Por qué es necesaria la farmacovigilancia

Redacción. La farmacovigilancia es un proceso de identificación y análisis de los efectos de un medicamento ya aprobado para su uso. Es una actividad continuada que tiene la finalidad de prevenir efectos secundarios desconocidos e indeseables, gracias a la posibilidad de conocer estos efectos en determinados pacientes y evitando las interacciones con otros fármacos o la prescripción a personas con riesgos de padecerlos. En la actualidad, gracias a la rapidez para llegar a las fuentes de información, se desarrollan herramientas de farmacovigilancia online como Farma Radar, que logran la gestión de una cantidad de información antes inasumible.

Cabe preguntarse por qué motivos se debe llevar a cabo el trabajo de farmacovigilancia cuando el proceso de aprobación de un fármaco es tan largo y escrupuloso. Baste explicar que un medicamento puede, aprobarse demostrando exclusivamente su efectividad y su seguridad. Es revelador que para aprobar un fármaco no sea necesario conocer su mecanismo de acción, basta conocer su efectividad y seguridad, de ahí la imperiosa necesidad de hacer un seguimiento exhaustivo de los efectos secundarios que éste pueda provocar.

La seguridad es el umbral que existe entre la dosis de administración del fármaco necesaria para que éste haga efecto, y la dosis que puede provocar una reacción adversa grave.

La efectividad se considera positiva cuando la administración del medicamento produce una mejoría general del paciente, es decir, no solo mejora la enfermedad para la que se prescribe el medicamento, sino que los efectos secundarios que produce no son tan graves como la propia enfermedad que pretende tratar. La eficacia es la capacidad del fármaco para lograr los objetivos para los que se prescribe. Por tanto, un medicamento puede ser muy eficaz al lograr paliar un efecto, pero muy poco efectivo si su consumo produce efectos secundarios muy onerosos para el paciente.

Un ejemplo que ilustra la disyuntiva anterior es el de los antipsicóticos típicos, o de primera generación. Se trata de un grupo de fármacos indicados para el tratamiento de determinados trastornos psicóticos como, por ejemplo, la esquizofrenia. Efectivamente, se conseguían controlar algunos síntomas, con lo que se evitaba la hospitalización de muchos pacientes, por lo que fueron los fármacos de elección hasta la siguiente generación de antipsicóticos (atípicos). El problema de este primer grupo de neurolépticos era el gran número de efectos secundarios que producían, principalmente los llamados efectos extrapiramidales como inquietud, nerviosismo, rigidez muscular y babeo, por mencionar algunos. Por otra parte, estos primeros antipsicóticos no eran eficaces contra parte de la sintomatología de los pacientes, como la depresión y el aislamiento. Este nivel de efectividad, así todo, resultó una revolución farmacológica para algunas enfermedades, pero resultó un problema fidelizar a los pacientes, que sufrían unos efectos secundarios penosos, al punto de que muchos declaraban sentirse “anulados”.

En cuanto a la seguridad, existen medicamentos que no muestran reacciones adversas durante los ensayos clínicos, bien controlados y supervisados, pero que dan problemas en determinados grupos poblacionales que solamente se detectan una vez el medicamento ha sido recetado masivamente. De ahí la vital importancia de que cada médico conozca la química del medicamento con el fin de evitar, en la medida de lo posible, efectos indeseables causados por cuestiones físicas del paciente o interacciones con otra medicación o hábitos de consumo. Existen reacciones metabólicas dependientes de la genética imposibles de prever hasta que se detectan por primera vez en algún paciente.

Finalmente existen efectos secundarios derivados de un uso inadecuado de los medicamentos que son difícilmente detectables en situaciones de control, y que se dan cuando los pacientes consumen un fármaco sin supervisión. Por eso la farmacovigilancia online ha resultado un recurso extraordinario al poder detectar las menciones sobre efectos de fármacos en contextos de libertad y anonimato para los pacientes. La escucha activa permite detectar menciones sobre fármacos a grupos amplísimos de población, lo que permite recabar una enorme cantidad de información útil para las empresas de medicamentos.

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