Carlos Fernández / @karlos686.“Esta es mi opinión hoy y en este momento de mi vida”. Albert Serra representó a España, junto a Almodóvar y su Julieta, en la pasada edición del Festival de Cannes. Este fin de semana se ha estrenado esta película que fue a Cannes, la cual pude ver en la pasada edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla: La muerte de Luis XIV, con Jean-Pierre Léaud (protagonista de uno de los títulos más representativos de la Nouvelle vague: Los 400 golpes).
Serra nos encierra en los aposentos reales de uno de los reyes más longevos de Francia y nos introduce en su ansiedad previa a su muerte durante dos horas de película sin dar un respiro al personaje ni al espectador en la sala de cine. La muerte no hace excepciones con nadie; siendo rey o siendo plebeyo, la muerte está ahí. Ahora… aquí radica el problema principal de la película y es su tendencia al subrayado y a la asfixia del espectador en base a reflejar la muerte de un rey pero… ¿Por qué Luis XIV? No se contextualiza nada más que su muerte en la película pero no su vida ni hazañas y me parecería al menos interesante saber el motivo de acudir dos largas horas a la muerte de Luis XIV. Escribo, como veis, desde el desconocimiento y lo confuso que me hace sentir esta película en concreto.
Pese a tener una gran fotografía, un grandísimo actor (que ademas da una clase de interpretación en toda regla) sigo sin ver para qué tantos esfuerzos en lo que pretende contar su director. La película es visualmente preciosa pero argumentalmente plomiza y parece girar alrededor de sí misma con tendencia a, siento decirlo, contar muy poco por no decir casi nada.
Los demás personajes de la obra giran en torno al rey, intentando curarle como si más que un enfermo fuera una rata de laboratorio. Acuden a charlatanes, curanderos, médicos de la universidad… y finalmente, como presagia el título, pasa lo que tiene que pasar. Lo que sigo sin entender el motivo de tener que interesarme por Luis XIV y su muerte. Quizá sea esa idea que defendía al principio («Aunque seas rey o aunque seas plebeyo, la muerte nos une a todos”) o la idea del ser humano enfrentado a la muerte y a su angustia (en una especie de versión modernizada de Gritos y susurros de Ingmar Bergman), con una diferencia: en la peli de Bergman los personajes me interesan y aquí… no. Confusa película que resulta más plomiza y extravagante que otra cosa.