José Mora Galiana. La mañana del martes, día 1 de septiembre, he observado en una calleja de un “barrio caribeño” de Legazpi, en Madrid, cómo a una viejecita que entraba en su casa se le cayó el monedero y dos personas le ayudaban a recoger su dinerito esparcido por la acera. Curiosamente, en la metrópoli andaluza de Sevilla, se estrena en la guarde mi nieta Luna, que nació el día del trabajo del año pasado, y que tiene orígenes cercanos al elefante Mbo –tanto de aquellas llanuras y riberas negroafricanas como de estas tierras de ciudades y pueblos ibéricos-. Pero el miércoles, día 2, vuelve a su “guarde” la hispano alemana Olivia. Circulan las mercancías, pero circulan también las personas, como las aves migratorias sin fronteras celestes. En Europa, este nuevo curso, tendremos que aprobar una asignatura de cultura ilustrada, que pide libertad, igualdad y fraternidad –de la que recibimos lecciones prácticas a diario en la vida cotidiana.
Pasadas las fiestas de “Moros y Cristianos”, a finales de agosto, del conjunto tribal, unos fuimos hacia el llano de la vieja metrópolis calurosa y otros volvieron a sus lugares madrileños de trabajo. Otros incluso cruzaron el mar Atlántico hacia ese inmenso estado federal que es Brasil. Como dice el refrán “cada mochuelo a su olivo”…Terminaron las fiestas, que siempre tienen de maravilloso el sentido lúdico de la vida, y el brindis por la salud.
En Ontinyent (Valencia), tierra de “moros y cristianos”, de “judíos” –entre los unos y los otros- y de nuevos obreros, universitarios y profesionales más bien laicos (pero no laicistas), la frase que solía reiterarse entre el 20 y el 24 de agosto era: «Estem en festes». Desde el inicio de eclosión callejera, con la entrada de las bandas de música, que culmina con la marcha mora más emblemática y singular que lleva por título «Ximo», me suelo formular algunas preguntas sobre estas manifestaciones ordenadas, comunitarias y, a la vez, explosivas. Pero este año 2015, viendo la entrada de moros y cristianos, el viernes 21 de agosto, como estaba rodeado familiarmente de muy distintos mundos y latitudes –incluso del Oriente-, me preguntaba qué entresacar como verdad o ideal a transmitir más allá de la realidad tal cual aparecía -cromática, festiva y sonora- ante nuestros ojos, locales pero cada vez más universales, ojos bien despiertos y abiertos por las luces de las calles y por la propia Luna, que presidía al anochecer, la bóveda celeste.
En http://www.desarrolloliberador.blogspot.com he transcrito mi pensamiento y consecuencia práctica. En la prensa internacional veo los temas de los refugiados, las sacudidas producidas por China –cuyo modelo económico parece agotarse-, la frágil democracia de Latinoamérica, la cuestión del ébola en el África Occidental, las rutas mortales de los migrantes del sur del Mediterráneo y del Oriente Medio hacia Europa; así como la cansina cuestión catalana…
Conclusión, aunque seamos más o menos brutos podemos también ser más y más humanos los unos con los otros. Pasó el tiempo de las guerras y la economía montada sobre el terrorismo y las armas.
Como ya he dicho, con motivo de la fiesta de moros y cristianos: “Con mucha vistosidad y barroquismo efímero, las fiestas de moros y cristianos vienen a decirnos que lo que fue, en su violencia ideológica y estructural o social, ya no tiene sentido y que merece la pena la convivencia y la hermandad, es decir, la concordia y el diálogo frente a la discordia y el terrorismo venga de donde venga”.
La asignatura pendiente empieza o puede empezar por un dicho latino: “Concordia discors”, es decir, concordia en la discordia.
¡Más nos vale!