16 abril 2024

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Cambio de vías: exportar, exportar y exportar

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BuqueVicente Vera Esteve. Aún nos quedan muy recientes los primeros pasos que dio España en el último tercio del siglo XX para despegar hacia un nuevo modelo de desarrollo y de crecimiento económico. Todo aquel que haya podido conocer un poco la historia económica del tardofranquismo o más bien del desarrollismo económico sabrá que me estoy refiriendo al Plan de Estabilización Económica aprobado en julio del año 1959. Fue a partir de ese momento cuando España iniciaría un auténtico proceso de regeneración económica, que no política, aún coleaban 15 largos años de dictadura. Les recomendaría que acudiesen a las bibliotecas públicas y deléitense con los análisis y anécdotas que dos magníficos economistas españoles han dejado como legado para futuros estudiosos de los avatares de la economía española, Fabián Estapé y Ramón Tamames. Años que reflejaban de alguna manera cómo España iba dejando atrás aquellos episodios de sordidez, autarquía y hambruna de una interminable posguerra. Poco a poco el país y la economía española parecían haber encontrado lo que ahora venimos denominando la luz al final del túnel.

He querido remontarme a estos tiempos difíciles, de emigración a Alemania, Suiza, Francia, que junto con los exiliados de la Guerra Civil en 1939, formaban ya numerosas colonias de españoles, y paradójicamente aún faltaba un largo trecho para ser miembros del entonces Mercado Común y luego Comunidad Económica Europea donde, ahora sí, se firmaron los acuerdos de adhesión y después la consecuente integración, siendo miembros de pleno derecho. Recordaremos que uno de los derechos de ese tratado no era otro que la libertad de circulación de personas y capitales dentro de la geografía de países miembros. Aunque en realidad han circulado más los capitales que las personas.

Todo este prolegómeno se debe a la necesidad de contar con un escenario económico que nos explique el comienzo de la exportación española a Europa y los Estados Unidos. Todavía no disponíamos de un tipo de cambio peseta/ dólar, que permitiera a los precursores de las empresas exportadoras saber con exactitud qué cambio monetario tenían que indicar a sus clientes para el pago de las operaciones de comercio exterior. Y todo este enjambre legislativo y decretos leyes lo relatan magníficamente bien los dos economistas anteriormente citados. Al ser una economía muy intervenida y no existir un mercado libre de cotización de las divisas, se procedió a establecer un cambio inicial de 42 pesetas por dólar. A la luz de estos rudimentos económicos, fuimos capaces de superar todos los obstáculos políticos y económicos que se le fueron planteando al proceso inicial de estabilización económica.

Dicho esto, nos encontramos en 2015 y ya diseñando lo que habrá de ser el horizonte de las empresas españolas hacia 2020. Han pasado ya más de 50 años de todo lo que les he contado hasta ahora, a veces es importante conocer la Historia para poder entender todo lo que nos está pasando ahora o, por lo menos, obtener algunas claves para interpretar el destino de los pueblos. Nos encontramos saliendo de una crisis financiera muy severa, muy dura. Nos está costando sangre, sudor y lágrimas que dijo W. Churchill. Se ha dejado atrás un modelo de crecimiento basado en el sector inmobiliario y financiero, este último como padrino perturbador del orden económico capitalista.

La coyuntura económica internacional nos vuelve a favorecer, como en los años 60 del siglo pasado, no es extrapolable, pero se dan las circunstancias adecuadas para esforzarnos, cohesionarnos más, para salir adelante y volver a recuperar la estabilidad que perdimos hace ya ocho años. Y esos impulsos positivos vienen por el lado de la política monetaria con la intervención del BCE en la compra de deuda, manteniendo una prima de riesgo muy controlada. Una paridad dólar/euro que permite aumentar las exportaciones no solo a Europa sino a toda America, la del Norte y la del Sur, Australia, China, etc. Y sobre todo, la estabilización del precio del petróleo durante algún tiempo.

Internamente, la devaluación salarial ha hecho que recuperemos competitividad en los mercados. En aquellos años 1950-1970, España gozaba de bajos salarios y nula presión fiscal, en poco tiempo nos convertimos en grandes exportadores. Un sector clave en la exportación durante dicha etapa fue el sector calzado, desarrollándose una potente industria zapatera en torno a zonas de la Comunidad Valenciana como Elda y Elche, entre otras. De modo que, no podemos desaprovechar este momento exportador, sería suicida no trabajar todos juntos por conseguir consolidar un modelo de internacionalización, no solo de bienes de consumo sino también de tecnología y bienes de equipo. Sé que estamos en un año plenamente electoral, aun así el gobierno no debería cejar en el empeño por incrementar las posibilidades y los recursos para animar a los empresarios hacía el mercado exterior: Aprovechemos la plataforma de ICEX, ésta puede cumplir un papel dinamizador muy importante. Y aunque sea un tópico a estas alturas de la película, fomentar el made in Spain sigue constituyendo un eficaz elemento de marketing a pesar de vivir en un mundo económico globalizado. Y no solo entiendo que cabe exportar más a través de ferias internacionales, representantes comerciales en países compradores sino también favoreciendo el comercio internacional por Internet, esta herramienta está creciendo de manera espectacular en los últimos tiempos y es la tendencia futura.

Para concluir, les cuento un par de anécdotas narradas por el propio Fabián Estapé a lo largo de su participación en el Plan de Estabilización en julio de 1959. Decía que cuando el dólar estaba a 42 pesetas, le comentó a Ullastres que a 58 pesetas se podría aguantar. El Plan tuvo un éxito rotundo y arrancó ese mismo 18 de de julio a 58 pesetas. El ministro Ullastres se presentó en El Pardo para explicar el nuevo cambio monetario. Cuando regresó les dijo: “Dice el general que lo pongamos a 60 que es más redondo”. También contaba Estapé que en algún momento era necesaria una devaluación, en una de aquellas cuando se lo propusieron a Franco, este respondía “que la moneda es como la bandera nacional: no se baja nunca. Añadía que su hija Carmencita había viajado a Estados Unidos y con el dólar a 36 pesetas todo le había salido muy barato”. Sirvan estas palabras como recuerdo del gran maestro de economistas.

 También puedes seguir a Vicente Vera en www.quemarropa.com

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