Investigadores hacen un análisis crítico sobre las posibilidades de crear vida artificial

Las máquinas pueden tener emociones sintéticas.
Las máquinas pueden tener emociones sintéticas.
Las máquinas pueden tener emociones sintéticas.

Europa Press. Investigadores del Institut Cavanilles de Biodiversitat i Biologia Evolutiva de la Universitat de València (UV) han elaborado una revisión crítica sobre el estado actual de la biología sintética, una de las disciplinas más recientes de la ciencia actual, y de las posibilidades futuras de fabricar vida en el laboratorio.

El profesor de Bioquímica y Biología Molecular Juli Peretó y el responsable del Grupo de Biotecnología y Biología Sintética, Manuel Porcar, acaban de publicar ‘Synthetic Biology. From iGEM to the Artificial Cell’ (Springer), donde estudian la historia, las definiciones y las fronteras de la biología sintética en un contexto internacional.

La obra analiza tanto la perspectiva norteamericana más próxima a la ingeniería, como la europea, con un posicionamiento científico «más cauteloso» sobre el diseño de células artificiales, según ha informado la institución académica en un comunicado.

Los autores también alertan de los riesgos de un exceso de entusiasmo al presentar los resultados de la biología sintética al gran público. El germen de esta publicación -que ha recibido el apoyo del proyecto europeo ST-FLOW- fue un artículo donde reflexionaban sobre si realmente, hoy en día, se hace biología sintética en los laboratorios.

Con ‘Synthetic Biology. From iGEM to the Artificial Cell’, se ha elaborado «un análisis crítico del estado actual de la biología sintética, debido a su crecimiento masivo e impacto mediático, con el objetivo de ordenar el debate de esta disciplina nueva y controvertida», ha apuntado Peretó.

Fronteras de la biotecnología. Entre otras cuestiones, los autores plantean el grado de complejidad para establecer las diferencias entre biología sintética e ingeniería metabólica. Ambas disciplinas tienen en común la metodología, pero se diferencian en la asunción de los ‘dogmas’ propios de la ingeniería por parte de la biología sintética. Para los autores, «buena parte del problema radica en el hecho que esta asunción no se justifica en la mayoría de los casos», argumentan.

Peretó y Porcar reconocen, entre los retos todavía no logrados de la biología sintética, «el desarrollo de una forma diferente de biotecnología que use sistemas biológicos estándar y predictivos para objetivos industriales, como por ejemplo el diseño de fármacos, aplicaciones de biorremediación en la naturaleza, soluciones para mitigar el cambio climático, etcétera».

Es decir, «una biología sintética desde el punto de vista de la ingeniería hacia la biología«, ha indicado Porcar. El libro también hace un repaso a los diez años de recorrido del concurso internacional de biología sintética para estudiantes iGEM, en el que los autores han participado con varias promociones de jóvenes estudiantes de la Universitat de València, con un éxito destacado.

El grupo de investigación de Biotecnología y Biología Sintética del Institut Cavanilles de la UV trabaja en varios aspectos relacionados con la microbiología aplicada. Sus integrantes se han centrado en el estudio de los organismos modificados genéticamente y tienen experiencia con la bacteria ‘Bacillus thuringiensis’, algunos de cuyos genes se utilizan para la construcción de plantas transgénicas (maíz, tabaco, patata) protegidas del ataque de los insectos.

En el marco de la biología sintética, estos investigadores buscan bacterias, genes y enzimas con potencial industrial para la producción de biocombustibles, por ejemplo, a la vez que construyen dispositivos biológicos diseñados para producir calor, luz o, incluso, electricidad.

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