Juan Carlos León Brázquez. La exposición presentada hoy en Madrid, en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, sobre Mujeres Nobel, pone de manifiesto la importancia de la figura de la novelista cántabra Concha Espina, quien sin haber obtenido el Nobel figura en la muestra como la literata española más veces candidata al galardón, que no consiguió al no ser apoyada por la muy machista Real Academia Española de la Lengua. Ni siquiera se acordó de ella en 2015, cuando se conmemoraba el centenario del Premio Fastenrath, el primero de una mujer literata en España. Y aún así, no puede obviarse la huella de una mujer pionera del feminismo y de la literatura en España.
Ahora, a través de paneles expositivos, podemos recorrer la trayectoria de una selección de las 48 mujeres extraordinarias que obtuvieron el Premio Nobel en diferentes épocas. Desde la primera de ellas, la polaca-francesa Maria Skolodowska de Curie, quien en 1903 obtuvo el Premio Nobel de Física, junto a su marido Pierre Curie y Henri Becquerel, dando lugar a una familia que hoy incluye cinco Premios Nobel, entre ellos, su hija Irene Joliot-Curie, quien lo obtuvo en Química, en 1935. Madame Curie, la primera profesora la Universidad parisina de la Sorbona, ha sido, además, la única mujer que ha obtenido el Premio Nobel dos veces: en 1903 el de Física y en 1911 el de Química, por sus trabajos sobre la radioactividad.
Desde entonces, a pesar de la abrumadora mayoría de hombres, son 48 mujeres las que se han sumado al listado de los premiados con el Nobel; siendo 16 las que han obtenido el Nobel de la Paz, 14 el de Literatura, 12 el de Medicina/Fisiología, 4 el de química y 2 el de Física. En la muestra, además de paneles cronológicos con la trayectoria de todas las mujeres premiadas, se exhibe con más detalles el trabajo y la labor de una selección de 12 mujeres. “Nosotros- dice Belén Yuste, una de las comisarias de la Exposición-, lo que pretendemos es que la sociedad conozca el trabajo y el valor de estas mujeres que merecieron el Nobel. Algunas se han convertido en referentes mundiales y aunque las más conocidas son las que han recibido el Premio Nobel de la Paz, como la madre Teresa de Calcuta o Rigoberta Menchú, o algunas literatas, lo cierto es que hay mujeres premiadas en ramas científicas, no solo de la Física o la Química, sino también de la Medicina”.
Llama la atención el espacio expositivo dedicado a Concha Espina, con una sala especifica que muestra sus libros, documentos y objetos personales. No pudo ser Nobel, pero en 1926, 1928 y 1929 estuvo entre las candidaturas finalistas que se disputaron el Premio, para el que estuvo propuesta hasta en 25 ocasiones por instituciones y personalidades de Estados Unidos, Francia, Chile, Colombia, Checoslovaquia, Italia, Suecia y España. Su hijo Víctor de la Serna escribió en 1954 a Gabriela Mistral, la única mujer hispana Premio Nobel de Literatura en 1945, para que apoyara la candidatura de su madre. Concha Espina, que obtuvo todos los galardones de la época en España no llegó al Premio Nobel que hubiera elevado en la historia su figura literaria. En la muestra se exhibe una carta de 1949, del Conde de Romanones, pro domo sua, en la que se muestra dispuesto “a comenzar la campaña tendente a combatir el viejo prejuicio de que las mujeres no deben ocupar los escaños de los Académicos”. Una RAE tacaña y machista que no solo le negó el sillón académico, sino el voto para hacerse con el Nobel. Justamente hace cien años, en mayo de 1917, la escritora llegó a la cuenca minera del río Tinto, a la Villa de Nerva, donde se documentó para su obra cumbre El metal de los muertos, que al ser traducida al sueco (De dödas metall) le dio el espaldarazo para ser propuesta al Premio Nobel. Nerva por el centenario de su estancia, le dedicó en mayo una placa cerámica en la fonda en la que residió y una plazoleta con el nombre del libro, El metal de los muertos.