Ana Amador. Cercano, sincero y simpático son sólo algunas cualidades que definen a Ismael Martínez González, actor que dio vida en la pequeña pantalla al personaje de Martín en el El internado y cuyo éxito le convirtió en un rostro conocido para el público en general. Sin embargo, la dilatada trayectoria de este intérprete madrileño se remonta a 1995, cuando comenzó a intercalar sus estudios de arte dramático con trabajos como especialista en cine.
Entre los proyectos más conocidos en los que ha participado destacan El Día de la bestia (Álex de la Iglesia), Hable con ella (Pedro Almodóvar), La caja 507 (Enrique Urbizu) o REC 3 (Paco Plaza). Aunque también ha colaborado en numerosas obras teatrales, como por ejemplo Naturaleza muerta en una cuneta, una obra de Fausto Paravidino y dirigida por Adolfo Fernández.
– Ismael, ¿cómo comenzaste en el mundo de la interpretación?
– Yo estaba en el equipo nacional de gimnasia deportiva, pero a los 17 ó 18 años me animé a estudiar interpretación. Además, dio la casualidad que en mi gimnasio se preparaba para rodar una serie Ignacio Carreño, uno de los grandes especialistas, y gracias a él me introduje en el cine. Estuve ocho o nueve años trabajando como especialista y participé en proyectos que alcanzaron mucho éxito como El día de la bestia, Airbag o Todo sobre mi madre. Pero luego lo dejé para dedicarme exclusivamente a actuar.
– ¿Cuál consideras que fue el proyecto que lanzó tu carrera?
– La caja 507 tuvo mucha repercusión y también hice un papel secundario importante en La dama de Porto Pim. Pero realmente fue la serie de televisión El internado la que me hizo más conocido para el público. Eso supuso un antes y un después en mi carrera.
– ¿En qué proyecto estás trabajando ahora?
– Acabo de finalizar el rodaje de De chica en chica, una comedia de situación muy loca al estilo de Cuatro bodas y un funeral. Es un proyecto diferente porque es la primera película sobre lesbianas que se va a hacer en España, ya que hasta ahora sólo se había tratado la homosexualidad desde el punto dramático y entre hombres. Actúo junto a Celia Freijeiro, María Ballesteros, Sandra Collantes, Eulalia Ramón, Adrián Lastra, Jaime Olías y Jane Badler, entre otros actores.
– Esta película surgió primero como una serie ¿no?
– Sí, comenzó con una serie web en España que funcionó muy bien y luego se editó en Estados Unidos con mucho éxito, creo que incluso se ha traducido a japonés. Fue tal la repercusión, que les pidieron que hicieran una película sobre la historia y gracias al crowdfunding consiguieron el dinero justo para lanzarla. Los actores hemos firmado que cobraremos cuando haya dinero y eso por un lado es un fastidio, pero también es la única manera de seguir haciendo cine en este país. En nuestro mundo ahora mismo es una de las épocas más flojas y que haya gente que intente sacar adelante proyectos de este tipo es maravilloso.
– ¿Cómo has vivido el rodaje?
– Ha sido muy duro porque hemos tenido que trabajar durante cuatro semanas con jornadas muy largas de aproximadamente 12 ó 13 horas. Pero también ha sido un rodaje muy bonito, porque ha habido mucha unión entre el equipo y creo que las adversidades siempre unen. Así que la experiencia a nivel humano ha sido estupenda y ésa es una de las mejores cosas que más me llevo de esta profesión.
– ¿Qué proyectos tienes después?
– El día 10 de septiembre estreno una obra en el Teatro Lara, en televisión estoy esperando que me contesten de dos series y la semana que viene tengo una prueba para otra.
– Has trabajado en series de gran éxito en la pequeña pantalla, pero ¿no crees que el espectador está cansado de las mismas tramas y espera ideas más arriesgadas?
– Está comprobado que si haces productos de calidad consigues público e incluso lo puedes vender fuera, como se ha demostrado con la serie El tiempo entre costuras. Sin embargo, en España el problema es que a nivel de guiones no se corre el riesgo de querer contar una historia y ser valiente para afrontar las críticas, así que se hacen productos que enganchen a la mayor cantidad de televidentes. Creo que con todo lo que está pasando a nivel político en estos 10 años en nuestro país se podrían hacer series muy interesantes y que muevan conciencias, pero no interesa.
– Sin embargo en teatro sí se están realizando obras que tocan problemas sociales.
– Sí, por ejemplo Ejecución hipotecaria. Está basada en una historia real que le sucedió a un hombre al que le querían embargar su casa en un pueblo de Alemania. Es una obra dirigida por Adolfo Fernández, con una temática muy dura y que tuvo muy buenas críticas. Sin embargo este tipo de teatro no vende para hacer giras, normalmente prefieren contratar una comedia y que así la gente no piense.
– Has tenido el privilegio de trabajar con los mejores directores españoles, ¿qué ha supuesto para ti?
– Trabajar con los grandes siempre es interesante, porque aprendes mucho de ellos y también del equipo que les rodea, ya que suelen ser los mejores. Yo por ejemplo he disfrutado muchísimo con Mario Camus en El coyote, por su energía y cómo manejaba el rodaje. Había algo romántico en su modo de hacer cine que me gustó.
– ¿Con qué trabajo has disfrutado más?
– Además de mi última película, en cine disfruté mucho REC 3. El rodaje fue muy divertido y con un equipo estupendo. En esta profesión en la que se mueven tantos egos, cuando a nivel humano das con personas de verdad, luchando todas por lo mismo, es maravilloso. Además, fue una gran experiencia trabajar con Paco Plaza porque es un director muy respetuoso, sencillo y con las ideas muy claras. Por otro lado, a nivel teatral me gustó Naturaleza muerta en una cuneta. Fue una obra con una gran acogida, estuvimos bastante tiempo de gira y me enamoré de uno de los personajes que interpreté.
– ¿Cómo era ese personaje?
– La Ruina era un camello al que apretaban por todas partes. Había muerto una chica con la que había tenido relación, la polícia le presionaba porque sabía que disponía de información… Era un personaje muy loco y cuando subía al escenario lo disfrutaba tanto que lo hice mío. Durante una hora yo cambiaba, así que fue una sensación muy gratificante poder volar con un personaje. Lo bueno del teatro es que es un proceso más largo que en cine, tienes la oportunidad de evolucionar y sentir cómo va creciendo el personaje. Y cuando eso sucede es un chute de adrenalina alucinante que quieres vivir siempre con los demás personajes que interpretas.
– ¿Cómo te preparas los personajes?
– Con los años me estoy convirtiendo en alguien muy práctico como actor. Intento partir de menos a más, coger dos o tres características que me puedan ayudar a enfocar el personaje para después darle vida y personalidad. Sobre todo trato de trabajar con la verdad para que la actuación sea creíble y tener muy buena comunicación con los compañeros. Para mí es muy importante conseguir una conexión con ellos ya que así suelen salir los mejores trabajos.
– Cuando estás en el escenario ¿cómo haces para meterte en el papel y olvidar tus problemas personales?
– Es una sensación muy curiosa. No dejas de actuar pero tampoco puedes quitarte de la cabeza lo que te está pasando. A mí me ocurrió cuando participaba en la comedia Los chicos de la banda que mi hija estaba ingresada en la UCI con meningitis y teníamos un bolo en Ciudad Real. Al final la obra no se suspendió, pero mientras estaba en escena seguía pensando en mi hija. Otras veces te puedes encontrar entre cajas con 40 de fiebre y sales y lo das todo. Yo tengo compañeros que incluso han vivido muertes muy cercanas y aún así han actuado ante el público. Así que no te sabría decir muy bien qué sucede en ese momento, sólo que subirte a un escenario tiene un tipo de magia que te atrapa.
– ¿Y eso el público lo agradece?
– Cuando al público le gusta una función y suelta toda su generosidad por lo que ha recibido, tú te sientes muy bien pagado. La sensación de estar en el escenario ante gente entregada aplaudiéndote porque les has conmovido es algo maravilloso que merece la pena vivir.
Muchas gracias Ismael