Europa Press. Las fachadas de edificios modernistas como el Palacio de Justicia, la Aduana y la casa Pascual i Pons, obras del arquitecto catalán Enric Sagnier ubicadas en Barcelona, albergan un nuevo icnotaxón -madriguera fósil que dejó un organismo vivo- de hace 12 millones de años, hallazgo que supone el primero descrito en un edificio modernista en Cataluña, pero también de toda Europa.
Este hallazgo se anuncia en un artículo científico publicado en la revista ‘Geologica Acta’ por los expertos Zain Belaústegui, de la Facultad de Ciencias de la Tierra y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universidad de Barcelona, y Alejandro Belaústegui, de la Asociación Alumnos Mayores Universidad Carlos III (ALMUCAT), en el campus de Getafe.
La icnología es una disciplina de la paleontología que estudia las trazas o huellas fósiles que ha dejado la actividad de los organismos en el pasado. Esas trazas fósiles o icnotaxones –antiguas madrigueras, huellas de dinosaurios, etc.– pueden revelar algunas incógnitas sobre las características del organismo productor y el paleoambiente en que habitaba hace millones de años.
El nuevo fósil urbano, al que han bautizado con el nombre de ‘Lapillitubus montjuichensis’, es una madriguera simple, vertical a subvertical, cilíndrica y sin ramificaciones, que se caracteriza por presentar un revestimiento o pared de litoclastos de composición cuarcítica, es decir, pequeños fragmentos o piedrecitas de cuarzo –de 1 a 10 milímetros de tamaño– dispuestos de manera caótica, explica el profesor Zain Belaústegui, del Departamento de Dinámica de la Tierra y del Océano de la UB.
Este nuevo icnotaxón de 12 millones de años de antigüedad puede observarse en los sillares que forman parte de la fachada de algunos edificios modernistas de Barcelona, como el Palacio de Justicia, la Aduana y la casa Pascual i Pons. «En general, el estado de conservación de estos incofósiles es bueno, sin embargo, como aparecen en los sillares de piedra, únicamente es posible reconocer secciones longitudinales o transversales de estas madrigueras fósiles», apunta Zain Belaústegui, que dice que en la casa Pascual i Pons se encuentra «el ejemplar mejor conservado, que define el nuevo icnogénero y la nueva icnoespecie».
‘L. montjuichensis’ y otros icnogéneros similares (‘Ereipichnus’ o ‘Eklexibella’) se agrupan dentro de lo que se conoce como trazas fósiles aglutinadas. Todos estos icnogéneros –madrigueras simples y cilíndricas– se caracterizan por presentar una pared o revestimiento exclusivo que puede estar formado por diferentes tipos de materiales –de origen orgánico o no– como, por ejemplo, foraminíferos, restos de moluscos, artejos de crinoideos o incluso restos esqueléticos de peces. En el caso de ‘L. montjuichensis’, por primera vez se ha constatado que ese revestimiento está únicamente formado por litoclastos (sobre todo, pequeños fragmentos de cuarzo) dispuestos de una manera caótica.
Barcelona hacer 12 millones de años. Desde finales del siglo XIX, la montaña de Montjuïc ha sido la gran cantera de piedra arenisca para la arquitectura modernista catalana. Con el descubrimiento del ‘L. montjuichensis’, será posible conocer mejor cómo era la fauna de invertebrados que habitaron durante el Mioceno la zona deltaica que actualmente ocupa la montaña de Montjuïc.
«Estas madrigueras fósiles que decoran el modernismo catalán fueron excavadas hace unos 12 millones de años por unos gusanos (poliquetos terebélidos) en un ambiente deltaico, afectado por la acción del oleaje y con un gran aporte de sedimentos –señala Zain Belaústegui–. Por lo tanto, se trataría de un ambiente subacuático, muy cercano a la costa y de poca profundidad, en el que estos invertebrados y otros organismos marinos, como los crustáceos decápodos, también habrían excavado sus madrigueras».
Los poliquetos terebélidos que dejaron su traza fósil en los sedimentos deltaicos hace millones de años serían muy parecidos a algunas especies actuales. En la costa oeste de Madagascar también se han descrito madrigueras actuales de poliquetos terebélidos que son casi idénticas a las observadas en el Mioceno de Montjuïc.
En la actualidad, la huella fósil de los seres vivos que habitaron el planeta hace millones de años también puede admirarse en edificios o monumentos históricos de ciudades de todo el mundo. En 1935, por ejemplo, se descubrió una huella de dinosaurio en una de las rocas de la base de un quiosco de música de la ciudad de Glen Rose (Estados Unidos), un ejemplar conservado hasta la actualidad. También se han descrito icnofósiles de gran interés científico en lápidas de cementerios (Leicestershire, Reino Unido), en paredes de centros comerciales (Londres, Reino Unido) o en losas del pavimento (Copenhague, Dinamarca). Desde hace años, los fósiles urbanos también han enriquecido el patrimonio paleontológico de ciudades españolas como Alcoy, Barcelona, Burgos, León, Segovia, Toledo o Vizcaya.
«En nuestra opinión, si consideramos el enorme patrimonio arquitectónico de la ciudad de Barcelona, modernista o no y construido o no con la piedra de Montjuïc, y con el suficiente tiempo de estudio, no sería descartable hallar otros icnotaxones e incluso localizar nuevos ejemplares de ‘L. montjuichensis», apunta Alejandro Belaústegui, que espera que este trabajo «sirva de acicate para futuros estudios similares y que se ponga de manifiesto la importancia de estos singulares ‘afloramientos’ urbanos».