Monos y econometría

Año del MonoVicente Vera Esteve. Lo primero que haré será felicitar a todos aquellos lectores de mis reflexiones en este medio de comunicación, y desearles un feliz año 2016. Con esta columna iniciamos el curso de este nuevo año, no sé si bueno o malo, pero les adelanto que trae altas dosis de incertidumbre. Esto siempre lo decimos los economistas para quedar bien y no pillarnos los dedos con las predicciones ex ante, casi siempre fallidas. Quisiera equivocarme, pero presiento que sí será un año difícil, convulso, de esos de tener que agarrarse los machos por lo que pueda venir. De todos modos, Dios proveerá. Según el calendario chino, a partir del 8 de febrero, entramos en el Año del Mono de Fuego, termina el año de la Cabra de Madera y seguimos con el siguiente elemento del horóscopo chino. Según los criterios de este horóscopo y su animalario, se asigna a la figura del mono con sinónimos relacionados con el establecimiento de nuevas ideas, con la innovación, la creatividad pero también con el riesgo y los grandes desafíos en general. Por todo ello, quisiera trazar algún paralelismo de este útil calendario chino para ligarlo con nuestra difícil y encallada situación política nacional. Celebramos las elecciones generales el pasado 20-D, los resultados son de todos conocidos y es la razón de nuestro desasosiego relacionado con la incertidumbre ante la necesidad de la formación de un nuevo Gobierno, a ser posible con una razonable proyección de estabilidad a medio plazo al menos. Ni el matemático más avezado sería capaz de consensuar la opción más interesante para el conjunto de la sociedad, ésta es algo así como el dilema del prisionero pero multiplicado por cuatro o por cinco.

Estamos asistiendo a un complicado momento económico internacional, precisamente en China se está produciendo un preocupante crash bursátil que está arrastrando los índices de las bolsas europeas y de los emergentes. China está transformando su enorme economía productiva, introduciendo su moneda el yuan/renminbi en el concierto internacional de divisas, alterando lógicamente la estabilidad monetaria mundial. Continúan vigentes las tesis de un estancamiento secular promovido por el economista keynesiano Alvin Hansen en los años 30, y hoy reciclados por Larry Summers y Paul Krugman. Estoy seguro que necesitará la ayuda del mono de fuego y, además, de la colaboración del oráculo de los Tres Monos Sabios (o Místicos). Recuerdo esta imagen de los tres monos sentados sobre una base negra acharolada que se encontraba en algún lugar de mi casa familiar durante mi adolescencia y juventud. Buscando un significado, se nos decía aquello de “ver, oír y callar”, sin embargo el significado real de ese misterioso trío de monos sabios es otro, relacionado con la necesidad de alejarse siempre de las fuerzas del Mal, es una leyenda también de origen chino, aunque se hicieron más populares a partir del siglo VIII en Japón, donde se ha consagrado un templo, el Templo Toshogu, en la ciudad de Nikko. Pues bien, dicha leyenda nos cuenta que fueron enviados por los dioses a la Tierra para que delatasen las malas acciones de los hombres. Otro de los significados atribuidos a esta figura es la de intentar permanecer limpios de espíritu, por lo que hay que negarse a escuchar las maldades, no ver las malas acciones y que tampoco digamos cosas malas de nadie.

De modo que siendo prácticos y sirviéndonos de la trascendencia de esta filosofía deberíamos divulgarla entre nuestros políticos con el fin de estimular la colaboración y la predisposición para acabar con el malestar causado por el nulo entendimiento y por el enfrentamiento egoísta entre los responsables de tomar la dirección política en España. Estoy convencido de que esta leyenda china podría acercar a los asesores de las diferentes formaciones políticas y acabar con la incertidumbre y el primer desafío de la política nacional. Me refería antes a un año probablemente muy convulso, lleno de incertidumbres económicas. Es muy complejo actualmente poder disponer de las herramientas necesarias para elaborar modelos de predicción económica con un alto porcentaje de éxito. No estamos en los años 50 o 60 del pasado siglo en los que la aplicación de los modelos dinámicos de equilibrio general promovidos por el economista americano Premio Nobel, Robert Solow, eran capaces de anticipar los ciclos económicos, las recesiones o el crecimiento económico estimado para un país o una región económica concreta. Hoy en día, la econometría, a pesar de disponer de potentes herramientas estadísticas y de modelos avanzados de predicción, se hace muy difícil poder contemplar escenarios políticos suficientemente estables a medio/largo plazo que nos permitan conocer con precisión cuál va a ser la evolución de la inflación, el paro, el precio del crudo, etc.

En cualquier caso, y con las limitaciones técnicas descontadas, sería sensato admitir la desigual relación de fuerzas en el actual panorama político nacional, -otra cosa es la estafa del independentismo y la irresponsabilidad económica de los actuales protagonistas del desgobierno catalán- aun así deberíamos dar muestra a nuestros socios europeos y al observatorio del FMI, antes de que nos den un tirón de orejas o nos saque la tarjeta amarilla, incluso nos den los avisos de castigo según el reglamento taurino, evitar por encima de todo la aparición de tensión en los mercados. No entiendo cómo manifiestan que les preocupa tanto el problema del paro, la difícil situación económica de muchas familias en España, las dificultades de las pequeñas empresas españolas que ante el problema de las divisas, el cambio dólar /euro, vuelven a peligrar la continuidad de las exportaciones, etc., y, a su vez, son incapaces de dejar atrás los rígidos principios ideológicos, los personalismos y los egoísmos caducos. Demostremos a nuestro vecinos y socios que somos capaces de salir de este embrollo de siglas y apoyos estratégicos, formando un gobierno con altura de miras y con una sola dirección: Sacar adelante nuestro país, continuar con las reformas necesarias para el bienestar económico y social de todos, eso sí, con la ayuda de los monos y de la econometría.

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