Redacción. La escritora, periodista y presentadora Teresa Viejo se encuentra en plena promoción de su última novela Mientras llueva.
Conocimos a Teresa Viejo en los 80, dio el salto a la televisión como “chica Hermida”, y desde entonces se ha desarrollado durante años como colaboradora y presentadora de programas diversos en diferentes cadenas. Ha sido la primera y única mujer encargada hasta la fecha de la dirección de la revista Interviu, y este verano hemos podido verla sustituyendo a Mariló Montero durante sus vacaciones en ‘Las mañanas de La 1’. Pero a pesar de su enorme carrera como comunicadora, lo que más le gusta es dedicarse a la escritura.
Mientras llueva es una obra de intriga psicológica, ambientada en 1946, que cuenta la historia de Alma, una farmacéutica de Madrid de 26 años que, a causa de un hecho traumático, se marcha a una comarca imaginaria llamada ‘Malpaís’, al norte de España, donde, para su sorpresa, le irán deparando una serie de misterios aún mayores.
Hablamos con la autora de la novela:
– Teresa, ¿cuáles son las diferencias que tus lectores habituales se van a encontrar en esta novela con respecto a lo que has escrito anteriormente?
– Mientras llueva es uno de esos libros que se leen con una mantita y con un chocolate o con un té al lado, y en los que uno no puede romper la lectura. Es muy adictivo y cuando se lee, se tiene la sensación de ser absorbido a otro lugar. En este caso, es una intriga mayor, más omnipresente, pero tampoco hay demasiadas diferencias respecto a las anteriores novelas. Se trata también de una historia con una identidad femenina fuerte, en la que hay conflictos interiores. Y vuelve a haber casas encantadas, que a mí me gustan mucho.
– Eres una persona que desprende optimismo, felicidad y buen rollo en cada una de tus palabras, y sin embargo escribes un thriller psicológico en el que aparece una médium, cartas misteriosas, y en el que el mundo de los muertos influye en el de los vivos. ¿No te parece que al lector le puede resultar desconcertante?
– Pero es que los seres humanos somos poliédricos, y yo también tengo esa otra parte oscura, bastante más reflexiva y a veces melancólica que la imagen que puede trascender de mí a través de los medios. Es la escritora la que reflexiona ante la vida. Sería incluso un poco naif, pensar que todo lo que hay a tu alrededor es maravilloso. Sí que es verdad que soy una persona muy espiritual, no lo niego. Hubo un tiempo en el que el periodismo y la espiritualidad no casaban muy bien, pero yo ahora lo reivindico. Vivimos en un mundo en el que parece que solo importa el aquí, el ahora, lo tangible, lo que tocamos, pero lo que no se ve es formidable y determina lo que sí se ve.
– Has comentado en algunos medios que se trata de una novela escrita desde el placer. ¿Cómo abordas el proceso de escritura? ¿Eres disciplinada, sistemática y estructurada o eres más bien caótica y espontánea?
– Soy bastante disciplinada. Cuando escribo soy muy obsesiva, la historia a veces se expande hasta el punto de que olvido todo lo demás. Necesito dedicarle bastantes horas.
– ¿Sueles tener en mente el tipo de público al que te diriges?
– Tengo la sensación de que escribo para mí, lo cual no sé si es bueno o es malo.
– ¿Consideras que tus novelas atraen igual a ambos sexos?
– Sorprendentemente, mis novelas llaman la atención a hombres y a mujeres por igual. Y digo sorprendentemente porque considero que soy muy femenina escribiendo.
– Eres una gran defensora del feminismo de la diferencia. ¿Por qué consideras que el feminismo de la igualdad se te queda corto?
– Más que quedarse corto, creo que se ha superado por el propio peso de los tiempos. Hombres y mujeres tenemos una serie de diferencias, pero eso es algo magnífico. Claro que quiero igualdad con los hombres respecto a derechos, capacidades, etcétera, pero lo que no quiero es asimilarme al comportamiento masculino, porque genética y estructuralmente soy una mujer, y por tanto, distinta. Lo que considero que hay que hacer es ver lo bueno que podemos aportar cada uno, para ir en la misma dirección, complementándonos.