Nos encontramos ante una película de tres horas de duración (quizá el único defecto de esta excelente película) que narra la historia de Inés, una ejecutiva alemana de una empresa situada en Bucarest. Su vida está ejecutada por y para el trabajo, pero todo esto se para en seco cuando aparece su padre e inventa una tierna comedia en base a un personaje ficticio llamado Toni Erdmann. A partir de aquí no es recomendable que os cuente nada más de su argumento.
Toni Erdmann es un tratado contemporáneo sobre el capitalismo, los despidos en masa, la explotación laboral, la pérdida de valores vitales y las relaciones paterno-filiales acogido por humanidad, ternura y absurdeces que retratan la ridícula comedia humana. Ojalá pudiera decir más de la película y sus escenas, pero me temo que me es imposible si no quiero arruinaros la experiencia cinematográfica y sensorial que es esta deliciosa película que, sin duda, tocará tu cabeza y tu corazón.
Logra transformar una trama trillada, o con facilidad para caer en el cliché, en una delirante comedia sobre el cambio vital como eje de la transformación en hacer de uno mismo alguien mejor, y con ello, un país y una situación laboral, mejor. No es solo una ambigua didáctica moral, cada uno sacará algo distinto de Toni Erdmann y eso es lo verdaderamente difícil.