Redacción. Los procesos migratorios permiten a los científicos apoyar o no a las teorías lingüísticas y arqueológicas sobre la difusión de las lenguas y las culturas materiales a lo largo de la historia. En el caso de Europa, uno de los enigmas que tratan de resolver es el origen y diversificación de la lengua ancestral protoindoeuropea (PIE), considerada fuente de la mayoría de las lenguas que hablamos hoy en día en Europa, Asia y América.
Ante la hipótesis de Anatolia, que defiende que la diversificación del PIE se produjo hace unos 8.500 años, cuando los primero agricultores procedentes de Oriente Próximo -actual Turquía- lo llevaron al establecerse en Europa, se sitúa la hipótesis de la jara, que propone que la expandieron los pastores nómadas de las grandes praderas del norte de los mares Negro y Caspio, y que su lenguaje se expandió por Europa después de la invención de los vehículos rodados, hace entre 6.000 y 5.000 años.
Ahora un equipo internacional de investigadores, en el que ha participado el profesor de Prehistoria de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) Roberto Risch, así como de los profesores Manuel Rojo y Rafael Garrido, de las universidades de Valladolid y la Autónoma de Madrid respectivamente, ha realizado un estudio genético que apoya esta segunda hipótesis, identificando una migración masiva de los pastores de la Cultura yamna de la estepa norpòntica –Rusia , Ucrania y Moldàvia– hacia Europa que habría favorecido la expansión de al menos algunas de las lenguas indoeuropeas por el continente.
Los datos obtenidos indican también, al contrario de la visión dominante de las últimas décadas, que las poblaciones europeas actuales no proceden sólo de las primeras sociedades cazadoras-recolectoras y de las poblaciones llegadas durante la expansión del Neolítico desde el Próximo Oriente. La investigación muestra que las poblaciones del Este y del Oeste de Europa siguieron trayectorias diferentes hace entre 8.000 y 5.000 años, y que no entraron en contacto hasta hace unos 4.500 años, cuando poblaciones del Este de Europa asociadas a la cultura de la cerámica cordada se establecieron en gran parte de Europa Central.
Estas poblaciones han resultado ser genéticamente muy similares a los individuos enterrados los kurgans iamna del norte del Mar Negro -Rusia y Ucrania actual-, y muy diferentes de las poblaciones paleolíticas y neolíticas de Europa occidental. Los investigadores han observado que el linaje de los individuos de las tumbas de la cultura de la cerámica cordada excavadas en Alemania tiene más de un 75% en común con el de las poblaciones iamna. Esto supone que se produjo una migración masiva de hombres y mujeres de las sociedades de pastores de la estepa norpòntica hacia la Europa Central. Este vínculo genético persiste en todas las muestras de Europa Central hasta hace 3.000 años-fecha hasta la que se tienen datos de ADN antiguo-, y aún se encuentra en los europeos actuales. Mientras que en el norte y el centro de Europa representa en torno al 50% del pool genético actual, en la Península Ibérica se situaría en torno al 25%.
«A pesar de que los estudios de ADN antiguo no informan sobre la lengua hablada por los individuos prehistóricos analizados , la magnitud del movimiento migratorio habría implicado también un cambio idiomático. Si tal como indican los datos genéticos, estas poblaciones persistieron, tuvieron que contribuir a la formación de los idiomas indoeuropeos que se hablan actualmente en Europa «, explica Roberto Risch.
El estudio constata también que antes de la migración de los pastores iamna, los primeros agricultores europeos de Hungría, Alemania y la Península Ibérica eran genéticamente muy homogéneos, y que las sociedades más primitivas de cazador-recolectores que vivían en Europa no desaparecieron inmediatamente, sino que aún resurgieron genéticamente hace entre 5.000 y 6.000 años. Por su parte, en este mismo periodo, los pastores iamna descendían de los cazadores-recolectores precedentes del Este de Europa y de una población ancestral del Cercano Oriente.
El trabajo, que ha sido liderado por los genetistas Wolfgang Haak de la Universidad de Adelaida (Australia), Kurt Alto de la Universidad de Maguncia (Alemania) y David Reich y Losif Lazaridis, de la Harvard Medical School de Boston, supone el estudio genético más grande hecho hasta ahora. Los investigadores han estudiado el genoma antiguo de 69 individuos euroasiáticos de una antigüedad de entre 8.000 y 3.000 años, y han utilizado nuevas técnicas sobre las posiciones claves del ADN nuclear, lo que les ha permitido estudiar el doble de muestras de ADN nuclear antiguo de Europa y de Asia que las reportadas en estudios previos y hacer estimaciones precisas de la proporción de mezcla genética de los individuos. Añadir a esta base de datos los resultados ya publicados de otros 25 individuos les ha permitido modelizar estadísticamente la proximidad genética de 94 hombres y mujeres prehistóricos.
Fuente: Universitat Autònoma de Barcelona