Una luciérnaga voladora vista por última vez hace casi un siglo en España, objetivo de los expertos este verano

Foto: Raphaël de Cock / Europa Press.
Foto: Raphaël de Cock / Europa Press.

Europa Press. Un grupo de expertos y aficionados españoles se ha lanzado a la búsqueda de ‘hadas’ por los campos españoles, una especie de luciérnaga voladora, la ‘Luciola lusitanica’, vista por última vez hace casi un siglo, en 1929, en los jardines del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso, en la localidad segoviana de Real Sitio de San Ildefonso, y con citas recientes en Huelva y provincias cercanas a Portugal, pero que aún no ha podido ser fotografiada.

A pesar de que la mejor época para el avistamiento de luciérnagas comienza en junio y acaba a finales de agosto, según los expertos, el proyecto Gusanos de Luz tiene la esperanza de encontrarla y aseguran que esta «misteriosa» especie habita en España, pero que aún no han podido fotografiarla, tal y como ha señalado José Ramón Guzmán, uno de los impulsores de esta iniciativa «participativa», junto a su compañero, Raphaël De Cock.

Gusanos de Luz ha recibido testimonio de «observadores» que aseguran haberla visto, sobre todo en la franja litoral de Huelva y de provincias interiores cercanas a Portugal. Además, también hay una cita de avistamiento en los Pirineos orientales, en el Catálogo de Coleópteros de la Fuente.

«Son muy comunes en Portugal y el sur de Francia», ha continuado Guzmán. Si al pasear por un bosque, o por una ribera de un río, una persona tiene la suerte de verla, «te transporta al mundo de la fantasía y los sueños», ha explicado con detalle, y ha añadido: «Es como si entre los árboles zumbaran chispas de luz verdosa, no de forma continua, sino como una ráfaga de unos segundos, lo suficiente para captar la atención y dejarte en ascuas esperando al siguiente destello».

Según ha explicado Guzmán, en lo que va de temporada, han recogido alrededor de 200 fotografías de estos «bichitos de luz», de ciudadanos repartidos por toda la geografía española, que después analizan para «seguir conociendo estos mágicos insectos».

«Lamentablemente», en España no hay «bosques encantados» donde esta especie ofrece «verdaderos espectáculos de luz», como el Santuario de las Luciérnagas, en Tlaxcala, al este de México. Sin embargo, «hay algunos trucos»: salir al campo, en zonas sin luz y áreas húmedas, porque se alimentan de caracoles, babosas o lombrices de tierra. «Son muy comunes en los huertos, siempre y cuando no utilicen pesticidas», añade.

Pero, en cualquier caso, «se adaptan muy bien», continúa Guzmán, ya que, por ejemplo, han recibido avistamientos incluso desde Almería, «donde las zonas soy muy áridas».

¿Por qué lucen? Como explican desde Gusanos de Luz, desde finales del siglo XIX se conoce que la bioluminiscencia es una forma de comunicación sexual en las luciérnagas adultas. Según explica Guzmán, «las hembras emiten luz a través de un proceso químico para atraer la atención de los machos y aparearse para perpetuar la especie». Tras el apareamiento, la hembra se apaga.

«Ahora no es que brillen menos, es que pensamos que cada vez hay menos poblaciones», ha indicado Guzmán, ya que «algunas actividades humanas» han tenido efectos sobre la especie «que no son buenos», como la contaminación lumínica, que además «les confunde» y las infraestructuras.

Lucero, lucerna, candil y candileja: decenas de nombres diferentes. Gracias al trabajo que comenzaron estos dos aficionados en el año 2009, junto con la información de la base de datos de la plataforma Biodiversidad Virtual, han analizado hasta 1.300 imágenes de luciérnagas, que han ido engordando el conocimiento sobre la biodiversidad de este insecto, que cuenta con «decenas y decenas» de nombres diferentes.

Según las filólogas Esther Hernández e Isabel Molina, que publicaron hace ya dos décadas el estudio ‘Los nombres de la luciérnaga en la geografía lingüística de España y América’, por un lado, las denominaciones aluden a la luminiscencia: lucero, lucerico, lucete o luciente en zonas de Navarra, Aragón y Andalucía oriental.

También reluzángana, reluzanga o luzángano en áreas de Almería, Jaén, Granada. Y en otras partes del país, se las llama candil, candileja, lumbrera, lumbreta, linterna o llanterneta.

Por otro lado, los nombres hacen referencia a un insecto que alumbra: gusano de luz, sapo luciente o bichito alumbra. En Cataluña, o en zonas limítrofes, también se usa cuca de llum, y en País Vasco, ipurtagi.

Las especies más comunes. Según ha explicado Guzmán, hasta ahora las especies más comunes en España son la luciérnaga mediterránea (‘Nyctophila reichii’), que habita en la franja oriental del país; la europea (‘Lampyris noctiluca’), distribuida en puntos del norte; la ibérica (‘Lampyris iberica’) y la de Baleares (‘Nyctophila heydeni’). No obstante, también han identificado de manera menos frecuente a la luciérnaga con gafas y la de alas cortas.

Y así, tal es el interés que están despertando estos «luceros», que el Grupo Asociativo Estuaire (GAE) de Francia, con el apoyo del Conservatorio Nacional de Investigación Científica del país (CNRS), han lanzado un observatorio de luciérnagas en España, en colaboración con Gusanos de Luz, según informan en su página web y que pretenden seguir recogiendo información sobre la especie.

En cualquier caso, Guzmán lo tiene claro: «las luciérnagas nos han acompañado desde siempre». Una muestra de ello es la recopilación hecha por la asociación sobre la literatura que habla de ellas, como el poema ‘Reflejo’, de Federico García Lorca: «Doña Luna./(¿Se ha roto el azogue?)/No./¿Qué muchacho ha encendido su linterna?/Sólo una mariposa basta para apagarte./Calla. ¡Pero es posible!/¡Aquella luciérnaga es la luna!».

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