Spotters, cazadores de aviones a través del objetivo

spotters en plena labor//foto: www.poderscubrir.com
Spotters tomando fotografías aeronáuticas. //foto: www.mundoaviacion.com
Spotters tomando fotografías aeronáuticas. //foto: www.mundoaviacion.com

Alejandro Díaz. Desde el inicio de la humanidad, entiéndase esta el periodo de tiempo transcurrido desde la aparición de los primeros hominidos, antecesores del homo sapiens (hablamos del años 3300 A.C) hasta la actualidad, el ser humano siempre se ha estado preguntando el «por qué» de las cosas. Es lo que conlleva razonar de la forma que lo hacemos gracias al cerebro que la naturaleza nos ha otorgado.

En el preciso momento que vimos al primer ave desplegar sus alas y dirigir su horizonte  al cielo azulado, tuvimos el nacimiento de una pequeña «clase de personas» que se caracteriza del resto, una «clase de personas» que ama y necesita volar como aquel ave enfilando el firmamento con la sensación de querer sentir esa  libertad que todo amante a la aviación imagina al ver animales surcando los cielos. Es en ese preciso momento cuando nace el «por qué» comentado anteriormente y da pie al maravilloso mundo de la aviación. Máquinas extraordinarias capaces de hacer a ese reducido «grupo social» el sentimiento de libertad que lo terrenal no es capaz de darles.

spotters fotografian avión TAM en pleno aterrizaje//foto:www.fayerwayer.com
spotters fotografian avión TAM en pleno aterrizaje//foto:www.fayerwayer.com

No cabe duda que la aviación es puramente vocacional, no todo el mundo quiere volar, la mayoría de las personas tienen cierto recelo y respeto a la sensación de flotabilidad en la atmósfera terrestre. Un piloto lleva en su sangre la necesidad de volar por la misma razón que necesita dormir, comer o respirar, y aquellos que no pueden, por las distintas razones que sea llegar a realizar dicha profesión, necesitan matar «un gusanillo» interno que les trepa cual orangután en busca de su fruto en la arboleda jungla. Para ello, su cámara son sus armas y su coto se convierte en cualquier aeropuerto donde la ingeniería hace posar sus máquinas creadas.

Objetivamente hablando, el spotter es una persona que práctica spotting, es decir, observación y registro de aviones, tanto en modo escrito como fotográfico. Frecuentan aeropuertos o zonas próximas a ellas. Intentan siempre plasmar un modelo nuevo de avión, una pintura nueva o «librea» -como se conoce en sus términos- que decora los aviones e incluso todo tipo de matrículas. Sus fines se convierten en publicar en diferentes web de spotting sus mejores fotos y hacer breves comentarios de interés aeronáutico sobre ellos. Pero si le preguntásemos a un spotter que se definieran por ellos mismos, no tengo dudas que se catalogarían como aquellas personas desconocidas por el resto de la sociedad pero que desde pequeño tienen aquella inquietud cuando veían en los aviones algo notable, místico e incluso sublime.

Aman los aviones, conocen las especificaciones y datos de cualquier avión con lujo de detalles y miran a los pilotos con ojos de admiración, como afortunados de poder realizar un sueño quizá frustrado, pero que sacian simplemente con sólo poder plasmar en sus objetivos los aviones comandados. Ellos conocen la diferencia entre volar para subsistir y subsistir para volar. La aviación les enseña vanidad al igual que modestia. Saben perfectamente que la aviación es un hechizo, y caen voluntariamente víctimas de su embrujo. El viento es su elemento, la atmósfera el lugar donde ellos realmente pertencen.

Grupo de spotters realizando fotografías una loma //foto: www.esacademic.com
Grupo de spotters realizando fotografías una loma //foto: www.esacademic.com

Para un spotter, el sonido de los pistones es una dadivosa armonía, el sonido de un jet el resumen de la fuerza. No existen aviones peligrosos, solamente aviones no pilotados adecuadamente. No existen aviones anticuados, solo aviones no restaurados. Los aeropuertos son sagrarios donde se realizan diariamente los desafíos que la gravedad y la naturaleza les impone, lugares donde la ceremonia de volar se exalta y se glorifica, caminos por el cual, cuando las máquinas se posan no aterrizan, se crea un encuentro y cuando los abandonan no despegan, solamente el mundo se empequeñece.

Un spotter quizá pueda explicarle los elementos físicos del vuelo, pero serán incapaces de describir lo que les ocasiona el poder volar. Explicar la magia de volar para ellos va más allá que las palabras, así que se dedican a este magnífico hobby explicando anécdotas y datos de los aviones que han podido fotografiar.

 

Aficionados practicando spotting //foto: www.aviaciondigitalglobal.com
Aficionados practicando spotting //foto: www.aviaciondigitalglobal.com

Para distinguir a una persona que ha perdido su alma en la aviación, es decir, un spotter, es realmente fácil.  En una multitud, cuando un avión pasa, su mirada y sus oídos se convertirán en un radar y no pararán de buscar en el firmamento hasta hacer contacto visual, no importa las veces que haya visto el mismo modelo, es preciso verlo, es una necesidad. Es algo insconsciente y se origina espontáneamente.

Francis Gary Powers, fue un famoso piloto de la CIA, que fue derribado sobre la Unión Soviética en 1960. Su primer vuelo lo realizó con tan solo 14 años, y cuando aterrizó, miró a su padre y sus palabras fueron » Papá, dejé mi corazón allá arriba». Un spotter se sentirá plenamente identificado con esta frase, de ahí su necesidad de tener que seguir ligados al mundo de la aviación.

 

 

 

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