Europa Press. Investigadores del Museo Geominero (Instituto Geológico y Minero de España, IGME) y del Museo Jurásico de Asturias (MUJA) han llevado a cabo un estudio en el que se explica que las almejas de agua dulce (del orden Unionida) coexistieron con los dinosaurios en los mismos hábitats.
Esto queda demostrado por las huellas de saurópodos que desplazan los bivalvos en el yacimiento de El Talameru (Asturias), es decir, que, según los científicos, los bivalvos fueron pisoteados por los dinosaurios.
El reciente estudio, publicado en Papers in Palaeontology, da a conocer nuevos géneros y especies de bivalvos a nivel mundial cuyos nombres están dedicados y rinden homenaje a localidades costeras asturianas: Colunga, Lastres, Abeu, Playa de La Griega, así como MUJA. Algunas de estas nuevas especies se han denominado ‘Asturianaia colunghensis’, ‘Asturianaia lastrensis’ y ‘Mujanaia abeuensis’.
Los científicos han apuntado que este nuevo registro de bivalvos asturianos es muy importante por lo escasos y poco conocidos que son los moluscos mesozoicos españoles de ambientes continentales.
La distribución geográfica de estos animales y la expansión de sus hábitats en la actualidad está condicionada por la existencia de peces, que transportan en sus branquias las larvas de estos bivalvos hasta que alcanzan el estadio juvenil. Esta peculiar estrategia de reproducción fue la misma durante el Jurásico y por tanto las trayectorias que los peces siguieron en aquella época condicionaron y dieron lugar a nuevos hábitats para los bivalvos.
El descubrimiento de estas nuevas especies y géneros del orden Unionida representa la primera aparición de este grupo en España en el Jurásico, ya que nunca antes se había descrito, y amplía la distribución paleogeográfica de las familias Margaritiferidae y Unionidae en Europa.
Un segundo estudio. Este mismo equipo ha llevado a cabo una segunda investigación, en este caso publicada en Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology, en el que se describe la composición química de estas almejas de agua dulce, aporta las claves necesarias para conocer el ambiente en el que vivieron en Asturias hace 152 millones de años.
En este caso, las conchas de los antiguos bivalvos se recubrieron de un tipo muy particular de roca, conocida como microbialita, que se forma del siguiente modo: tras la muerte de las almejas, las conchas fueron colonizadas bajo el agua por microbios fotosintéticos (predominantemente cianobacterias), que utilizaron la luz del sol para realizar la fotosíntesis, del mismo modo que lo hacen las plantas.
El crecimiento de estos microorganismos modifica el medio acuoso y favorece la precipitación de calcita, que va acumulándose, capa a capa, sobre la concha, en el interior y en el exterior de la misma. Tanto el recubrimiento microbialítico como la propia concha del bivalvo contienen códigos químicos que permiten reconstruir el ambiente donde vivían estos animales en el Jurásico.
Los científicos explican que el alto contenido en azufre indica que el agua provenía de surgencias o fuentes termales, habitualmente ricas en este elemento químico. Gracias a los análisis isotópicos, ahora se sabe que los bivalvos colonizaron sectores donde el agua procedente de las fuentes termales discurría con una cierta energía y también que a duras penas sobrevivieron en pequeñas charcas que se fueron desecando poco a poco, siempre en un clima semi-árido.