Redacción. El porche de la casa es la carta de presentación del resto del domicilio. La fachada cumplía tradicionalmente esta función. Existen infinidad de ejemplos a lo largo de la historia que representan esta expresión social. Un ejemplo brillante se puede encontrar en la Venecia del siglo XIII, en la que los palacios lucían fachadas de estilo véneto-vizantino, cuya ostentación era muestra de riqueza y poder. En otros lugares donde la tierra no suponía un límite, esa ostentación se podía dar en forma de acumulación de terrenos o el tamaño de las propias viviendas. Esto se observa en las mansiones sureñas de Estados Unidos, donde las casas de estilo colonial se ubicaban a una buena distancia de la entrada a las fincas, y se encontraban normalmente en medio de los dominios de los terratenientes. En la antigua Roma el estilo arquitectónico estaba sujeto a ciertos cánones urbanísticos, aunque no exento de de ciertas libertades como el uso de frisos y frescos decorativos y estatuas y fuentes en los jardines.
En la actualidad las presiones constructivas y económicas constriñen las posibilidades de elegir el diseño de la casa. No obstante dentro de ese espacio de libertad se pueden ir imponiendo los diversos estilos decorativos, tanto de interior como de exterior. La decoración se convierte así en la única fórmula para adaptar la casa al gusto y posibilidades de cada ciudadano, que aúnan cultura y poder económico. Así, encontramos hoy en Nueva Orleáns casas decoradas al “estilo jazz”, caracterizadas por fuertes contrastes. Según cada tendencia dentro de este mismo estilo los colores varían entre los negros del estilo jazz electrónico o los colores vivos del jazz latino. Predomina el uso de la madera. En el estilo más clásico los porches presentan tarima de exterior. También se utiliza tarima de madera para recubrir las paredes. En el estilo latino la profusión de plantas es muy característica.
El estilo de jazz electrónico combina la madera con materiales plásticos en el interior, comúnmente para sillas, sillones y muebles, aunque la madera ocupa un lugar central evocando el material típico de los contrabajos y las guitarras de blues y jazz.
La decoración de porches y jardines cobra gran relevancia en las áreas conurbadas de Estados Unidos, en los que éstos pretenden ser una carta de presentación de los vecinos que habitan áreas habitacionales o ciudades dormitorio. Así encontramos pequeños porches con tarima de exterior, un ejemplo de decoración exterior que refleja el gusto por extender el espacio doméstico fuera de los muros. Se trata, pues, de un pintoresco sistema de control social que consiste en evaluar de alguna forma el status de las familias que llegan a un barrio. Existen numerosos estudios acerca de este asunto que tratan de establecer qué motiva esa forma de conducta en la sociedad. No obstante es cierto que la mayoría de dichos estudios no han resultado concluyentes, y normalmente se trata de reflexiones más bien descriptivas y filosóficas que causales.
Una de las cuestiones más comunes habla de la cultura protestante y el individualismo en la forma de establecer relaciones en pequeñas comunidades. Hay que señalar que la cultura protestante se ha tratado sin éxito de relacionar también con la prosperidad económica de algunos países. Se habla de una forma más rígida y menos intrusiva de establecer relaciones vecinales. También se pueden aducir cuestiones de convivencia atendiendo a que en Estados Unidos son los vecinos quienes se encargan de la manutención de la calle y de determinados espacios públicos, por lo que la preocupación de tener vecinos solventes puede ser mayor que en Europa. A pesar de todo, dichos estudios resultan contradictorios cuando se observan etnias distintas con el mismo comportamiento, algo que se ha tratado de justificar aludiendo a cuestiones de asimilación cultural por parte de las minorías.
En cualquier caso resulta interesante observar cómo a pesar del transcurso de los siglos y las distancias, la casa continúa siendo un distintivo clave en la diferenciación de clase social, aun cuando las imposiciones arquitectónicas han conducido a diferentes formas de expresión del mismo fenómeno.