

Carlos Fernández / @karlos686. La sangre y el alma humana son la misma cosa, así diría yo que piensa el argentino Damián Szifrón, director de Relatos salvajes. Estructurada en seis capítulos sin relación ninguna, los personajes de Relatos salvajes no buscan problemas, ellos han ido a parar a sus personajes y como la vida misma hay cosas que no podemos cambiar, pero ya que la vida es injusta a veces. ¿Por qué no contratacarla? ¿Por qué poner la otra mejilla? Los personajes explotan de una manera desatada e incontrolable por un oscuro impulso tan cómico como realista y ahí reside el secreto de, ésta, la mejor película del año.
Un avión, un restaurante, un coche, una boda, una oficina de tráfico y una casa son los escenarios en los que estos “salvajes” ponen en marcha sus imprevistos cambios de humor. Empatizando con el espectador, la humanidad se abre camino por todos los poros de estos personajes, la búsqueda de justicia también así como el deseo de venganza o simplemente el placer de perder los nervios. No son unos desquiciados, los protagonistas de la película son tu panadero, tu profesor, tu camarero, tu vecino, tu amigo… todos somos animales civilizados pero animales a fin de cuentas y Szifrón se centra en la parte animal para sus cortos relatos de esta película.


El argentino Damián Szifrón demuestra ser un gran conocedor del alma humana, de sus miedos, anhelos, deseos, necesidades… y juega con todo ello en esta tragicomedia que me mueve entre veneno y antídoto para el espectador al mismo tiempo.
La película resulta un tanto teatral, es una película de personajes, la narración se asienta sobre estas fascinantes criaturas que requieren grandes actores y Szifrón los dirige con inteligencia y sentido del humor, pretende que los actores (todas las grandes estrellas del cine argentino están aquí) exploten de una manera tan desquiciada como comprensible. Erica Rivas y Ricardo Darín se comen sus capítulos con patatas.
Relatos salvajes destaca en todos los departamentos técnicos, sobre todo la dirección de fotografía, el diseño de vestuario y la dirección artística, en otros apartados autorales como el de su banda sonora, del ganador de dos Oscar Gustavo Santaolalla, sale también bastante airosa con un tema principal que mezcla animalidad y espectacularidad, los créditos iniciales tienen a bien presentarse en el momento más ingenioso para presentar la trama de la película y todo ello la convierte en una “bombita” del mejor cine.