Europa Press. La Alianza Shire, una alianza público-privada en Acción Humanitaria creada en España, presenta este lunes 29 de mayo su proyecto piloto que ha dotado de luz y ha mejorado la red eléctrica del campo de refugiados de Adi-Harush (Shire), al norte de Etiopía, donde viven más de 8.000 personas eritreas, gran parte de ellas menores no acompañados.
El acceso a la energía es fundamental para cubrir las necesidades básicas de las personas refugiadas, como son la seguridad, la alimentación, la educación y la salud, según recuerdan. «Gracias a este proyecto se ha ampliado y mejorado la propia red eléctrica etíope que estaba dando electricidad a los campos, se han conectado los servicios comunitarios del campo como el hospital, colegios, mercado y cocinas comunitarias y se han instalado más de 5 kilómetros de alumbrado público, ya que antes no había luz por las noches, –explica a Europa Press la coordinadora de la Alianza Shire, Alejandra Rojo–. Ahora pueden cocinar por las noches y estar en las calles más tiempo con mayor seguridad».
La presentación de este proyecto piloto tendrá lugar en la sede de la AECID en Madrid. La ‘Alianza Shire. Acceso a energía para poblaciones refugiadas’, creada en el año 2014, está formada por las empresas españolas Iberdrola, Philips Lighting Spain y la Fundación ACCIONA Microenergía; la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y el Centro de Innovación en tecnología para el Desarrollo Humano de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), en colaboración con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC) como socio operador en Etiopía.
Etiopía es el país de África con mayor número de personas refugiadas. Se calcula que hay más de 700.000 personas refugiadas y desplazadas en todo el territorio. Por ello, Xosé Ramil, coordinador de Comunicación del Centro de Innovación en Tecnología para el Desarrollo, no duda en señalar como una de las claves del éxito del proyecto «el ir acompañados por ACNUR y NRC que estaban trabajando ya ahí y conocen el contexto y las claves del trabajo».
Además de la iluminación de las zonas comunes y las cocinas, gracias a este proyecto piloto, tal y como explican, se evitará la recolección de 1.500 toneladas de leña al año que se usaba para cocinar por las noches, así como la deforestación del entorno, la reducción de las emisiones de 2.000 toneladas de CO2 y se ahorrarán 30.000 euros en adquisición de diésel. «Tener acceso a energía en un campo de refugiados como este tiene numerosos impactos en mi vida –señala Leul Alem, persona refugiada –. Ahora puedo leer, estudiar o preparar la comida por la noche».
Por último, indican que se ha generado un medio de subsistencia, ya que el mantenimiento de las instalaciones se encargarán cuatro personas refugiadas que trabajarán para la NRC y el resto de participantes en la formación podrán crear un negocio relacionado con la electricidad en los mercados de NRC. «La vida en un campo de refugiados es muy monótona y es gente muy joven que necesitar hacer cosas, sentirse útil, que tiene ansias de aprender -explica Rojo–. El hecho de recibir una formación, darles habilidades que luego pueden utilizar para generar sus propios medios de vida, es lo que más han agradecido».
Formación para el futuro. Lo primero que realizaron los integrantes de Alianza Shire fue estudiar en profundidad los campos de refugiados de Shire, sus condiciones y las peculiaridades energéticas del entorno. Además del campo de refugiados de Adi-Harush, en la región de Tigray existen otros tres campos: Shimelba, Hitsats y Mai-Aini. «Se trata de una zona muy árida, con temperaturas muy elevadas y pocos recursos naturales disponibles. Por ello, son campos donde hay muchos movimientos secundarios de la población que deciden marcharse para intentar lograr llegar a otros sitios. Por el camino, en el desierto, les suelen interceptar los traficantes», explica Rojo. Por ello, hay numerosos menores solos.
Concretamente en el campo de Adi-Harush, los expertos se encontraron con un servicio eléctrico «muy irregular y peligroso por los numerosos cortes en el suministro», según añade la coordinadora. Necesitaban usar leña para cocinar, lo que conllevaba la deforestación del entorno y el poner en riesgo la seguridad de las mujeres y las niñas, encargadas de recolectarla.
Tras este análisis, el equipo de expertos, en seis expediciones al terreno, planteron una lista de soluciones de las que, finalmente, escogieron tres: la mejora y extensión de la red eléctrica, la conexión de los servicios comunitarios y la instalación de un alumbrado público exterior.
Así, en diciembre de 2016 se realizó una formación teórica impartido por expertos de Philips Lighting e Iberdrola a 28 personas. Este grupo estaba formado por refugiados, miembros de la comunidad de acogida, así como personal de ARRA, de NRC y de la compañía eléctrica.
Dos meses después, en febrero, se llevó a cabo la formación práctica con la instalación de todos los equipos. En este caso participaron 15 personas refugiadas y 4 de la comunidad de acogida. Los participantes, seleccionados previamente por el socio en terreno -NRC-, ya habían cursado una formación en instalaciones eléctricas en el centro de formación que gestiona la propia organización en el campo.
«Muchos de estos jóvenes ya tenían una formación previa y están muy agradecidos por haber podido formarse en algo técnico que les valga para el futuro, — añade Ramil–. Además, les empodera frente a su comunidad porque ven que gracias a su trabajo y formación, han podido mejorar la vida de sus compañeros en el campo de refugiados».
Una alianza a nivel humanitario. «Es la primera alianza de este tipo que se ha creado a nivel humanitario y, por ello, hemos documentado todo el proyecto de forma detallada para que pueda ser aplicable a otros contextos humanitarios», explica Ramil. Así, la Alianza Shire se concibe como una plataforma de innovación que desarrolla soluciones de suministro energético que mejoran los servicios y la calidad de vida de las poblaciones refugiadas. Una vez probadas y sistematizadas, dichas soluciones se transfieren a otros actores del sistema humanitario, apoyando en su implantación cuando sea necesario.
«Nuestra idea es continuar trabajando en el resto de los campos de refugiados de Etiopía e incluso trabajar en otros campos que no sea sólo la electricidad, sino la energía solar o el biogás», concluye Rojo.