Redacción. El Museo de la Biblioteca Nacional de España ha abierto al público la exposición Alonso Fernández de Avellaneda en la BNE, que podrá visitarse hasta el 20 de septiembre.
Con motivo del quinto centenario de la publicación de la segunda parte del Quijote cervantino, la Biblioteca presenta una selección de alrededor de una quincena de ediciones y estudios críticos de otra segunda parte del Quijote: la de Avellaneda.
Destacan entre ellas el único ejemplar localizado del texto identificado recientemente como primer impreso original, acompañado del considerado tradicionalmente el primero, junto con algunas muestras de la aventura internacional de la novela (de la mano de Lesage) que se tradujo y adaptó al francés, inglés, neerlandés y alemán, entre otros, y de las últimas ediciones filológicas a partir de la de Martín de Riquer.
Gracias a la labor de los investigadores, en la actualidad se dispone del Quijote de Avellaneda, depurado y rigurosamente editado; una amplia anotación que nos permite entenderlo cabalmente, y considerar con objetividad sus pretensiones y resultados estéticos, su sentido social y literario, sus puntos de coincidencia y de divergencia con el modelo imitado, y su decisivo influjo en la creación de la segunda parte publicada por Miguel de Cervantes en 1615.
El Quijote firmado por Alonso Fernández de Avellaneda es, a juicio de los expertos, uno de los enigmas literarios y bibliográficos más debatidos de la literatura española. Se conoce la existencia de dos ediciones, realizadas ambas en la imprenta tarraconense de Felipe Roberto en 1614, con la misma portada, y la segunda especialmente deturpada por un mayor número de erratas.
Está considerada una interesante novela, pero no puede compararse a la del genio alcalaíno, especialmente en cuanto a diseño de personajes, humor y estilo.
Hasta el siglo XIX y buena parte del XX las ediciones del Quijote de Avellaneda tomaron el texto de la segunda entrega de 1614. En el XX son destacables las ediciones de Martín de Riquer (1972), defensor de la autoría de Ginés de Pasamonte, pero que sigue el texto de la segunda edición, y, ya más modernamente, las de Luis Gómez Canseco (2000), Enrique Suárez Figaredo (2008), Alfredo Rodríguez López-Vázquez (2011) y Milagros Rodríguez Cáceres y Felipe Pedraza (2014).