Redacción. La enfermedad de Alzheimer de inicio tardío (LOAD), es decir, la que aparece más allá de los 65 años, es la forma más frecuente de esta enfermedad neurodegenerativa, y supone más del 90% de los casos. Los primeros cambios cerebrales asociados a la enfermedad pueden aparecer años antes de que los primeros síntomas sean evidentes, pero la falta de marcadores de riesgo claros dificulta que se pongan en marcha estrategias de prevención adecuadas para aquellas personas con mayor vulnerabilidad.
Ahora un estudio, publicado en la revista Journal of Psychiatric Research, ha proporcionado la primera evidencia de que una conexión neuronal deficiente entre el tronco del encéfalo y el cerebelo puede ser predictiva del riesgo de desarrollar Alzheimer. El artículo cuenta con la participación de investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) y del Consorcio de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM), la Universidad de Barcelona y el Hospital universitario de Bellvitge, en colaboración con investigadores del centro FLENI de Buenos Aires (Argentina) y del Consorcio de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Neurodegenerativas (CIBERNED).
Antecedentes familiares
Aunque el componente hereditario de la LOAD es mucho menor que el de la forma temprana de la enfermedad, tener antecedentes familiares de Alzheimer de inicio tardío incrementa ligeramente el riesgo de sufrir la enfermedad. Por tanto, el estudio se centra en un grupo de hijos de pacientes con enfermedad de Alzheimer de inicio tardío para tratar de hallar marcadores tempranos de riesgo para desarrollar la enfermedad. Los individuos, en buen estado de salud y con una edad media de 50 años, mostraron un peor rendimiento en tests de memoria, aunque dentro del rango de la normalidad, en comparación con voluntarios sin historia familiar de Alzheimer.
Los investigadores descubrieron, tras realizar una prueba de neuroimagen funcional, que esta ‘peor memoria’ se asociaba al funcionamiento de un circuito cerebral que conecta una región del tronco encefálico conocida como Locus Coeruleus con el cerebelo, una estructura tradicionalmente relacionada con el control del equilibrio y otras conductas motoras, pero que recientemente se ha asociado también con la capacidad de recordar a largo plazo.
Este circuito cerebral se establece como una base neurobiológica de déficits neurocognitivos tempranos y sutiles, y su estudio podría identificar a aquellos sujetos con un mayor riesgo de desarrollar enfermedad de Alzheimer en edades avanzadas. Igualmente, el desarrollo de intervenciones y estrategias terapéuticas que potencien la conectividad entre el Locus Coeruleus y el cerebelo podría, en un futuro, retrasar la edad de aparición de los síntomas o ayudar a minimizar su impacto y ralentizar su progresión. Esto abre la puerta a estudios en los que «sería de interés determinar de qué forma la adopción de hábitos de vida saludables (como los buenos hábitos dietéticos, eliminar el tabaquismo, o hacer ejercicio físico moderado) podría modular la actividad de este circuito cerebral», en palabras de Carles Soriano-Mas, autor de correspondencia del artículo.