Carlos Fernández / @karlos686. Bille August, alumno “aventajado” del gigantesco director sueco Ingmar Bergman, vuelve a las raíces amargas del drama familiar tras varios fracasos como Tren de noche a Lisboa u irreprochables éxitos como Las mejores intenciones (cuyo guión era del propio Bergman) con Corazón silencioso.
El mero homenaje a la estética de caserones daneses al aire libre, velas, árboles de Navidad y muchos relojes no es una simple imitación de películas como Fanny y Alexander o Sonata de otoño, podríamos decir más bien que se trata de la mano de Bergman asimilada en el ADN de August. Fuere como fuere, Corazón silencioso golpea sin hacer daño y se limita a contar su, tan dura como difícil, historia con humanidad y sin exigir el sentimentalismo barato por parte del espectador. Plantea difíciles preguntas morales de actualidad y realiza una inteligente jugada sin responder a ninguna de ellas.
El retrato de este melodrama muestra una serie de personajes, todos familiares excepto una amiga de la matriarca y el novio porrero de una de las hijas, que parecen complementarios a primera vista pero que saben evolucionar hacia un terreno menos previsible y más humano. La angustia y la lágrima no es el objeto de esta historia en la que la cabeza de familia decide organizar un último fin de semana con su familia antes de quitarse la vida, siendo todos los invitados conscientes de ello, con el fin de tener unas gratas últimas horas con sus seres queridos; el objetivo es retratar y resucitar cuestiones sobre el final de la vida, el valor de la misma y por supuesto el derecho a decidir con libertad qué hacer con ella.
Los relojes, muy presentes en la simbología de Bergman, tienen un importante papel en la historia y, a través de ellos, se consigue convertir el melodrama en un thriller familiar hacia el tramo final de la película con un intenso giro que despertará en los más “fuertes” sus instintos más bajos.
Corazón silencioso tiene una magnífica fotografía (evidente en los primeros planos de la película y en esas cenas), unas actrices en estado de gracia y un guión con mucho que decir y del que se dirá bastante al salir de la sala. Sencillamente, una joya.