner (1982) ocurre algo parecido, no sabemos qué ha visto el personaje de Roy Batty y eso hace que su monólogo final sobre Orión y demás resulte más interesante. Poco a poco el cine comercial ha ido perdiendo eso tan bueno que tenía su cine en los 70 y alguien debió pensar que era mejor dárselo todo masticado al espectador y se ha ido perdiendo ese punto de misterio con cabos sueltos, ya sea para hacer los guiones más comprensibles o para hacer taquilla. La rentabilidad de las películas comerciales hoy día está ligada a vender muñequitos de los Transformes o Batman pero no a si la película es buena o no. A mí me gusta jugar con el misterio y el morbo, dejar que el espectador complete la película pero que participe de ella.
– Los diálogos de Magical girl solo son comprensibles al final de cada escena, no definen a sus personajes pero asoman su abismo como la punta de un iceberg. ¿Qué tienen sus diálogos que hipnotizan tanto el oído?
– Intento escribir como oigo a la gente en la calle, cuando hablas con tus amigos no suenas tan explícito como lo suena el cine. Intento que los personajes hablen de mucho más, que divaguen para hablar de ellos, no quiero que hablen solo de la trama, hablar solo de lo que va la película, me gusta que conozcamos sus universos con ese método. Son distintos personajes en una misma historia, cada personaje toma un rol protagonista en cada capítulo de la película y eso pretendo que sorprenda, ya que yo como espectador pierdo el interés sino me sorprenden. Uno quiere dirigir desde su propio criterio y ése es uno de los míos.
– El personaje de Bárbara Lennie parece haber salido, más que de una persona, de nuestras más profundas entrañas. Da impresión en cada una de sus apariciones. ¿De qué rincón de su cabeza sale este increíble personaje?
– Yo me siento identificado con el personaje de Bárbara en muchos aspectos, busco en mí para crear a mis personajes y hablar de cosas que me interesan. Bárbara habla de muchas sensaciones mías, de una cierta desnudez, es un reflejo de una parte mía más oscura que creo que todos tenemos.
– ¿Qué opina de la pareja como lo que es? Es decir, viendo la película y la relación de Bárbara con su marido, uno obtiene una oscura visión de las parejas. Creo que el mayor destello de amor y luz es a través del personaje de Lucía Pollán.
– No lo tengo muy claro, la pareja es una especie de convención social. En el caso de Bárbara, que es una mujer muy dolorida y autodestructiva, siente que su marido la protege, es un juego de atracción y rechazo constante el caso de este personaje, no sabe lo que quiere, tiene un conflicto con ella misma. Quiere estar con su marido, que además es psiquiatra, porque la libera de todo lo que es ella, le da cierta estabilidad, pero tan pronto como tiene eso quiere ser libre de nuevo. Esto desemboca en “la gracia” de que está una noche sin su marido y mueren tres personas… Ella es un agujero negro para los demás y ella misma y necesita a alguien que lo cierre y ahí entra su marido, por lo que no está dispuesto a perderlo…
– ¿Tomó como referencia películas de Polanski o Kubrick? Pensaba esencialmente en Eyes wide shut o El cuchillo en el agua…
– Es muy difícil no tener presente Eyes wide shut (1999) en esta película, pero no tuve especialmente presente al Polanski de El cuchillo en el agua (1962). Tuve más en mente al Buñuel de El ángel exterminador (1962) o Belle de jour (1967). También pensé en Tras la puerta verde (1972). Me encantan muchos directores pero no siempre pueden estar presentes en todo tu cine.
– ¿Buñuel? ¿Podría ser ésta una película surrealista?
– No, no hay elementos oníricos ni ensoñaciones, me gusta introducir la realidad en mis películas, con cierto realismo mágico pero no la considero surrealista ni la plantee así.
– También es el director de arte de la película y ha diseñado el póster de la misma. ¿Consideraba importante abarcar estos campos?
– Me gusta tener el control de mi película, tengo la idea de lo que quiero. Hay veces que creo que el mejor que puede encargarse de algo soy yo y otros no. Para la dirección de arte, en este caso, no conseguí dar con alguien que me convenciera demasiado y pensé que podría hacerme cargo yo, pero fue una mera cuestión de casualidad.
– ¿Otro proyecto en mente o piensa seguir disfrutando de su merecido éxito?
– Nada más termine la promoción de la película en diciembre o por esas fechas espero ponerme de nuevo a trabajar, me veo con fuerzas y muchas ganas, un director siempre busca un nuevo trabajo.
Muchas gracias