A.A. En 2010, el científico ruso Yuri Oganessian del Joint Institute for Nuclear Research de Dubna en colaboración con científicos del Oak Ridge National Laboratory de Estados Unidos descubrieron el segundo elemento más pesado del mundo. A pesar de este hallazgo, las normas de la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC) requerían para su reconocimiento oficial que al menos otro laboratorio independiente pudiera repetir el experimento, una confirmación que logró cuatro años después un equipo de investigadores en el centro alemán GSI. De este modo, el ununseptio pasó a ocupar el puesto 117 en la tabla periódica.
Reino Unido, Estados Unidos, Suecia, Alemania y Francia son los países que lideran el ranking de los descubrimientos de los elementos químicos, un tema que también origina disputas nacionales. A pesar de no estar en las primeras posiciones, España también ha aportado a la ciencia el aislamiento de importantes elementos químicos y tampoco queda exenta de los conflictos sobre la autoría de estos hallazgos.
El platino. En el siglo XVIII, la Academia de París decidió solucionar el problema de las dimensiones de la Tierra. Para ello nombró dos comisiones, una que partiría hacia Laponia y otra a Ecuador. La segunda comisión fue autorizada por Felipe V tras la solicitud del rey francés Luis XV y en ella participaron dos jóvenes oficiales, Antonio de Ulloa y Jorge Juan y Santacilia. Los españoles llegaron a Cartagena de Indias el 9 de julio de 1735, donde formaron la comisión junto a los científicos galos Godin, La Condamine y Bouguer.
Durante este viaje, el naturalista y militar sevillano Antonio de Ulloa y de la Torre Giral descubrió en las minas de oro del rio Pinto (actualmente Colombia) un mineral denominado platina. Todas las experiencias de esta expedición quedaron registradas en la Relación histórica del viaje a la América meridional, una obra que contiene mapas, descripciones de países y noticias del virreinato del Perú. Sin embargo, cuando regresaba a España en 1745, su barco fue atacado por corsarios británicos, Ulloa fue conducido a Londres y sus documentos fueron confiscados.
En Inglaterra, el español aprovechó su estancia para completar sus conocimientos y gracias al ministro de Estado, el conde de Harrington, que con anterioridad había ocupado el cargo de embajador en Madrid, fue presentado a Martin Folkes, presidente de la Royal Society. Ulloa asistió a las reuniones científicas y el 11 de diciembre de 1746 fue elegido miembro.
Junto a estos logros, el científico español también fundó el Real Gabinete de Historia Natural, que posteriormente dio lugar al Museo Nacional de Ciencias Naturales. Asimismo, creó el Observatorio Astronómico de Cádiz y el primer laboratorio español para la investigación de técnicas metalúrgicas.
Mientras tanto, en 1741 Charles Wood llevó a Inglaterra las primeras muestras de platino y, siguiendo la publicación de Ulloa de 1748, se comenzaron a estudiar en Inglaterra y Suecia las propiedades de este elemento tan valioso.
El tungsteno o wolframio. Este escaso material, cuyas diferentes aleaciones han jugado un destacado papel en industrias como Defensa, es el único elemento químico aislado en España. Este hallazgo fue descubierto en 1783 por los hermanos riojanos Juan José y Fausto de Delhuyar, quienes trabajaban en el Real Seminario Patriótico de Vergara (Guipúzcoa).
En 1781, el prestigioso químico sueco Carl Wilhelm Scheele, descubridor del oxígeno, nitrógeno, cloro, bario, manganeso y molibdeno, consiguió aislar el óxido del tungsteno (WO3) a partir de un mineral que fue llamado scheelita en su honor. Sin embargo, fueron los riojanos quienes aislaron el elemento puro.
Los españoles denominaron al elemento volfram por haberlo extraído de la wolframita. Finalmente la IUPAC se inclinó por el nombre tungsteno, aunque el símbolo sigue siendo W y las sales continuarán denominándose wolframatos.
El vanadio. En 1801, el madrileño Andrés Manuel del Río Fernández aportó un gran descubrimiento a la ciencia universal al hallar en una mina de plomo en Zimapán (México) el elemento 23 de la tabla periódica de los elementos químicos. El mineralista tomó diferentes compuestos y, al observar que cada uno tenía diferente color, lo llamó pancromo. Aunque finalmente decidió cambiar el nombre por eritronio porque su reacción provocaba un tono rojizo.
La comunidad científica mantuvo su escepticismo sobre el descubrimiento y cuatro años después el francés Hippolye Victor Collett-Descotils aseguró que el español no había aislado ningún elemento, sino cromato básico de plomo. Esa afirmación condujo a Del Río a retirar la reivindicación de su hallazgo.
Sin embargo, en 1830 el elemento fue redescubierto por el sueco Nils Gabriel Sefström en ciertos minerales de hierro. Debido a la riqueza de colores de sus sales lo denominó vanadio, cuyo nombre provenía de la deidad escandinava de la belleza Vanadis. Un año más tarde, Friedrich Wöhler estableció que el vanadio y eritronio eran el mismo elemento, de ahí que España y Suecia comparten a medias la autoría del descubrimiento. Además, ese mismo año el geólogo George William Featherstonhaugh sugirió que el elemento químico fuera renombrado rionium en honor a Del Río, pero la idea no prosperó.