Europa Press. Un equipo de cuatro socorristas españoles se encuentra desde hace tres semanas en la isla griega de Lesbos realizando tareas de salvamento y rescatando a diario a refugiados que llegan en botes precarios o naufragan camino del archipiélago tratando de llegar a tierra. Son voluntarios, no tienen más medios que el neopreno, las aletas y los chalecos, y utilizan las embarcaciones de los propios refugiados para acudir a socorrer.
Se trata de un grupo de empleados de la empresa catalana Pro-activa Serveis Aquàtics, cuyo director, Óscar Camps, lleva más de 15 años prestando servicios de socorrismo y salvamento en las playas españolas y que se removía en el sofá cuando veía cómo la gente que huía de la guerra perdía la vida a escasos metros de las costas griegas. Un día no pudo más. Se reunió con su contable, hizo cuentas y con dos compañeros, se marchó a Lesbos.
Eso fue hace tres semanas, cuando viajó hasta allí en lo que esperaba, iba a ser una labor de reconocimiento para saber cómo estaban las cosas sobre el terreno, cómo se coordinaba la ayuda y de qué manera podía arrimar el hombro. Al llegar a la isla, era tal el flujo de embarcaciones que casi según tocó tierra se puso a auxiliar a la gente con los voluntarios que trabajan ya allí, según explica una portavoz de la organización.
Descubrió que la ausencia de coordinación institucional de la ayuda a refugiados era «absoluta». Toda la asistencia a los recién llegados se organiza y se presta por voluntarios, que han tejido «redes muy fuertes» para responder a los recién llegados. Hay médicos, enfermeros y profesionales de distintas ramas que hacen su aportación, pero como dice la misma portavoz, «no entran en el agua».
Ellos eran los únicos socorristas, así que se quedaron allí y empezaron a hacer su trabajo. No tienen lanchas ni motos de agua que lo hagan todo más fácil, así que de momento, se apañan utilizando las embarcaciones que dejan en la playa los refugiados que han conseguido llegar. Esto implica, según recuerda la portavoz, que «se están jugando el tipo».
Al cabo de unos días, los tres primeros socorristas volvieron a España y fueron relevados por un equipo de otros cuatro que, en las mismas condiciones, se han desplazado hasta allí convencidos de que no pueden dejar de hacerlo. Cubren hasta tres kilómetros de distancia de la playa y socorren a decenas de personas todos los días.
«Mientras hacía buen tiempo, el mar estaba plano y las condiciones meteorológicas eran favorables, los accidentes eran pocos. Había, pero menos. De una semana para acá han empeorado y ahora sí hay muchos más peligros. Si pudiéramos tener a ocho personas allí hasta el invierno los accidentes se reducirían al mínimo. Cada vez es peor», apunta la portavoz, que incide en la importancia de crear una base permanente en Lesbos.
Explica que si bien Frontex está presente en la zona para separar Grecia de Turquía, lo cierto es que las embarcaciones siguen llegando sin cesar. Los guardacostas y los grandes buques de salvamento se concentran en los rescates en alta mar, pero a tan escasos metros de la costa, esa ayuda no llega y la que corresponde, no lo hace con la celeridad que debería.
En Pro-activa Serveis Aquàtics cuentan con recursos para mantenerse, como mucho, tres semanas más, así que han creado una ONG, Proactiva Open Arms, y se han puesto manos a la obra para recaudar fondos (IBAN ES53 0182 0262 910201668823). Piden a ciudadanos e instituciones su apoyo para poder sostener una misión que se prolongue durante el invierno porque «habrá menos barcos, pero los habrá». «Estos socorristas son muy necesarios porque allí no hay nadie más que se tire al agua», dice la portavoz.