Redacción. Con el auge del running se han importado métodos de entrenamiento profesionales a lo aficionados al deporte. Cada vez son más los corredores que no solamente quieren mantener un estado físico saludable, sino que buscan participar en eventos deportivos y superar sus marcas. Para hacerlo se debe elaborar un buen plan de entrenamiento que respete la capacidad de estrés del aparato locomotor con el fin evitar dolores y lesiones que podrían obstaculizar un buen desarrollo.
Hay algunas pautas para desarrollar un entrenamiento eficiente. Debe ser un trabajo planificado desde el principio y suficientemente flexible para que se adapte a las condiciones físicas diarias sin incurrir en la terrible procrastinación que todos los deportistas temen.
Cuando un deportista aficionado decide involucrarse en una práctica deportiva debe dedicar tiempo a reflexionar sobre su preparación, considerar el estado físico y elegir un objetivo razonable, al igual que pensar sobre el nivel de compromiso con la consecución de dichos objetivos. Si éste es firme es fundamental invertir en los materiales indicados. Las zapatillas varían en función del deporte que se va a llevar a cabo, así, no es igual el calzado para correr sobre asfalto, para jugar al baloncesto o para hacer ruta. Estas diferencias vienen determinadas por el esfuerzo en diferentes grupos musculares. Así, en el baloncesto se producen fuertes presiones en las rodillas e impactos durante los saltos que provocan lesiones como la tendinitis rotuliana. En la carrera se producen impactos menores pero muy repetitivos en los diferentes puntos de apoyo del pie, por lo que la pisada produce un esfuerzo continuo que se distribuye por todo el cuerpo. Por este motivo se hace mucho hincapié en que los corredores lleven a cabo un estudio biomecánico de la pisada para poder conseguir unas zapatillas indicadas que corrijan las desviaciones. Las más conocidas son la pronación y la supinación, y para cada tipo de desviación se indica un tipo de zapatilla o incluso una plantilla a medida.
Estos primeros pasos son extremadamente importantes porque evitan lesiones que aparecen a largo plazo y pueden desembocar en problemas graves o en el abandono.
Las cargas de entrenamiento deben organizarse para alcanzar el objetivo establecido. Éstas vienen determinadas por variables como intensidad, volumen, especificidad y densidad, y normalmente van aumentando a medida que el cuerpo se adapta a soportarlas. Otro concepto clave es el de las divisiones del entrenamiento en sus fases: microciclos, mesociclos y macrociclos, que hacen referencia a los objetivos temporales establecidos. Los macrociclos suelen ser anuales o incluso mayores, los microciclos mensuales o semanales, y los mesociclos se componen de varios microciclos.
Antes de entrenar debe calentarse con un ejercicio leve y estiramientos.
Los entrenamientos deben ser variados, e integrar diferentes grupos musculares, normalmente relacionados con la competición, pero evitando el sobreentrenamiento, es decir, que debe variar lo suficiente como para no producir un estrés excesivo.
Gracias al desarrollo de los entrenamientos, de la implicación de modelos multidisciplinares a las prácticas deportivas y a la inversión en tecnología del deporte, se alcanzan cotas de desarrollo físico cada vez más elevadas. Los deportistas pueden invertir más tiempo en los entrenamientos sin experimentar dolores y lesiones, y su preparación mental para la competición se cuida actualmente para obtener un máximo rendimiento. Estas son solamente algunas pinceladas sobre temas importantes que muchas veces se pasan por alto y bien merecen la atención de los deportistas aficionados si quieren involucrarse en entrenamientos sin sufrir dolores comunes.