Ana Rodríguez. Han pasado casi 100 años desde que Humberto Cornejo se lanzara a la aventura de la confección en un pequeño local de Madrid. Ahora, son sus nietos y biznietos los que se encargan de este negocio que, pespunte a pespunte, ha ido creciendo y especializándose, casi sin quererlo, en un sector muy concreto: el del cine.
María Ortega, directora de producción y biznieta de Humberto Cornejo, cuenta que en 1920 su bisabuelo, tras estar viviendo tiempo en el extranjero, regresó a Madrid para casarse con su bisabuela, Gavina. Uno de los regalos de bodas fue una colección de diez trajes, que les entregaron para con ellos montaran algún negocio con el que ganarse la vida. Así pues, el nacimiento de esta empresa familiar “no fue algo premeditado”, explica Ortega, más bien fue el destino el que hizo que aquellas prendas cayeran en las manos del hombre adecuado, que supo sacarles partido abriendo una pequeña tienda en la calle Esgrima de Madrid.
Con mucho esfuerzo, la sastrería salió adelante y fue ampliando sus instalaciones, afrontando los años de guerra y postguerra, “tirando todos del carro” explica María, haciendo referencia tanto a su familia como a otras muchas que desde el principio ligaron su destino al de la empresa madrileña. “Tenemos en la actualidad empleados cuyos padres y abuelos trabajaron con los míos”, indica la directora de producción, lo que demuestra la lealtad y tradición alcanzadas en la sastrería después de una trayectoria de 95 años.
A día de hoy, la empresa se dedica tanto al alquiler de vestuario como a la confección de trajes destinados a un sinfín de situaciones: películas, series, spots, cabalgatas de Reyes, funciones de colegio, representaciones teatrales, zarzuelas, musicales y un largo etcétera.
Y es que, con más de un millón de trajes en su ‘armario’, Cornejo se ha convertido en una de las sastrerías del mundo que mayor variedad ofrece, ofertando atuendos que abarcan prácticamente cualquier época histórica, desde Egipto a los años 60. Este hecho no ha pasado desapercibido para las grandes producciones internacionales, que continuamente requieren de sus servicios.
Así, este 2015 podremos ver, por lo pronto, vestuario confeccionados en los talleres madrileños en películas como Cinderella (Cenicienta), dirigida por Kenneth Branagh, o Hands of Stone, de Jonathan Jakubowicz. De Cornejo han salido las prendas de Éxodus, Into the Woods, In the heart of the sea, Maléfica, Drácula: la leyenda jamás contada, Pompeya, Caníbal, Las brujas de Zugarramundi, Libertador, La voz dormida, de las series Juego de tronos –a la que alquilaron entre 400 y 500 trajes para todas las temporadas-, Imperium,… citando sólo los audiovisuales más recientes, pues la lista completa es interminable.
La fama mundial de Cornejo ha ido creciendo poco a poco, pero fue el productor de cine estadounidense Samuel Bronston quien dio un pequeño empujón para que la empresa española diera un salto internacional. Rey de Reyes (1961), El Cid (1961), 55 días en Pekín (1963) y La caída del Imperio Romano (1964) fueron rodadas en España y producidas por Bronston, encargando el vestuario para las mismas en esta sastrería familiar que, hasta ese momento, se había limitado al cine y teatro nacionales.
Pero ¿por qué producciones de todo el mundo acuden a la entidad madrileña? “Existen otras empresas que hacen lo mismo que nosotros, en Londres hay dos, en Madrid hay otra… no hemos inventado nada. Quizá nosotros estemos más dedicados al cine. Lo que sí es cierto es que otras casas en Europa están más especializadas en un siglo en concreto, mientras que nosotros tenemos vestuarios de todas las épocas, en variedad y cantidad, y ofrecemos buenas condiciones y un trato excelente al clientes”, argumenta María Ortega.
Los encargos de fuera suponen el 70% del trabajo de Sastrería Cornejo, lo cual ha hecho que notaran la crisis, pero no tanto como otros sectores. En este sentido, Ortega afirma que “hace dos años fue el más flojo, pero el cine internacional sigue funcionando a un altísimo nivel y es nuestro principal cliente. Nos sentimos privilegiados y afortunados porque, con la que está cayendo, seguimos haciendo lo que nos gusta y ofreciendo nuestro vestuario”.
El porcentaje restante de encargos son nacionales, principalmente de series como Velvet, Águila Roja, Víctor Ros, El secreto de Puente Viejo, El tiempo entre costuras, Toledo, Isabel... y muy pronto en la continuación de esta última sobre la vida de Carlos V.
Desde hace 14 años, Sastrería Cornejo, que actualmente tiene una plantilla que alcanza casi el medio centenar de trabajadores, tiene sus instalaciones en la calle Rufino González de Madrid, un espacio de 3.000 metros cuadrados en el que se ubican sus oficinas, talleres y una parte del stock (el resto del vestuario y calzado se guarda en naves). En ellos confeccionan, toman medidas y eligen las telas hasta los últimos adornos y retoques, incluso disponen de salas de trabajo acondicionadas para facilitar la labor de los figurinistas, librería y archivo de documentación.
En este sentido, no es extraño ver desfilar constantemente por el edificio de la Sastrería a actores de teatro, cine o televisión para probarse las prendas y hacer los correspondientes arreglos. “Por ejemplo, Paula Echevarría y Miguel Ángel Silvestre vienen mucho ahora por Velvet y, a título personal, me impresionó mucho ver a Pierce Brosnan y a Robert de Niro. Tenerlo ante ti impone, pero en general son todos gente muy normal, profesionales que hacen su trabajo y normalmente, casi ninguno se queja”, indica divertida Ortega.
A lo largo de su casi siglo de vida, Cornejo ha participado en varias películas galardonadas con premios al Mejor Vestuario en los Goya, César y Bafta, además de en las ganadoras del Oscar al mejor Diseño de Vestuario Doctor Zhivago (1965), Cromwell (1970), Nicolás y Alexandra (1975), Shakespeare in Love (1998), Gladiator (2000), Elizabeth: La edad de oro (2007) y Ana Karenina (2013), existiendo la posibilidad de engrosar esta lista este 2015 con las nominadas Maléfica e Into the woods en la citada categoría.
La trayectoria de la empresa que fundó su bisabuelo es motivo de orgullo para Ortega, quien asegura que “crecemos en cada película que hacemos y lo que queremos es seguir trabajando tan bien como lo hemos hecho hasta ahora, seguir al mismo nivel”. Un objetivo que, a buen seguro, logrará alcanzar esta cuarta e innovadora generación de sastres.
