Ana Amador. El origen los Vehículos Aéreos no Tripulados (UCAV) o drones se remonta a 1898, cuando el gran genio Nikola Tesla patentó una lancha motora teledirigida. Posteriormente, Estados Unidos construyó durante la I Guerra Mundial biplanos no tripulados que estabilizó mediante giroscopios, aunque nunca los utilizó.
Años después, la compañía norteamericana Radioplane, que más adelante pasó a llamarse Northrop, creó aviones no tripulados para que los operarios de los cañones antiaéreos realizaran prácticas de tiro durante la II Guerra Mundial. Incluso en 1944 se adaptaron bombarderos B-24 para que despegaran con un piloto a bordo que posteriormente saltaba en paracaídas mientras la aeronave proseguía su rumbo hacia Alemania, algo que costó la vida a Josep P. Kennedy Jr, el hermano mayor del presidente estadounidense.
Durante el conflicto de Vietnam se usaron drones para misiones de reconocimiento. Aunque podría afirmarse que la auténica etapa de esta herramienta comenzó en 2001 con el primer ataque del Predator en la guerra de Afganistán. Sin embargo, más allá del mundo bélico, esta tecnología puede tener una aplicación claramente pacifista y muy útil para salvar vidas en situaciones de emergencias como inundaciones, incendios, terremotos o tsunamis.
Drones para emergencias
En España, el pasado 4 de julio por el Real Decreto Ley 8/2014 se estableció un marco jurídico temporal que contempla diferentes escenarios en los que se puede aplicar esta tecnología puntera que reclama su generalización. Según esta nueva normativa, que complementa la Ley 48/1960 sobre la Navegación Aérea, solo se podrán usar estas aeronaves para investigación y desarrollo, extinciones de incendios, levantamientos aéreos, filmación y actividades de vigilancia, publicidad aérea y operaciones de emergencia, búsqueda y salvamento. Además, hasta que se establezca una legislación definitiva y para garantizar la seguridad de los ciudadanos, está prohibido sobrevolar los núcleos urbanos.
Esta normativa distingue tres categorías de drones autorizados: inferiores a los dos kilos, hasta los 25 kilos y con peso superior a los 25 kilos. Además, todos los aparatos deberán disponer de una placa de identificación y los usuarios contar con una licencia de piloto especial o demostrar de manera irrefutable sus conocimientos.
Teniendo en cuenta que un drone puede volar a más de 130 kilómetros por hora y alcanzar una altura de 3.000 metros, es necesario que los pilotos conozcan a la perfección su complejidad. Por tanto no basta con saber pilotar bien, sino también adquirir multitud de conocimientos imprecindibles para solvertar los posibles problemas que puedan surgir durante el vuelo y dominar los sistemas de grabación.
Para cumplir estos requisitos establecidos por la reciente normativa y lograr salvar vidas, en el Parque Tecnológico de Walqa (Huesca) se ha creado la primera escuela de drones de emergencias de Europa. Un proyecto que ha sido diseñado por la compañía oscense SRF Profesional, pionera en nuestro país en el uso de drones de emergencias reales, y avalado por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. En este centro 10 alumnos aprenderan de un grupo docente altamente cualificado constituído, entre otros profesionales, por pilotos de aerolíneas comerciales, controladores aéreos, ingenieros industriales, topógrafos e informáticos.
SRF Profesional cuenta con gran experiencia en simulacros y operativos reales en España gracias a su colaboración con cuerpos de seguridad y bomberos en búsquedas y rescates, como el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional. Además, para realizar este trabajo ha diseñado el primer sistema de drones de emergencias europeo ACUDE (Aeronave Conjunta de Uso en Desastres y Emergencias).
El mercado de los drones
Junto a las posibilidades que ofrece esta tecnología en situaciones de emergencias, el pasado marzo se celebró en Madrid UNVEX 14, un encuentro que analizó todas las posibles aplicaciones de los sistemas no tripulados. Durante este simposio se reunieron organismos, instituciones y empresas interesadas en incorporarse a este sector en auge.
En esta cita participaron ponentes de reconocido prestigio a nivel mundial y se trataron temas como la tecnología, innovación o aplicación en campos de Defensa, Seguridad y usos civiles. De especial relevancia fueron las sesiones centradas en la regulación de la actividad de estos vehículos, especialmente en espacios aéreos compartidos, y cuyo protocolo de actuación ha sido establecido por el Grupo Directivo Europeo sobre Sistemas Aéreos Pilotados por Control Remoto (RPAS). Según los expertos, si esta hoja de ruta no está en vigor en 2016 será Estados Unidos quien finalmente acapare la mayor parte del mercado para el desarrollo de aplicaciones civiles.
A pesar de la falta de regulación a nivel internacional, el mercado de drones es un negocio emergente que comienza a incrementar notablemente su desarrollo. Así lo refleja el estudio elaborado por la consultora internacional Teal Group y cuyos datos analizados afirman que la inversión en el mercado global de vehículos aéreos no tripulados se duplicará en los próximos diez años, pasando de los 6.600 millones de dólares en 2013 a los 11.400 millones en 2023. Además, fuentes como la publicación especializada ASDReport prevén un crecimiento anual del 3,3% hasta 2018.
Actualmente en la Unión Europea, Francia y Reino Unido acaparan las tres cuartas partes del negocio de drones, aunque España también se sitúa en una buena posición. En nuestro país aproximadamente 20 empresas se dedican a la fabricación de estas aeronaves y algunas de esas compañías, como Flightech, han solicitado autorización para que sus aparatos puedan llevar a cabo funciones civiles como el control de las fronteras o la vigilancia contra incendios.
Por otro lado, las redes sociales también han ayudado a dar visibilidad a esta tecnología. Un claro ejemplo es Drones Rescue Spain (DRS), un colectivo articulado en torno a Facebook y en el que participan profesionales y aficionados. Además de exponer sus modelos, algunos de ellos elaborados casi artesanalmente, ponen sus drones a disposición de los de organismos oficiales o particulares para ayudar en labores de salvamento, cartografía, control de incendios o situaciones de emergencia.
A pesar del número reducido de empresas de este sector, en un futuro próximo su cifra podría incrementarse sustancialmente entre 700 y 1.000 empresas, además de crear un nuevo mercado laboral de aproximadamente 10.000 pilotos especializados. Por tanto, ahora tan solo queda esperar el desarrollo de las legislaciones para poder disfrutar servicios como Amazon Prime Air o el Proyecto Wing de Google.