Carlos Fernández / @karlos686. M.Night Shyamalan, guionista y director de las poderosísimas El sexto sentido y El bosque consigue regresar tras numerosos fracasos a sus orígenes llenos de cuentos, terror y sorprendentes giros de guión con La visita. Una divertida y elegante película, a la vez que pequeña, que consigue introducir a través de un falso documental rodado sobre los hombros de dos nietos que van a visitar a sus abuelos durante una semana, las más inquietantes emociones respaldadas, como casi siempre en Shyamalan, a través de cuentos y de la enérgica presencia del agua.
Empeñado en anunciar sus películas como terroríficas, Shyamalan demuestra una vez más que él no quiere provocar terror en el espectador sino hablar del miedo, siempre desde un punto de vista, presuntamente, original y desbordadamente fantástico. La filmografía de Shyamalan se ha visto muchas veces perjudicada por su íntegro respeto hacia sus historias, ya sea desde películas tan fallidas como Airbender o El incidente, pero La visita supone un reencuentro del Shyamalan creador de atmósferas con ese cine que habla más del miedo que del susto o del terror facilón.
De esta forma, La visita funciona como una divertida comedia de terror que bebe de las primeras de Shyamalan así como de las comedias negras noventeras de Peter Jackson o El proyecto de la bruja de Blair. “Tengo un ataque de oscuridad… por eso río, la risa manda la oscuridad a una cueva”, menciona la siniestra abuela de esta película en un momento donde se define la línea argumental que pretende seguir Shyamalan, creando una divertida fábula sobre el miedo donde los personajes podrán crecerse contra sus enemigos al enfrentarse a sus temores (muy parecido a Señales o El sexto sentido en lo referente a esto).
Fuere como fuera, La visita es la mejor película de su director en muchos años y por fin ha vuelto a sacar su talento culinario del horno.