@Jesús Rivilla
Profesor Universidad U.P.M.
Nunca hubo una sociedad tan adicta a las últimas tendencias. Nunca hemos estado tan hipnotizados –mejor dicho, idiotizados– por lo “nuevo”. Y si además de nuevo es algo extravagante, pues ¡Punto Extra! La consecuencia natural es un exceso bestial de información, productos y servicios.
En este momento, cualquiera que pretenda abarcar toda la información sobre un tema, producto o servicio en particular descubrirá a los pocos minutos que es literalmente imposible ¡Jamás existió tanta cantidad de información, buena y mala, con tan fácil acceso!
Ante el tsunami de información que vivimos en nuestros días, la información de calidad escasea. Los expertos alertan sobre los peligros del “exceso de información”, del “exceso de opciones”. Existe de hecho, una línea de investigación muy interesante cuya idea central es “menos es más”. O lo que es lo mismo:
Probablemente sea imposible parar esta locura mercantilista que nos inunda a diario con una idea, aparato o método nuevo que promete mucho por muy poco. Pero tú, tú sí puedes priorizar la calidad sobre la cantidad, tú si puedes pensar en publicar menos contenidos pero de mayor calidad, tú si puedes denunciar públicamente a quién miente deliberadamente para ganar pasta, tú si puedes elogiar, premiar y difundir información sobre quien antepone la verdad, la honestidad y la fiabilidad a los intereses económicos.
Todos los que vivimos en este tiempo convulso y en permanente cambio, en algún momento de nuestra vida, nos hacemos conscientes de que estamos inundados de información, información que muchas veces no es potable, incluso puede ser tóxica. Es entonces cuando decidimos buscar “agua potable”, ya sabes: información, productos, servicios y personas veraces, honestos y fiables. Poco después aflora la gran pregunta, la pregunta que nos lleva a ser mejores personas:
¿SOY YO AGUA POTABLE?,
¿APORTO YO – PERSONAL Y PROFESIONALMENTE – HONESTIDAD Y RIGOR?