Un estudio asegura que los contaminantes metálicos de la tierra de cultivo no llegan a los tomates

Tomates.
Tomates.
Tomates.

Redacción. Las tierras de cultivo pueden contener grandes cantidades de contaminantes metálicos y metaloides como consecuencia del uso dado a la tierra. Un grupo de investigación de la Universidad del País Vasco investigado la proporción en que estos contaminantes llegan a los frutos que consumimos. Para eso, se ha analizado la concentración de metales y metaloides del suelo de diversos emplazamientos vascos, así como la correlación entre dicha concentración de contaminantes y su contenido en tomates cultivados en esos emplazamientos.

El uso intensivo de substancias agroquímicas ha incrementado notablemente la contaminación por metales de las tierras de cultivo. En el País Vasco, los vegetales son el tercer grupo de alimentos más consumidos, después de la fruta y la leche y los lácteos. El vegetal más consumido es el tomate (se consumen unos 60 gramos diarios por persona). Por lo tanto, consumir tomate que contiene relativamente altas concentraciones de contaminantes, podría resultar perjudicial para la salud humana. Debe tenerse en cuenta que la absorción de metales y metaloides contenidos en las tierras de cultivo es la más importante fuente de contaminantes en las plantas, especialmente en las plantas de tomate. Mientras que la deposición atmosférica y la contaminación mediante el agua de regadío son fuentes secundarias de contaminantes.

El grupo investigación IBeA (Ikerkuntza eta Berrikuntza Analitikoa), del Departamento de Química Analítica de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU, ha analizado si existe realmente una correlación significativa entre los contaminantes del suelo y los contaminantes en los propios tomates. Por otra parte, ha sido estimado el riesgo asociado al consumo de tomates cultivados en el País Vasco, en base a las recomendaciones dadas por la Organización Mundial de la Salud y la legislación europea en lo que respecta a las concentraciones de metales y metaloides (elementos que tienen propiedades de los metales y de los no-metales). Para ello, se han tomado muestras de suelo y tomates en trece emplazamientos —12 de ellos en Bizkaia (Orduña, Balmaseda, Getxo, Barrika, Unbe, Arteaga, Zamudio, Lezama, Gamiz, Larrabetzu, Lemoa y Dima), y uno en Gipuzkoa (en Donostia)—, y se han analizado las concentraciones de varios metales y metaloides en ellos.

Tal y como esperaba el grupo de investigación, ha sido en el suelo analizado en el emplazamiento de Donostia donde han encontrado concentraciones de plomo y zinc por encima de los límites permitidos, debido a que la zona está afectada por antiguas actividades mineras. Por lo que respecta al resto de los elementos analizados en el suelo de todos los emplazamientos, se hallan en concentraciones más bajas que el límite máximo permitido, y las concentraciones encontradas en las muestras de tomate han sido mucho menores que las encontradas en otras zonas contaminadas del mundo.

Cabe destacar que en el emplazamiento de Zamudio se ha encontrado la mayor concentración de cobre en tomates. Pero teniendo en cuenta la media de consumo diario de tomate por persona y la relativamente baja toxicidad del cobre, dicho valor no pone en peligro la salud humana, ya que representa un 0,5% del consumo diario recomendado por la FAO (Organización para la Agricultura y la Alimentación).

De todas formas, los investigadores han concluido que no hay una correlación directa entre el contenido de metales del suelo y de los tomates. Las plantas de tomate cultivadas en tierras que contienen grandes concentraciones de metales, no tienen necesariamente grandes contenidos de contaminantes en sus frutos; es decir, la presencia de tales elementos en la tierra de cultivo no implica su acumulación en la parte comestible de la planta. Hay una única excepción: el manganeso. Los tomates procedentes de tierras de cultivo ricas en manganeso contienen una gran cantidad de manganeso, lo cual pone de manifiesto que tanto la absorción de este metal en las raíces como el mecanismo de transporte desde las raíces hasta los propios frutos son eficientes en las plantas de tomate.

No obstante, según explica el investigador de la UPV/EHU Azibar Rodriguez, «el contenido de metales tóxicos encontrado en los vegetales analizados en este estudio ha sido siempre menor que la máxima concentración permitida por la legislación europea«. La legislación europea, en lo que respecta a los vegetales, limita la presencia de plomo y de cadmio, y las concentraciones encontradas en las muestras de tomate han estado siempre por debajo de dicho límite.

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