La cicatriz

Imagen: Carlos Javier.
Imagen: Carlos Javier.

Vicente Vera Esteve. Desde esta gélida y nevada atalaya me dispongo a relatar algunos de los hechos políticos y económicos más destacados producidos durante esta última semana. En principio me he acordado de ese gran sabio de la luz y la iluminación en todas aquellas producciones cinematográficas en las que le han solicitado su participación. Cuánto me hubiera gustado haber compartido con el genial maestro de la luz que es Javier Aguirresarobe. Qué magníficos planos habría conseguido contemplando este escenario no visto desde hace más de 40 años. Ver las montañas que rodean y circundan este valle ciertamente agreste cuando no está revestido de ese majestuoso manto blanco que las convierte en un lugar muy similar, salvando las distancias, a ese lugar que tanto leemos en la prensa desde hace algunos años, Davos, ciudad suiza del cantón de los Grisones. Donde se concentran el mayor número de grandes empresarios, ejecutivos y políticos de todo el orbe. Se cuenta que si no estás en Davos durante la celebración del Foro Económico Mundial, no eres nadie en el mundo de la política y la economía. También muy bien plasmado este entorno de paz y aislamiento, por Thomas Mann en su célebre novela La montaña mágica.

Obviamente las conclusiones de este importante encuentro político financiero han sido de extremada cautela y un moderado optimismo, ahora muy condicionado por el relevo en la presidencia de los EEUU. Donald Trump, convertido ya en el 45 presidente de América, no deja a nadie indiferente, algo así como la sombra de una duda al más viejo estilo hitchcockiano. Evidentemente se le concederá a él y todo su equipo de secretarios de Estado el habitual margen de confianza para los cien primeros días desde la toma de posesión para no entorpecer su gestión de gobierno, aunque presiento que la prensa internacional no evitará reprimirse ante sus inmediatas e insensatas propuestas de cambio para este gran país. Estaremos muy atentos.

Quiero hacer mención ahora del fallecimiento de un gran economista y banquero innovador, José Ángel Sanchez Asían, notable investigador económico, autor de una obra monumental sobre la financiación de la Guerra Civil española. Me acuerdo ahora de la inmensa obra de Ramón Carande, Carlos V y sus banqueros, otra brillante trabajo de investigación histórica sobre el reinado de Carlos V; en ese escenario o parecido imaginaba a Sánchez Asían, hombre culto y con mucho talento, sin embargo este banquero sí apoyó a la monarquía española durante el reinado de Juan Carlos I. Es el propio Ramón Carande quien explica que la clave no era la política monetaria sino la comercial, con la especialidad del comercio exterior, “no estaba la riqueza en el seno de los metales preciosos sino en que se acertase a obtener, gracias a él, un desdoblamiento de los bienes del país poniendo, mayor o menor insistencia en cultivar los campos, en desarrollar los talleres o en establecer astilleros. Siempre fomentando la población; siempre convencidos de que el dinero era fértil, en una sociedad populosa y trabajadora que estimulase la circulación y la producción”. Esta reflexión procede de un diagnóstico social y económico del siglo XV en España. Y eso es lo importante, la producción y la circulación libres de bienes y servicios.

Desde este hito histórico damos un salto al siglo XXI y nos situamos en el programa económico de Donald Trump, en concreto en el aspecto relacionado con su insistencia en manifestar los delirios por el nuevo o viejo proteccionismo y su fobia por los inmigrantes mexicanos. Al hilo de este presupuesto ideológico, quiero exponer un sentimiento que recoge magníficamente el escritor Carlos Fuentes en una de sus novelas más famosas: Gringo Viejo. Relata Fuentes la historia de tres americanos que cruzan la frontera de EEUU con México. Uno de estos gringos es un periodista y escritor muy conocido en ambientes literarios, Ambros Bierce (1842-1913?). Se razona en dicha novela que este conflicto se manifiesta a través de la imagen de una frontera territorial que se siente como si fuera una cicatriz a la que dan forma los viajes reales e interiores de los protagonistas durante el siglo XIX. Es Inocencio Mansalvo, uno de los personajes secundarios de la novela, quien bautiza la línea geopolítica que divide el destino de los del norte y los del sur refiriéndose a ella como cicatriz. Con ese símil Carlos Fuentes cuestiona una escritura de la historia que ignora el hecho de que la frontera es una geografía íntima, definida como producto del dolor.

Expongo esta filosofía descrita en el prólogo de esta novela por María Fernanda Lander porque describe ese sentimiento trágico y de no entendimiento de los EEUU con su vecinos mexicanos, y que el trumpismo ha vuelto a poner de actualidad internacional con la creación de un muro que impida la inmigración ilegal y asimismo penalizar con elevados aranceles la importación de vehículos fabricados en México. Es decir, hacer más daño en la cicatriz que nos narra Carlos Fuentes. Contribuyendo a tensar aún más las relaciones bilaterales y poner en tela de juicio la renegociación del Nafta, el tratado de libre comercio que desde 1994 regula los intercambios entre EEUU, Canadá y México.

Sería recomendable facilitar lecturas y tesis doctorales de los economistas más prestigiosos de su país, técnicos que han estudiado la historia y la teoría económica relativa al comercio internacional y la ventaja comparativa, explicando las razones de la deslocalización industrial. Podríamos citar al Premio Nobel de Economía Paul Samuelson, que publicó un trabajo de investigación que todavía hoy se estudia en las escuelas de economía de todo el mundo: El teorema de Stolper–Samuelson (Finanzas y Desarrollo diciembre 2016). Jagdish Bhagwati y Paul Krugman son dos reconocidos economistas que también le podrían ayudar a entender las dificultades que conlleva pretender hacer grande a América otra vez con falacias económicas que sabe muy bien que no va a poder cumplir.

Concluyo este artículo recordando el desembarco de las principales comercializadoras e importadores de calzado americanos que, allá por los años 60 del siglo XX, descubrieron que había una ciudad en la provincia de Alicante llamada Elda. Allí se fabricaban los mejores zapatos de señora del mundo y con precios muy competitivos debido a que los salarios eran muy bajos respecto a los que se pagaban en Italia y Francia. Aquí se quedaron durante más de 20 años, creando riqueza y bienestar, pero cuando la estructura de costes empezó a cambiar vieron que había que desinvertir y reiniciar el proceso en Taiwán, Corea, China, Vietnam, etc. Esta es la realidad de la economía industrial y de la localización del capital. Y esto es lo que no se le cuenta al pueblo. Los gobiernos están obligados a no seguir mintiendo. Veritas liberavit vos.

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