Carlos Fernández. El director Zoe Berriatúa se coronó con su ópera prima recién estrenada en la última edición del Festival de Málaga, Los héroes del mal, película que retrata cómo tres adolescentes que sufren el maltrato y la humillación de sus compañeros en clase deciden unirse para vengarse. Sin embargo, lo que comienza como un acto de libertad en legítima defensa se convierte en una espiral de violencia de la cual no podrán escapar. ¿Qué se puede hacer contra un criminal menor de edad? La película, producida por Álex de la Iglesia, triunfó en la última edición del Festival de Alicante con los galardones a la mejor película, dirección, actriz y actores, será presentada en la 37º edición del Festival de Cine de Moscú y es una de las grandes apuestas para los Goya del 2016.
Tras su paso por Málaga, su guionista y director, Zoe Berriatúa, nos habla de esta salvaje y magnífica película para aumentar los nervios hasta el 11 de septiembre, fecha en que llegará a las carteleras.
– ¿De dónde surge la idea?
– La película es una biografía modificada, es decir, pertenece a la vida y vivencias de muchas personas. Tanto mis vivencias personales sobre mi adolescencia como de gente cerca. Aunque naturalmente todo está reinterpretado y llevado a un terreno más cinematográfico. Amigos que no estaban bien de la cabeza y se volcaron en la violencia mientras yo trataba de frenarles, ahí reside la principal diferencia entre la verdad y la ficción de la película: en la vida real no hubo crímenes y en la película sí. Pretendía criticar algo que me asusta y que tengo por certeza absoluta: la indefensión que se tiene frente a un criminal que es un menor de edad.
– El desarrollo del personaje de Jorge Clemente es muy inusual en el cine, pero puede verse mucho en los institutos. Joven melancólico que busca el amor en cualquier lado desesperadamente y sufre por ello…
– Los diálogos de Jorge Clemente están calcados de una persona que conocí a los 16 años, un chico que se apagaba cigarrillos en las manos, que afirmaba que se acostaría con cualquiera que se lo pidiera, que tendría que matar a todo el mundo, que se sentía diferente a la sociedad… Era un personaje muy humano y conmovedor, traté de buscar eso para el personaje de Jorge. Era muy consciente de que era un personaje muy humanizado, pero naturalmente es un antihéroe, así como los otros dos protagonistas. Pese a ser despreciable es un malo que podemos comprender y sentir pena por él. El gran drama de esta película es el sufrimiento adolescente, lo que fue algo difícil de conseguir, pero por ello estoy orgulloso de los tres protagonistas que le han dado una dimensión tan humana a la película.
– Los personajes de los adolescentes son complementarios, pero parecen simétricos en un aspecto común: quieren rebelarse contra un mundo cruel destruyéndolo… ¿Tú crees que quieren experimentar el placer de la violencia por la violencia o es simplemente su proceso natural de rebelión contra la autoridad, ya sea en la clase, en las tiendas, en el sexo…?
– La violencia es humanamente negativa pero es liberadora y en la primera parte de la película es positiva. Todos hemos deseado hacer cosas horribles mediante la violencia y más cuando somos niños, que odiamos con toda nuestra alma hasta el punto de querer matar. No hay odio más despiadado que el de un niño, y los protagonistas de mi película se encuentran en un camino entre la infancia y la vida adulta y no tienen una conciencia real de lo que supone la violencia, más bien poseen ideas “nietzschianas” de violencia, muerte y destrucción. A mí me encanta expresar lo que me gustaría hacer en la vida real en el cine y también recibirlo como espectador: vivir la catarsis de otras personas en una gran pantalla. Esta no es una película con la que el espectador se sentirá identificado con los personajes, pero sí podrá hacerlo mediante la música clásica que añadí como banda sonora, que para mí es otro protagonista de la película.
– ¿Es esa banda sonora siniestra un cuarto héroe del mal?
– Si en mi película hay un personaje con el que se puede identificar el espectador sería la música, ya que mis personajes son muy negativos. No creo que haya que hacer cine para que el espectador se identifique con el personaje, para eso están los videojuegos. El cine es una ventana a una realidad ajena. La música es la que lleva al espectador el espíritu de posicionamiento moral. Esta película cuestiona la moral del espectador, la pone en duda. Pone un mensaje muy políticamente incorrecto en pantalla, sádico: “hay personas que se merecen una paliza o morir”. Llevar esto a cabo es lo que libera a estos personajes arrinconados por la sociedad y la violencia, por tanto, es positiva en esta parte de la trama, pero luego la música cambia y moralmente la violencia se convierte en un juego, un juego con consecuencias bastante serias. Cuando esto se ha dilucidado aparece otro posicionamiento: “la violencia es lícita únicamente para defenderse de un hombre violento o un asesino”. Y con el final de la película ya son tres cambios de moral en la cinta. Me criticaron que la película perdía el ritmo, pero era la propia película la que elige cambiar el ritmo, el tono, el ser trepidante y pasar a un ritmo más pausado y reflexivo. Pasa de música de circo a música barroca del XIX.
– ¿Fue difícil dirigir adolescentes para unos papeles tan dramáticos?
– No fue difícil, fue apasionante. Fue un trabajo muy duro y minucioso. Cada actor tenía sus métodos. Emilio Palacios era del método Stalinavsky, Jorge Clemente era muy técnico y Beatriz Medina era muy empírica. Pude usar mi trabajo como actor durante más de 30 años pero, claro, a ellos les faltaba la experiencia, pero su trabajo es impresionante, son mejores que yo, lo reconozco sin duda. Si hay una palabra que se puede emplear con ellos sería sinergia, es decir, cuando el trabajo de dos es más potente que la suma de las dos partes por separado se encuentra algo valioso.
– ¿La adolescencia de estos héroes del mal es atípica o más común de lo que parece?
– Es una adolescencia con la que se puede sentir identificado cualquier adolescente ya que, con más o menos violencia, todos hemos pasado por esas sensaciones. La ausencia de los juguetes, pasar de la infancia a la madurez, el primer amor, la búsqueda del mismo amor, la desilusión que supone ver lo frío y hostil que puede ser el mundo. La adolescencia supone, sobre todo, esa gran decepción, las tendencias melancólicas o suicidas, el sentimiento de traición en el amor, el haber estado a lo mejor en triángulos amorosos. Es una época en la que nos hemos mutilado moralmente, Los héroes del mal es una colección de procesos dolorosos de crecimiento en la adolescencia llevados de manera explícita.
– La película muestra la adolescencia como una época de transición de lo deprimente a lo salvaje y de ahí a la vida adulta. Hay quienes consiguen superar las heridas de la adolescencia y quienes no… ¿Es la violencia monopolio únicamente de los que no conocen sus consecuencias?
– Todos los elementos a los que se les echa la culpa normalmente, como origen de la violencia, son erróneos a mi parecer: ni la televisión, la educación, ni los padres son los causantes del mal. En Los héroes del mal hay tres personajes sometidos a una experiencia similar, los tres son rechazados por la sociedad pero hay dos que intentan alejarse de ese camino y uno que no… La causa de la violencia es la propia libertad del ser humano. El que elige ser un bicho raro podría estar eligiendo serlo para respaldar así dicho comportamiento, pero él lo ha elegido. Unos se posicionan en la violencia y otros no. Si no, ¿por qué los que tienen una educación defectuosa son violentos y otros no? El mal es una elección que hace el personaje. La violencia es un resultado de frustración personal, de un dolor y de ese posicionamiento, son personas que desarrollan una patología que les lleva a realizar esa violencia.
– ¿Contaste con total libertad durante la escritura?
– Trabajé con absoluta libertad. He tenido diez años de rescritura. Lo intenté muchas veces y no salió para rodarlo por dificultades económicas, así que se lo enseñé a Álex de la Iglesia, una cuarta parte de la película, y le gustó y decidió poner dinero de su bolsillo para acabarla. Con dinero la película no habría quedado bien, ya que las televisiones habrían cambiado el guión, habría tenido un epílogo feliz, habrían puesto a jóvenes actores que salen en series, habrían metido otra música y no habrían dejado usar esos temas de música clásica tan siniestros… Ese es el cáncer del cine español: sólo hay tres productoras: Atresmedia, Telecinco y TVE y estos tres productores tienen una función televisiva. Quieren hacer películas en masa para todos los públicos, películas sobre temas más actuales, finales felices… y eso hace peligrar el cine más autoral. Hacer la película con más dinero podría haber conllevado todo ello.
– ¿Tenemos problemas en España con que el cine más arriesgado se aleje de lo comercial?
– El cine de Larry Clark, Thomas Vinterberg, Lars Von Trier, Gaspar Noé… es un cine duro, bruto, un cine que sale de la normalidad, que no se puede hacer con el apoyo de las superficies mediáticas. Son películas más personales, locas, autorales… Álex de la Iglesia es lo más parecido que tenemos en España, pero porque él es Álex de la Iglesia. La singularidad es muy criticada en España y en el cine español todavía más. Mi película tiene elementos que no estarían apoyados por la industria.