Redacción. Las gafas de sol en verano son muy útiles pues en los niños ayudan a prevenir posibles casos de conjuntivitis y queratitis, mientras que en la gente mayor, los rayos del sol pueden provocarles importantes daños en sus estructuras oculares como en el cristalino o incluso pueden favorecer la aparición de cataratas.
«En verano, las gafas de sol son prácticamente imprescindibles para cualquier persona que esté expuesta a los rayos solares, sea en la playa o en la montaña, pero son los niños y las personas mayores los colectivos de la población que más pueden beneficiarse de su uso», afirma el presidente de la Sociedad Española de Oftalmología (SEO), el profesor Luis Fernández-Vega.
Así, una fuerte exposición a la luz del sol y a la radiación ultravioleta, puede causar, entre otras cosas, conjuntivitis o queratitis, una inflamación de la córnea que, además de la molestia ocular que conlleva, puede introducir otras alteraciones como cicatrices en la córnea o molestias de secreción lagrimal. Si no se está debidamente protegido, la luz del sol también puede favorecer que se agudice un ojo seco en aquellas personas que lo padecen.