‘Los héroes del mal’, la perdición salvaje de tres jóvenes marginados en busca de la felicidad

La adolescencia es la etapa de la vida de estos tres chicos que aborda la cinta.
La adolescencia es la etapa de la vida de estos tres chicos que aborda la cinta.
La adolescencia es la etapa de la vida de estos tres chicos que aborda la cinta.

Carlos Fernández / @karlos686. Soledad, adolescencia, música clásica, desamor, sexo… son algunas de las palabras que describirían la poderosa y siniestra Los héroes del mal, película que supone el debut en el guión y dirección de Zoe Berriatúa. La adolescencia no es una época marcada por los likes en Facebook o por el pesado bombo que se le da a la popularidad en el pesado cine dirigido a los mismos adolescentes; Berriatúa se introduce en los demonios de tres adolescentes marginados que buscan la felicidad actuando a través de la venganza, la ira y la violencia fuera de todo convencionalismo moral.

El discurso poético de algunas escenas, acompañadas por la lírica banda sonora, llena de compositores clásicos como Britten, Kachaturian o Shostakovich, otorga un inteligente aire de perdición salvaje que no podría haberse logrado expulsando de la propuesta dichos riesgos argumentales que resultaron favorecerla y embellecerla.

Sin actores famosos, banda sonora convencional, ni escenas de superación personal (Berriatúa logra no caer en los tópicos que le alejarían de lo que realmente quiere contar) logra realizar un sincero y macabro retrato de la adolescencia en el que las circunstancias superan a la fuerza para crear, como diría Goya en aquel grabado sobre la ausencia de la razón, monstruos.

Con una sinceridad natural y una libertad poco corriente en el cine español, Los héroes del mal logra encabezarse como una de las mejores películas del 2015 inamoviblemente con escenas que homenajean al cine de Larry Clark, Gaspar Noé o Harmony Korine y no olvidando bajo ningún concepto esos poderosos créditos iniciales al ritmo de The Young person’s guide to the orchestra de Benjamin Britten que componen, junto a los créditos de Balada triste de trompeta, los mejores comienzos musicales de nuestro cine en la actualidad.

La película, sin miedo a los giros de guión, logra evolucionar favorablemente hacía tres distintas etapas que fascinaran los ojos que se resienten ante la, muy agradecida, violencia y que, también muy agradecidamente, no muestra sus respuestas de forma cristalina.

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