Promueven la observación del lobo para facilitar su conservación

Un lobo adulto. / Foto: Fernando Gallego.
Un lobo adulto. / Foto: Fernando Gallego.

Redacción. Ecologistas y empresarios del sector turístico se han aliado para promover un tipo de actividad que permita la conservación del lobo. Así lo han puesto de manifiesto responsables de la ONG Ecologistas en Acción junto con la empresa ‘Llobu’, que promueve en la Sierra de la Culebra (Zamora) el llamado ‘turismo lobero’, basado en la observación de estos ejemplares, junto con otras especies.

Para Ecologistas en Acción, de este modo, se fomenta un turismo «respetuoso con la naturaleza», según recoge en uno de sus informes, porque se difunden «los valores naturales de la fauna salvaje al tiempo que se contribuye a dinamizar economías locales generalmente deprimidas en estrecha colaboración con comercios y guías autóctonos».

Por su parte, el director de ‘Llobu’, Javier Talegón, uno de los empresarios pioneros del sector, asegura que se trata de «un turismo responsable en zonas naturales que conserva el medio ambiente y mejora la vida de la población local» y considera que el negocio «bien planteado puede ser bueno para la conservación».

Este tipo de turismo empezó en Canadá en la década de los sesenta con campings para escuchar el sonido de los lobos. En la actualidad, la Sierra de la Culebra (Zamora) es el epicentro del turismo lobero, asociado a la observación de la especie y en donde también se puede ver otras especies como el oso pardo.

Talegón reivindica la Sierra de la Culebra  (Zamora) como lugar clave para practicar este «turismo creciente que está haciendo sombra a la caza» y que «puede generar muchísima riqueza», gracias al «relieve que favorece la despoblación humana, la vegetación y el paisaje» de la zona. La Reserva se extiende por más de 700 kilómetros cuadrados de buena parte de las comarcas zamoranas de Carballeda, Sanabria y Aliste y posee algo menos de 8.200 habitantes repartidos en 41 localidades. Otra de las ventajas es la nula conflictividad. «Aquí todo el mundo sabe a lo que viene la gente», subraya Talegón.

En este sentido, el portavoz de Ecologistas en Acción, Teo Oberhuber, ha recordado que en el caso de la Sierra de la Culebra, en el año 2012 se recaudaron unos 36.000 euros provenientes de los trofeos de caza del lobo, mientras que las pernoctaciones y las comidas en los establecimientos relacionados con el turismo del lobo produjeron 600.000 euros de ingresos. «El lobo vivo vale mucho más que el muerto», asegura Oberhuber.

No obstante, existen varios inconvenientes hacía el lobo si no se realiza con precaución este tipo de turismo, ya que «la alteración del uso del hábitat hacen que los lobos se vayan a zonas de segunda o tercer calidad», se suele producir acumulación de basuras o residuos que dañan el medio y un desgaste energética en el animal cuando huye tras observar al hombre. Por eso, Talegón afirma que «la ética es fundamental» y señala que «hay que marcar una línea imaginaria que no se puede dejar pasar».

El empresario recalca la presencia de extranjeros al tiempo que lamenta la escasa visita de familias. «Hace falta que los niños conozcan a los lobos ya que no veo a jóvenes que tengan inquietudes en el campo», asegura Talegón quien señala que la media del visitante es de 40 años, «la generación de Félix Rodríguez de la Fuente».

Los visitantes pueden realizar distintas actividades como rutas medioambientales, observación de la fauna, micología, educación ambiental o visitas personalizadas, sin embargo, la ‘espera al lobo’ se convierte en la actividad principal durante la estancia. Los turistas realizan largas esperas desde un punto estratégico para observar al animal a pocos metros de distancia. La nocturnidad es una estrategia para pasar desapercibidos, por eso el amanecer es el mejor momento para realizar esta actividad. El silencio y los prismáticos también son elementos a tener en cuenta para poder visionar al lobo.

Pero detrás del lobo también se encuentra una importante cultura. ‘El Cortello de Lobos’ en la localidad de Lubián es muestra de ello. Una trampa para cazar a los lobos que atravesaban el pueblo es parte del patrimonio cultural que ha dejado el animal en España. Se trata de recinto de piedras en forma circular y con parte del muro al nivel del

terreno, en donde se colocaba una cabra o una oveja a modo de cebo. El lobo saltaba y quedaba atrapado. Al ser descubierto, los paisanos lo apaleaban hasta matarle y le paseaban por las calles de la comarca a modo de trofeo. Una tradición que llegó ha realizarse hasta los años sesenta.

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