Hallan nuevas dianas para el tratamiento de la miopía más grave

Hallan nuevas dianas para el tratamiento de la miopía más grave

Redacción. Según el primer informe mundial sobre la visión presentado por la OMS en 2019, un tercio de la población mundial sufre de miopía y unos 400 millones de personas padecen la versión más perniciosa de esta patología: la miopía magna. Los datos muestran un aumento continuo en todo el mundo en los últimos años, que llega al 18% de incremento en Europa. De hecho, en nuestro país es la primera causa de afiliación a la ONCE.

La miopía magna es una patología ocular que, con frecuencia, predispone a sufrir complicaciones como desprendimiento de retina, glaucoma, hemorragia macular o cataratas, entre otras, siendo una de las principales causas de deterioro visual y ceguera. Investigadores del Instituto de Ciencias Biomédicas de la CEU UCH han podido demostrar por primera vez la relevancia del estrés oxidativo y de factores de crecimiento en el desarrollo de la miopía magna, en un estudio que acaban de publicar en la revista científica internacional Frontiers in Physiology.

Futuras potenciales terapias

Para la realización del estudio se ha contado con muestras de humor acuoso de ojos de pacientes operados de cataratas. Según explica el profesor Francisco Bosch, director del Instituto de Ciencias Biomédicas de la CEU UCH, «tradicionalmente se han asociado factores genéticos y ambientales con la miopía. Sin embargo, la falta de conocimiento sobre los mecanismos moleculares fisiopatológicos subyacentes no ha permitido encontrar un diagnóstico, prevención o tratamiento adecuados, hasta la fecha». Es en este aspecto donde incide la investigación ahora publicada por el equipo de la CEU UCH, al presentar un conocimiento más preciso del desarrollo de la patología, identificando dianas de interés para futuras potenciales terapias.

Diferencias cualitativas y cuantitativas

Para el profesor Salvador Mérida, miembro del equipo investigador de la CEU UCH, los resultados fisiopatológicos obtenidos en el estudio apuntan a que «no es exacto concebir la miopía magna como un tipo de miopía normal, pero con más dioptrías. Nuestra investigación se centra en las vías moleculares en cada grupo de pacientes con miopía y muestra que hay diferencias cualitativas y no solo cuantitativas». La alta miopía es uno de los problemas más graves que enfrenta la oftalmología y que actualmente está creciendo en todo el mundo, por lo que los avances en este ámbito son necesarios y urgentes para el desarrollo de terapias efectivas.

Confinamiento y miopía infantil

El equipo investigador autor del estudio alerta también de la probabilidad de que el excesivo uso de pantallas de ordenadores, tablets y móviles durante el periodo de confinamiento, a causa de la pandemia por Covid-19, contribuya a incrementar aún más la miopía entre la población infantil a nivel mundial. Se ha demostrado que los niños que pasan más tiempo realizando actividades al aire libre tienen un menor crecimiento de su miopía, mientras que los que realizan un exceso de trabajo de cerca, como el que puede estar produciéndose con el confinamiento debido al uso actual de las tecnologías tales como los móviles, las tablets, los ordenadores y otros dispositivos electrónicos, pueden aumentar en mayor medida la progresión de su miopía. En este sentido, los investigadores del Instituto de Ciencias Biomédicas de la CEU UCH recomiendan incrementar en lo posible las actividades al aire libre, especialmente en los niños.

Equipo investigador

La investigación, publicada en Frontiers in Physiology, ha sido desarrollada por el equipo integrado por Francisco Bosch, director del Instituto de Ciencias Biomédicas de la CEU UCH, y los profesores e investigadores de este Instituto Salvador Mérida, Vicente Villar y Amparo Navea, miembros del Grupo de Investigación en Mecanismos fisiopatológicos y de protección en enfermedades oculares. Estos profesores de la CEU UCH han trabajado junto a Carmen Desco y Cristina Peris, de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (FISABIO) y María Sancho-Tello, de la Universidad de Valencia (UV).

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