C.N.B. Hasta su expulsión en 1492, España fue una tierra de acogida para el pueblo judío. Hubo un tiempo en que sinagogas, mezquitas e iglesias convivían mezcladas y recibían a sus propios fieles. Era la España de las Tres Culturas. A pesar de que la expulsión de los judíos y la posterior persecución de los que quedaron en nuestro país llevaron a la destrucción de una buena parte de sus vestigios arquitectónicos, aún es posible detectar sus huellas en muchas ciudades españolas.
La creación de juderías en las ciudades españolas fue realizándose esporádicamente a lo largo de la Edad Media, habitualmente al reordenar los espacios urbanos tras las sucesivas reconquistas y repoblaciones. Los espacios centrales de las ciudades pasan a ser cristianos, relegándose a los mudéjares (musulmanes sometidos) a alguno de los barrios, que pasaban a llamarse morerías, mientras que los judíos convivían con los invasores. Cuando la ocupación cristiana fue definitiva, cobraron fuerza las medidas antijudías, lo que relegó al colectivo judío a establecerse aislados en los barrios denominados juderías. Estos espacios alcanzaron su mayor auge entre los siglos XIII y XIV.
Probablemente en España llegaron a existir tantas como ciudades importantes, hay constancia de unas 300. Recientemente, se ha creado la Red de Juderías Españolas, asociación de 24 ciudades que conservan claros restos de esa particular estructura urbana como son: Toledo, Sevilla, Córdoba, Jaén, Lucena, Cáceres, Plasencia, Hervás, Ávila, Segovia, Tarazona, Tudela, Calahorra, Estella, Lizarra, Oviedo, León, Monforte de lemos, Ribadavia, Palma de Mallorca, Tortosa, Barcelona, Gerona, Besalú o Castelló de Ampuries.
Las más grandes en España son las de Toledo y la de Barcelona, ambas mencionadas en novelas históricas: La de Toledo en El último judío o La judía de Toledo y la de Barcelona en La catedral del mar.
El barrio judío constituía una ciudad dentro de otra. Solían situarse en las proximidades de las murallas y para aprovechar mejor el espacio solían ser estrechas. Los edificios más importantes eran las sinagogas (centro cultural y religioso), el baño ritual, el hospital y la escuela. También las juderías disponían normalmente de horno propio, carnicería y pescadería.
La caída de los barrios judíos en España podemos decir que empezó con los pogromos o revueltas populares dirigidas contra los judíos de 1391. Se inició en Sevilla y rápidamente se extendió por Andalucía y otras partes de España como Madrid y Toledo. En 1473 se dio otro pogromo en Córdoba y en 1449 uno en Toledo que se extendió por Castilla. Estos hechos de violencia antisemita fueron alentados por discursos de clérigos que veían los barrios judíos como una continua amenaza hacia su religión y el bienestar de los ciudadanos cristianos. Finalmente, el 31 de marzo de 1492, los Reyes Católicos en Granada firmaban el edicto de expulsión de Castilla y, un poco más tarde, Fernando firmaba uno para la Corona de Aragón.
El legado sefardí en España. Como destinos próximos a Madrid se encuentran las ciudades de Toledo, Segovia y Ávila, cuyos cascos históricos han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Toledo, la famosa “ciudad de las tres culturas”, tiene una de las juderías más importantes de España. Sus calles estrechas, sus puertas y sus murallas atestiguan la importante presencia judía en el centro de la ciudad. En su entramado de callejuelas típicamente judías se encuentra la Casa Museo El Greco, el Museo Sefardí, la Casa del Judío, la sinagoga del Tránsito, el Paseo del Tránsito o la Travesía de la Judería. Igualmente, destaca la sinagoga de Santa María la Blanca, construida en el siglo XII.
La judería de Segovia constituyó en su momento una de las comunidades más ricas y pobladas de toda Castilla. En ella encontramos el Centro Didáctico de la Judería y la antigua Sinagoga Mayor en el convento del Corpus Christi; sin olvidar la carnicería judía, sede actual del Museo de Segovia, la Puerta de San Andrés, y el Cementerio Judío.
En Ávila, fue una de las ciudades donde mayor fue la comunidad judía durante la Edad Media. En la calle Reyes Católicos se encontraba la antigua sinagoga llamada de Belforad. En la tradición popular se mantuvo el nombre de Casa del Rabino, que en la actualidad se encuentra ocupada por un hotel que ha preservado una buena parte de las zonas originales de la casa. También, en la Plaza del Pocillo se puede ver la sinagoga de Don Samuel. Hoy es una casa particular recientemente rehabilitada y su característica más importante es el arco apuntado que se encuentra en su puerta. Esta sinagoga data del siglo XV.
Si pasamos a la zona de Extremadura, nos encontramos con Hervás, Plasencia y Cáceres como ciudades con un importante legado judío. La localidad de Hervás, en Cáceres, fue uno de los más importantes asentamientos judíos de España habitado por esta comunidad desde el siglo XIII. Su barrio judío está constituido por callejuelas estrechas y casas con grandes voladizos, balconadas y abundancia de materiales autóctonos, como la madera de castaño, el adobe y el granito. En 1969 fue declarado conjunto histórico-artístico. Aunque no quedan restos de la sinagoga, la tradición oral la sitúa en la calle Rabilero, número 19. Otros edificios relacionados con la comunidad hebrea son la casa de la Cofradía, en la calle del Vado, donde se realizaban las asambleas comunales, y el hospital de Beneficencia.
La judería placentina se ubica en torno a las calles Coria, Zapatería y Trujillo constituyendo estas dos últimas los auténticos ejes sobre los que se vertebraba la misma. La presencia de los judíos en Plasencia es conocida desde el Fuero (1189) otorgado por Alfonso VIII, en el que hay referencias claras a la población judía. Ya en el siglo XV, la aljama placentina podía rondar las 200 familias, con una gran sinagoga en el lugar llamado La Mota situada en lo que es actualmente el Palacio del Marqués de Mirabel y el Convento Domínico de San Vicente Ferrer (actual Parador Nacional de Turismo). A mediados deI siglo XV, Álvaro de Zúñiga expropia esta zona a los judíos para construir el mencionado convento. Tanto la sinagoga y dependencias anejas como las casas adyacentes son derribadas.
Los judíos habitantes de ese sector de la ciudad se reinstalarán en distintas áreas de la misma edificando una nueva sinagoga en la actual Plaza de Ansano. Esta nueva sinagoga estará en funcionamiento hasta la expulsión en l492, momento en que pasó a ser Iglesia de Santa Isabel, destruida en 1521. Extramuros de la ciudad en la zona conocida como El Berroval se ubicaba el antiguo cementerio judío, del que aún se pueden ver restos de tumbas excavadas en la roca y que pasará a convertirse en Jardín Cultural de Plasencia.
Cáceres contó con dos juderías: la denominada Judería Vieja, situada hacia el sureste del recinto amurallado, y la Judería Nueva, muy cerca de la Plaza Mayor o Plaza del Mercado. Ambas juderías poseían sinagogas. La de la Judería Nueva estaba en el Palacio de la Isla.
En Andalucía, existen otras dos ciudades de interés: Córdoba y Jaén. La judería de Córdoba, levantada entre los siglos X y XV, es hoy en día un barrio blanco engalanado de flores y es, sin duda, uno de los lugares que más visitantes recibe de la ciudad. En la Calle de los Judíos se encuentra la sinagoga, construida en 1315. Se trata de una de las pocas que en España han conservado su estructura original, con la galería de las mujeres, el Arón, donde se guardaban los rollos sagrados de la Ley y su profusa decoración mudéjar.
Dentro de la judería se encuentra el Zoco, donde se reúnen las tiendas de artesanía; los minaretes de la Iglesia de San Juan y el Convento de Santa Clara, del siglo XI; la Capilla de San Bartolomé, gótico-mudéjar; la Casa del Indiano, mudéjar e isabelina y los baños árabes de la calle de Comedias. Todo este conjunto forma parte del centro histórico de Córdoba que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994.
La judería de Jaén está compuesta por un entramado de calles angostas y empinadas cuestas. Su trazado sigue guardando, a pesar de las modificaciones sufridas a lo largo de tantos siglos, la esencia del urbanismo característico de la antigua judería. Son un conjunto de calles que solo cuentan con tres entradas o salidas, como medida de protección ante posibles ataques o revueltas. Tras las graves persecuciones de 1391, la judería jiennense sufre un fuerte revés y sus calles se convierten en un barrio de judeo-conversos, que pasó a denominarse «Barrio de Santa Cruz».
En la judería de Jaén destaca la popularmente conocida como plaza de los Huérfanos en la que se alza una gran Menorá (candelabro judío de siete brazos), monumento a los judíos expulsados de España en la Edad Media. Es la primera que se ubicó en una vía pública de España. Igualmente, en esta misma plaza, existe un puente sobre los restos arqueológicos de una antigua puerta de la muralla medieval, la puerta de Baeza, que era la comunicación de la judería jiennense con el exterior de la ciudad. También la iglesia de San Andrés cuya fachada se encuentra en la calle del mismo nombre y cuya estructura evoca claramente su pasado de sinagoga.
En la zona de Cataluña, encontramos Barcelona, Girona, Besalú y Tortosa con pasado judío. Uno de los barrios que más turistas atrae de Barcelona es su Barrio Gótico, entramado de callejuelas que fue durante la Edad Media un próspero barrio judío, también llamado call. El antiguo call, palabra que quiere decir calle estrecha y que da nombre a todo el barrio, eran en realidad dos: el call Mayor y el call Menor. Fue el hábitat de los judíos catalanes durante buena parte de la Edad Media. A mediados del siglo XII, el barrio judío se encontraba ya en el mismo emplazamiento que ocuparía hasta final de su existencia, junto a la Catedral y el Palacio Condal.
El edificio más emblemático de la judería barcelonesa es la Sinagoga Mayor que se cree que es una de las más antiguas de Europa. Destaca también la necrópolis judía de Montjuïc, cuyas lápidas se encuentran expuestas en el Centro de Interpretación del Call o bien reutilizadas en varios edificios del centro histórico de Barcelona. El Centro de Interpretación del Call reúne toda la información sobre la historia de la comunidad hebrea que se asentó en Barcelona en el siglo IX.
Uno de los secretos mejor guardados de Barcelona son sus antiguos baños judíos masculinos, que datan del siglo XIII y que se hallan escondidos en el interior de S’Oliver, una tienda de muebles y decoración situada en la calle Banys Nous.
Uno de los trazados medievales mejor conservados de Europa es el call de Gerona, una encrucijada de callejuelas donde vivió hasta finales del siglo XV la comunidad judía. A diferencia de otros barrios judíos en este no se conservan grandes sinagogas o edificaciones, pero si un importante trazado que se empezó a formar a partir del siglo XII, cuando las familias judías que vivían alrededor de la catedral decidieron trasladarse a la calle de La Força. Una de las calles más emblemáticas es la de Sant Llorenç, centro del call del S. XV. En ella se encontraba el edificio que albergó la última sinagoga, convertida hoy en centro de estudios y Museo de Historia de los Judíos. Otro de los vestigios del paso de la comunidad judía por Gerona es el arco en el Carrer de la Escola Pia, uno de los siete que delimitaban la judería de la ciudad y que llegó a albergar a cerca de 800 personas.
En Besalú había una própera comunidad judía, famosa por sus médicos. Aunque en algunos casos existiera, en poblaciones importantes, más de una sinagoga, en Besalú hubo una sola, edificada en el Siglo XIII. En esta localidad se localizan también restos de los pocos baños judíos encontrados en España hasta el momento.
El Miqvé o baños judíos de purificación tenían como función la purificación espiritual y preparación para algún suceso importante en la vida de un judío. La persona debía estar preparada para el acontecimiento y por ello deberá lavarse y peinarse previamente. Una vez realizados los pasos preliminares, descendía a la piscina por los siete últimos peldaños y se sumergía tres veces dentro del agua. La mujer judía se purificaba en distintas ocasiones a lo largo de su vida: después de la menstruación, durante el embarazo y una vez producido el parto, también en el caso de contraer matrimonio. Es un acto importante en la conversión al judaísmo y también en el caso de los hombres religiosos ya que suelen purificarse antes del Sabat.
Tortosa conserva la estructura laberíntica de la judería casi intacta, así como el Portal de los Judíos (también conocido como Puerta del Ferre), uno de sus accesos originales y una de las referencias más importantes de la judería tortosina. Este acceso secundario, justo en medio de la muralla medieval que cerraba el barrio judío, daba paso, extramuros, al cementerio de los judíos y en tiempos de grandes avenidas del río, tenía la misión de facilitar el acceso a los huertos de fuera de las murallas y a los pueblos de la orilla izquierda.
Por las provincias de Zaragoza, La Rioja y Navarra, figuran otros cuatro puntos: Tarazona, Calahorra, Tudela y Estella. El zaragozano municipio de Tarazona tuvo una importante presencia judía que se remonta a las épocas del bajo imperio romano y visigodo, consolidándose bajo dominio musulmán. La ciudad albergó un centro de traducción donde se vertían las obras del árabe al latín. En la actualidad se conserva un legado de códices hebreos en el Archivo Capitular. Destacan las curiosas casas colgadas, construidas sobre la Judería Vieja.
El Palacio Episcopal, antigua Suda o fortaleza musulmana y residencia de los reyes de Aragón, es otro de los puntos de visita obligada por el legado judío de Tarazona, que se completa con la fachada del ayuntamiento y con una serie de construcciones religiosas también incluidas en la judería.
En Calahorra, la sinagoga se encontraba en el terreno que actualmente ocupa el convento de San Francisco, reconvertido en museo de pasos de Semana Santa y su Toráh se guarda en el Museo Diocesano, situado en la Catedral de Santa María. En esta judería pasó la última etapa de su vida el poeta, literato y astrónomo Abraham Ben Ma’ir Ben Ezra, personaje de relevancia en la cultura hispano-hebraica.
Las viviendas de piedra y ladrillo de la judería de Tudela recuerdan dónde habitaron algunos ilustres hebreos. Los judíos se agruparon en una zona al sureste de la muralla, por las calles de Benjamín de Tudela, Plaza de la Judería, Hortelanos, Fuente del Obispo y la desaparecida calle de las Vueltas. Los callejones de esta zona y la actual tipología de casas estrechas y altas aún recuerdan las típicas casas judías, casas de adobe o ladrillo, algunas con fachadas de decoración mudéjar. En este barrio parece que existieron tres sinagogas: una probablemente en la calle de San Julián, otra en las inmediaciones de la Puerta de Zaragoza y la tercera adosada al tramo este del Claustro de la Catedral.
Esta última se conoce como Sinagoga Vetula o Sinagoga Mayor y es única en el mundo, al estar dentro del mismo claustro de la Catedral (también conocida como la capilla de la Escuela de Cristo o capilla de San Dionís). Tudela tuvo personajes judíos famosos, como el poeta Yehuda Ha-Leví o Benjamín de Tudela, famoso por sus viajes.
Estella, destacada parada del Camino de Santiago, también ha recuperado parte de su patrimonio sefardí como, por ejemplo, las murallas de la Judería Nueva.
En la localidad de León, el primer asentamiento de la judería fue en el barrio de Puente Castro, extramuros de la ciudad, hacia el siglo X, creciendo en número de judíos hasta llegar aproximadamente a 1.000, prácticamente un tercio de la población. Posteriormente, se trasladaron a un barrio intramuros, entre la Plaza Mayor y la de Santa Ana, la Judería Nueva. Hoy día sería la Calle Misericordia (donde estaba la sinagoga) y el Barrio del Húmedo, famoso barrio de tapas y vinos.
En Oviedo, la antigua judería de la ciudad comenzaba en la Plaza de Juan XXIII y seguía por la Plaza Porlier, que se encuentra detrás. En ella hay un plano con los asentamientos judíos de la época medieval.
Ya en Galicia, los barrios judíos de Monforte de Lemos de Ribadavia. Antes que de judería, y al hilo de las últimas aportaciones del investigador local Felipe Aira Pardo, en Monforte de Lemos hay que hablar de zonas de ámbito judío, por no encontrarse un barrio exclusivamente habitado por hebreos, sino más bien calles y plazas en las que vivían familias judías y cristianas indistintamente.
Del barrio judío de Ribadavia todavía se mantiene el trazado medieval, calles largas y estrechas, plazas y patios rodeados de fachadas por los que no parece haber pasado el tiempo. Los mercados se ubicaban en los bajos de las casas. Los balcones se proyectaban hacia la calle de forma saliente para proteger los bajos de la lluvia y a las entradas de las puertas se colocaban piedras en forma de plataforma para que no les entrara la humedad. En el centro se encuentra la Iglesia de la Magdalena, construida en los siglos XII y XIII y junto a ella los restos de la sinagoga.
Todo este rico legado refleja siglos de historia que evocan la presencia judía en los pueblos españoles, convirtiendo a España en un destino turístico a nivel internacional.