El Ballet Sodre/Uruguay abre la temporada 2014/15 del sevillano Teatro de la Maestranza

Una escena de 'El Mesías'. / Foto: www.teatrodelamaestranza.es
Una escena de 'El Mesías'. / Foto: www.teatrodelamaestranza.es
Una escena de ‘El Mesías’. / Foto: www.teatrodelamaestranza.es

Redacción. El Ballet Nacional Sodre/Uruguay, dirigido por el gran bailarín Julio Bocca y una de las compañías de danza con mayor prestigio de América Latina, se presenta por vez primera en el Teatro de la Maestranza este lunes, 20 de octubre, con la coreografía que Maurizio Wainrot creó para el más célebre oratorio escrito, quizá, a lo largo de la historia de la música, El Mesías de G. F. Haendel.

Una alianza, pues, de talento dancístico latinoamericano reunido en un espectáculo de una sobria belleza vibrante en torno a una de las músicas más espirituales y emocionantes.

El Ballet Nacional Sodre/Uruguay, fundado en 1935, debutó en noviembre de 1935. La idea de El Mesías, una de las coreografías estelares de Wainrot por la que recibió el Premio Teatro del Mundo 1999/2000, surgió durante un concierto de la obra de Haendel en una iglesia en Montreal (Canadá). Wainrot quedó tan impresionado, que decidió coreografiar el oratorio. La coreografía, inicialmente para el Royal Ballet de Bélgica, no fue dada a conocer en América Latina hasta su revisión en 1999.

Si, en su estreno, “El Mesías” duraba 30 minutos ahora, tras ampliar su contenido musical, dura unos 80 minutos y su factura clásica inicial se ha transformado para ser interpretada por una compañía contemporánea. La pieza parte de la condición terrenal, con todo el elenco yaciente contra el suelo para, progresivamente, mostrar que, en sintonía con la obra de Haendel, “la elevación es posible”, en palabras del crítico Néstor Tirri.

La crítica ha señalado que, guiándose por la potencia de la obra musical y por una ambientación escénica –de Carlos Gallardo- de marcado acento ascético –un escenario despojado de elementos superficiales y, como el vestuario, blanco- Wainrot ha diseñado una coreografía que ha superado el paso del tiempo con frescura, brillantez y una extraordinaria energía, lo que multiplica el valor del trabajo coreográfico, enfrentado al reto de poner en movimiento un monumento musical que no fue diseñado para la representación escénica y que, por lo tanto carece, prácticamente, de narratividad.

Durante el espectáculo, los “números” místicos o reflexivos, como ‘Thy rebuke hath broken his heart’, se alternan con otros exaltados y vibrantes, como ‘For unto us a child is born’, hasta estallar en un apoteósico ‘Hallelluya’ coral. En todo momento, Wainrot vincula “la devoción con lo bello”, según Néstor Tirri.

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