El Teatro Central (Sevilla) Premio Max: fue una «buena compra»

Patio de butacas del Teatro Central de Sevilla.
Patio de butacas del Teatro Central de Sevilla.
Patio de butacas del Teatro Central de Sevilla.

Juan Manuel Suárez Japón. La presente edición de los Premios Max, destinados a reconocer y premiar la labor de los profesionales y la calidad de las producciones teatrales en nuestro país concederá una justa distinción al sevillano Teatro Central, en la persona de su director Manuel Llanes. Es una buena noticia para él mismo, que se está al frente de su dirección artística desde los primeros momentos y ha sido capaz de consolidar una programación atractiva, acorde con sus medios y el sector del público al que se dirige. Es una buena noticia para su personal, que ha sabido crear en él un ambiente acogedor, atractivo, capaz de fidelizar a los espectadores que lo frecuentan. Es una buena noticia para la cultura sevillana y andaluza, en general, tan lastimosamente herida con la desconsiderada supresión de las necesarias ayudas, postergada frente a tantas otras urgencias como la crisis económica nos ha ido planteando.

Pero también debiera ser una buena noticia, -y lo es, y muy satisfactoria-, para quienes en su momento apoyamos su integración en la red de teatros públicos sevillanos, un episodio poco conocido que ahora regresa a la memoria de quienes lo vivimos. El Teatro Central fue construido en el marco de la gran transformación espacial y paisajística que la Exposición Universal de Sevilla, de 1992, produjo en las hasta entonces desoladas llanuras de la Isla de la Cartuja. Su perfil, un alto cuadrado de color dorado, se eleva recortándose nítidamente, junto a la orilla del Guadalquivir ya próximo a su “tapón” de Los Jerónimos. Muy bien dotado técnicamente y con un aforo de unos 500 espectadores (que puede ampliarse hasta casi doblarse si fuera preciso) albergó una programación de calidad durante el certamen internacional sevillano, tras el cual, como todo lo que para la Expo surgió, quedó silenciado, sin actividad ni programa, a la espera de los balances de la Sociedad Estatal que lo había construido y gestionado.

Los gestores de los activos de la Expo’92 nos propusieron entonces su venta a la Junta de Andalucía (tras las previas negativas del Ayuntamiento de Sevilla de tratar siquiera tal asunto) por un precio simbólico. Mantuve una larga conversación con el presidente Chaves sobre el asunto. Ambos sabíamos que el problema no era comprarlo, sino garantizar luego su actividad, dotándolo de una capacidad de integrarse en la oferta cultural de una ciudad cuyos gobernantes no lo querían. Éramos conscientes de las dificultades. Pero también de que no podíamos dejar que aquella instalación se abandonase hasta su irreversible degradación. Finalmente, lo compramos. El tiempo y el trabajo de sus responsables, nos dio la razón. ¡Fue una buena compra! Enhorabuena.

1 comentario en «El Teatro Central (Sevilla) Premio Max: fue una «buena compra»»

  1. Es fabuloso haber compartido tanto tiempo con el Teatro Central y con parte de su equipo. No nos perdíamos ninguna de las obras previas a la Expo que se desarrollaron en el teatro, boquiabiertos con la capacidad innovadora de transformarse en si mismo. Nunca dudé de su permanencia: se abría otra ventana distinta a la cultura, traía aire fresco y relucía timidamente desde el otro lado del río. Seguimos…

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