Carlos Fernández / @karlos686. William Friedkin, director de El exorcista (1976), ha afirmado: «The Babadook es la película más aterradora que he visto jamás«. Personificar los miedos, o traumas, humanos es uno de los grandes aciertos de ésta, una de las mejores películas de terror del siglo y probablemente una de las mejores del año.
Contada, elegantemente, desde el punto de vista de una madre con una seria depresión producida por un trauma relacionado con el nacimiento de su hijo, Babadook consigue hacer que el dolor humano adquiera formas físicas, y terroríficas, invisibles para los demás pero visibles para nosotros.
La australiana Jennifer Kent hace de esta su primera película y se introduce en su carrera con una película deslumbrante en todos los sentidos. La falta de valentía en el género de terror contemporáneo ha dado lugar a que este tipo de cine sea producido en serie para la masa adolescente, quien no es exigente y da mucho dinero. La guionista y directora de Babadook ha creado una película con terror no gratuito, cosa difícil hoy en día, muy inteligente y pensada al milímetro, haciendo de la película una experiencia que puede rememorar a El resplandor, La semilla del diablo o El exorcista.
Sus protagonistas, entregados en cuerpo y alma como actores, se enfrentan a la pérdida de amor, o a su falta, en un mundo donde todo parece estar en su sito menos ellos. El aislamiento, el miedo y el odio de una madre por su hijo actuarán como desencadenante de algo que tarde o temprano deben hacer: enfrentarse a su concepción del terror cara a cara.
Lo mejor de la película es la larga lista de homenajes a películas de terror y como ello no interfiere en el uso indiscriminado de cosas “ya hechas”, entrando así en una especie de receta culinaria donde los mejores ingredientes de todas las películas de terror de todos los tiempos están presentes, incluyendo referencias directas a películas de Georges Méliès y de Segundo de Chomón.
Es una de las películas más necesarias y obligatorias de visionado en mucho tiempo, ya que supone un estudio, que no renovación, del género de terror, así como un digno ejemplo de que el susto fácil no es lo que da más miedo sino lo peor que hay en nosotros sí.