Córdoba, cuna de los perfumes en el califato

Mujer y niño separan los pétalos para la fabricación de fragancias.
Mujer y niño separan los pétalos para la fabricación de fragancias.

Patricia Monterroso. Córdoba es pionera en muchos aspectos, pero si destacó en algo en aquellos tiempos del califato fue en la fabricación de esencias y es que “la ciudad fue el primer lugar de Al-Ándalus donde se llevó a cabo la fabricación en serie de perfumes con Abderramán II”, explica Toñy Benavente, gerente de Rutas Accesibles por Córdoba.

Recipientes de perfumes.
Recipientes de perfumes.

En Al-Ándalus, como en el resto del mundo islámico, los perfumes tuvieron un papel muy importante. Eran utilizados de forma general tanto en hombres como en mujeres de todas las clases sociales, haciendo uso en grandes cantidades.

Así, al cuidado y la higiene personal -tan importante para los musulmanes-, se sumaba la asistencia al hammam (en Córdoba llegó a haber más de 600) y los cuidados estéticos que allí se ofrecían. Es por eso que en Al-Ándalus la utilización de jabones aromáticos, aceites y ungüentos corporales era muy frecuente. A parte de todo ello, los habitantes de Al-Ándalus se rociaban con perfumes de agua de rosas, perfume de azafrán, almizcle, ámbar natural desmenuzado, ámbar negro, etcétera.

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En los arrabales de Córdoba también se fabricaba cera.

Pero, además de la fabricación de esencias, la fabricación industrial de cera también tuvo su origen en el califato.“Las industrias se encontraban en los arrabales de Córdoba. Concretamente en la zona de occidente es donde se localizaban estas fábricas de producción de aromas y ceras ya que en la zona este se dedicaban a la platería”, aclara Benavente.

Según especifica la gerente de Rutas Accesibles, en el califato omeya “no solo fue destacado Abderramán III». De hecho, con Abderramán II, la zona de los arrabales fue creciendo y cada vez se producían más esencias y ceras en grandes cantidades.

Existían gran diversidad de fragancias y perfumes, de origen vegetal y animal.
Existían gran diversidad de fragancias y perfumes, de origen vegetal y animal.

Es este el motivo por el que, aunque pueda pasar inadvertido, Córdoba tiene gran cantidad de moreras. Según cuenta Toñy Benavente, “este árbol fue traído por los árabes hasta el califato para la producción industrial de la cera”.

Eso sí, conforme se fue extendiendo el califato, el centro de producción de ceras quedó ubicado en el Reino de Granada, “pero durante Al-Andalus, la cuna fue en Córdoba”, culmina.

 

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