Redacción. Un equipo dirigido por el Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES) ha descubierto, según informa la Agencia Sinc, una letrina de coprolitos –excrementos fosilizados– de hienas, con una concentración muy poco frecuente de restos de estas características del Pleistoceno. El hallazgo se ha efectuado en el Barranc de la Boella, en la provincia de Tarragona, donde los investigadores están realizando una campaña de excavación arqueológica.
El estudio de los fósiles permitirá saber cómo era la alimentación de estos animales y, consecuentemente, cuál era el entorno que acogió las sociedades homínidas que hace sobre un millón de años vivieron en aquel lugar, concretamente en el yacimiento que hoy conocemos como La Mina.
Palmira Saladié, codirectora de la excavación, ha manifestado que este tipo de heces «son unas buenas trampas para capturar y conservar el polen y, por tanto, los datos que se puedan obtener después el laboratorio de Arqueobotánica de nuestro instituto serán muy buenos para saber cómo era el paisaje y el clima de hace un millón de años».
Etología de las hienas. Los mismos coprolitos son unos buenos instrumentos para saber cómo era la conducta de las hienas hace un millón de años. «La letrina nos indica que su etología es posiblemente como la de la hiena manchada de la actualidad. Estos animales generan acumulaciones de excrementos como marcaje territorial», apunta Saladié.
En el mismo yacimiento, en La Mina, el equipo ha descubierto una importante colección de industria lítica, tanto las pequeñas astillas, como los guijarros que fueron usados como materia prima para elaborar las herramientas de piedra. Son sobre una cincuentena de piezas muy bien conservadas, hechas sobre sílex.
«Todo esto nos aportará muchos datos sobre la cultura de las primeras poblaciones humanas de Cataluña ampliando lo que ya sabíamos por las campañas anteriores», asegura Saladié.
Muchos recursos para carnívoros. A la espera del estudio en laboratorio, la misma arqueóloga avanza: «Ya de entrada esta asociación de coprolitos e industria lítica indica que tenemos un entorno con muchos recursos abundantes, porque viven en un mismo espacio dos de los más grandes depredadores del Pleistoceno: los homínidos y las hienas».
A esto hay que añadir, que los homínidos de hace un millón de años ya disfrutaban de buenas capacidades cognitivas, pues supieron adaptarse a un medio frecuentado también por estos animales, ya que debían estar en competición directa con estos grandes carnívoros. Además de las hienas, también debían luchar con otros grandes felinos.
La Mina del Barranc de la Boella es de cronología cercana a la Gran Dolina de Atapuerca. «Son dos yacimientos complementarios, porque en Gran Dolina tenemos el campamento donde vivían los homínidos y el Barranc de la Boella es un lugar donde obtenían recursos, pero no residían», concluye Saladié.