25 abril 2024

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Por la salud global, una excelente noticia para seguir caminando

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José Mora Galiana. He tenido que esperar hasta el martes 6 de octubre para ver escrita una excelente noticia. El contexto en el que nos movemos es bastante negativo y poco esperanzador. Sin embargo hay una excelente noticia que invita a seguir caminando y no desfallecer.

En el pasado mes de septiembre, en un debate abierto en internet dentro del grupo del humanismo del siglo XXI, he invocado la tradición grecolatina y otras vetustas raíces culturales para acentuar el sentido de la Comunidad Humana, como horizonte. En la segunda semana de octubre es buena noticia un balance de los denominados Objetivos de Milenio –un tanto silenciados en este 2015, por haber sido incumplidos dichos objetivos contra el hambre, la pobreza y las enfermedades -. Pero… ¿por qué es buena noticia? Porque nos vemos obligado a seguir caminando hacia un nuevo horizonte 2030, quizás utópico en el desarrollo humano, pero factible. Sin embargo, no es esa la excelente noticia.

Decía Cicerón en su Libro I de Las Leyes que, cuando uno intenta conocerse a sí mismo, cuando el espíritu conoce y cultiva las virtudes, cuando se siente unido a los suyos y a los demás; cuando contempla el cielo, las tierras, los mares, y toda la naturaleza…., se reconoce uno a sí mismo no como habitante de un determinado lugar, rodeado de las murallas de la ciudad, sino como ciudadano del mundo entero, visto como una sola ciudad…

Hoy, esa tarea no parece fácil. Pero hay personas que son incombustibles, a pesar de circunstancias políticas adversas, a pesar de las guerras del Oriente Medio, y de otros lugares del mundo del Sur, del Este y del Oeste, a pesar del despliegue armamentístico y las disputas de dominio, a pesar de los movimientos migratorios y el drama de los refugiados llamando a la puerta de las envejecidas murallas, a pesar de las grandes injusticias estructurales, y a pesar de los intereses de las multinacionales –incluidos los de las industrias farmacéuticas-.

Así es. Pero, a pesar de contextos adversos, la excelente noticia es la siguiente: “Tres investigadores ganaron… el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por desarrollar nuevos tratamientos contra enfermedades parasitarias que afectan a millones de personas”. Esa es la noticia: la lucha real y efectiva en favor de la salud global combatiendo la malaria, la elefantiasis y la oncocercosis – tres enfermedades relacionadas con la pobreza que, como dicen Antoni Plasència y Javier Solana, lastran el desarrollo económico y social de buena parte de la población mundial.

La malaria o paludismo (de “mal aire” o, del latín palus, ciénaga, en donde proliferan –como en marismas- los mosquitos transmisores-), sabemos que ha hecho y sigue haciendo estragos: más de 600.000 muertes en 2012 y más de 200 millones de enfermos, afecta gravemente a niños menores de cinco años y mujeres embarazadas.

La elefantiasis me llamaba a mí la atención, allá por los años 70, por la similitud con los elefantes de las piernas y los pies humanos por causa de filarias que obstruyen los vasos linfáticos.

La oncocercosis, descubierta hace un siglo, es transmitida por algunas especies de moscas negras, produce lesiones graves en la piel y los ojos e incluso es causa de ceguera.

Como vemos, vamos muy lentos pero podemos seguir avanzando en pro de la salud global de la Comunidad Humana.

Curioso constatar que los descubrimientos actuales se remontan a exigencias del Vietnam en la década de los 60 y que Mao, en China, en puertas del 70 creara un programa. Entonces, Tu Youyou fue nombrada jefa del proyecto del Instituto de Materia Médica China, en Pekín… En 1979 ya se publicó un primer estudio científico en inglés describiendo los resultados del compuesto (artemisia annua) una vez perfeccionado el experimento de la extracción derivada de cocer plantas de ajenjo chino…. ¡Hasta hoy!

Cuando se lo comenté a la pediatra de mi nieta, me dijo: ¡Hay! ¡Los intereses de las multinacionales farmacéuticas! Será, pues, necesario, urgir la aplicación de lo descubierto.

También en otros temas: la paz en Siria, o el drama de los refugiados, decimos: “No hay más tiempo que perder” –me uno al grito de Javier Solana, del día 2 de octubre -. Vamos muy lentos pero no perdemos la esperanza, que nos fortalece.

El Premio Nobel de Medicina a Tu Youyou, a Wiliam Campell y a Satoshi Omura es una excelente noticia para seguir caminando hacia el horizonte de la salud global de la Comunidad Humana.

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