Ana Amador. Cada año, la llegada del verano invita a emprender el Camino de San Olav, una peregrinación que destaca, sobre todo, por los 650 kilómetros en Noruega que enlazan las ruinas de Mariakirken en Middelalderparken (Oslo) con la catedral de Nidaros en Trondheim, en la que se encuentra la tumba del santificado rey Olav Haraldsson.
Hermanada con esta famosa ruta, en la localidad burgalesa de Covarrubias se halla el Camino de San Olav, un trayecto de 60 kilómetros que conecta la emblemática catedral de Burgos con la ermita de San Olav y se cruza con el Camino de Santiago. Esta construcción, erigida en 2011, cumplió al fin la promesa hecha 750 años atrás a una princesa vikinga, cuyos restos descansan en el claustro de la colegiata de Covarrubias.
La vikinga de Covarrubias. El año 1257 la princesa Kristina de Noruega abandonó su tierra natal y emprendió un largo viaje hasta Castilla para contraer matrimonio, ya que el rey Haakon IV (su padre) había pactado con Alfonso X el Sabio sellar una alianza entre los dos reinos. De este modo, el monarca español buscaba un apoyo en su carrera por el trono del Sacro Imperio Romano Germánico y el rey Haakon IV veía notables beneficios para solucionar las dificultades comerciales con la ciudad imperial de Lübeck, que le abastecía de trigo.
El viaje de la princesa Kristina desde Tönsberg hasta Valladolid, acompañada por su séquito de más de 100 hombres y damas de la corte, está descrito con precisión en Hakonar saga Hakonarsonar, perteneciente a Sagas de reyes de Sturla Thordarson (escrita entre los años 1264 y 1265) y la versión en castellano elaborada por el profesor Vicente Almazán.
Según las crónicas, cuando la princesa vikinga llegó a Palencia, el rey Alfonso X, que se encontraba en Valladolid celebrando nuevas Cortes, fue a su encuentro y la acompañó a Valladolid, donde fue recibida con grandes muestras de afecto. A las Cortes solían asistir los miembros de la familia real, así que el rey aprovechó la oportunidad para que conociese a sus hermanos casaderos (Fadrique, Sancho y Felipe). Kristina al final escogió a don Felipe, arzobispo electo de Sevilla pero sin vocación eclesiástica, con quien contrajo matrimonio en la colegiata de Valladolid el 31 de marzo de 1258.
La pareja de recién casados se trasladó a Sevilla, ya que la corte se había instalado en la ciudad andaluza tras la reconquista por Fernando III en 1248. Sobre la relación matrimonial se sabe que fueron felices, pero desgraciadamente la dicha duró poco debido a la prematura muerte de la joven cuatro años después. La princesa fue enterrada en el claustro de la colegiata de Covarrubias, lugar en el que su esposo había sido abad. Hasta allí peregrinan sus devotos para rendirle homenaje y, según una leyenda de esta villa medieval, las doncellas solteras que hagan sonar la campana que hay junto a su sarcófago encontrarán esposo en el plazo de un año.
El Camino de San Olav en Burgos. Esta ruta puede entenderse como una traslación a nuestro país del Camino de San Olav Europeo, que consiste en una red de caminos de más de 5.000 kilómetros que recorre toda Escandinavia y cuyo trayecto más famoso es el que enlaza las ruinas de Mariakirken en Middelalderparken con la catedral de Nídaros en Noruega.
En el caso de España, el motivo de la construcción de la ermita de San Olav se debe a que, antes de morir a los 28 años, la princesa Kristina hizo prometer a su esposo que construiría allí un templo en honor al santo noruego. La promesa logró cumplirse el 17 de septiembre de 2011, 750 años después, y la capilla fue construida en el Valle de los Lobos de Covarrubias.
El Camino de San Olav español, que fue inaugurado el 28 de abril de 2012, parte de la Plaza del Rey San Fernando, situada junto a la emblemática catedral de Burgos, y prosigue por la Vía Verde de la ciudad, un recorrido que ha transformado la vieja línea de ferrocarril Santander-Mediterráneo en el lugar perfecto para caminar o montar en bicicleta.
Este trayecto continúa por las localidades de Cardeñadijo, Modúbar de la Emparedada, Modúbar de la Cuesta, Modúbar de San Cebrián y Los Ausines. En éste último su intenso pasado aún se refleja en la arquitectura de las casas y los elementos románicos conservados en la iglesia de Santa Eulalia (barrio de Quintanilla), la ermita de Nuestra Señora del Castillo (barrio de San Juan) y la iglesia de San Miguel (barrio de Sopeña)
Paralelo al río Ausín, el camino avanza por Revilla del Campo, Quintanalara, Peñalara y Cubillo del César. Concretamente, en Quintanalara se puede visitar el Menhir de Cantohincado del periodo Neolítico y más adelante la ruta se adentra hasta los Sabinares del Arlanza, que representan el mayor sabinar de Europa.
En estas tierras castellanas, el sendero continúa hasta Cubillejo de Lara, donde se encuentra la iglesia dedicada a San Martín y uno de los dólmenes más destacados de la provincia de Burgos. Además, los amantes de la cultura pueden observar las abundantes huellas de dinosaurios y visitar la iglesia de Santa María de Lara, una destacada reliquia del pasado visigodo de Quintanilla de las Viñas.
Robles, encinas y sabinas serpentean el sendero, rico también en huellas de dinosaurios, hasta llegar a Mambrillas de Lara, vinculada estrechamente a las más ancestrales tradiciones épicas de la literatura medieval, como son la leyenda de Los siete infantes de Lara y el Poema de Fernán González. Este último está considerado el primer conde castellano y su castillo, ya en ruinas, aún puede divisarse en el Picón de Lara (Lara de los Infantes). En este punto comienza la última travesía del Camino de San Olav, que desemboca en la ermita de San Olav.
Los peregrinos continúan hasta la preciosa villa medieval de Covarrubias, que destaca por famosas construcciones como el Torreón de Doña Urraca, una importante construcción mozárabe del siglo X; y la iglesia de la Colegiata de San Cosme y San Damián, un hermoso edificio gótico de finales del siglo XV. En su interior descansan personajes ilustres como Fernán González y su esposa Doña Sancha. Aunque, sin duda, los viajeros del Camino de San Olav visitan su claustro, donde se encuentra el sepulcro de Kristina de Noruega, que fue descubierto en 1958.
Para rendir homenaje a la joven noruega, en 1978 la ciudad de Tönsberg donó a Covarrubias una estatua de la princesa que actualmente se puede contemplar a las puertas de la colegiata. Asimismo, en 1992 surgió la Fundación Princesa Kristina de Noruega, una entidad cuyo objetivo es potenciar las relaciones entre España y Noruega rememorando la antigua alianza entre Alfonso X y Haakon IV.