25 abril 2024

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La “duda” griega

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Benito A. de la Morena. Le decía hace poco a un amigo que “yo siempre he diferenciado entre el inteligente y el listo, siendo este segundo el que habitualmente consigue mas relumbre y beneficio material en la vida, dejando al primero el placer de lo sensible y esa espiritualidad que reconforta y también te hace feliz; que La cultura ayuda en ello, si bien entiendo que la cultura sola no te hace inteligente, pero ayuda bastante pues promueve a la reflexión y al razonamiento que tanta falta nos hace para hacer felices también a los que te rodean, al controlar el ego personal que todos llevamos dentro; y que no es fácil alcanzar la felicidad, pero si estoy seguro que la encuentra mejor el inteligente que el listo y, al fin y al cabo, ahí radica el sentido de la vida del ser humano y su existencia planetaria”.

Todas estas reflexiones eran a colación de un par de artículos que él publicaba sobre “La inteligencia” y otros sobre “los Miserables” del insigne Víctor Hugo en el que mi amigo se preguntaba: “¿Por qué nos dejamos llevar por el pensamiento único y no disentimos? ¿Por qué nos dejamos arrastrar por el encantamiento de tanto embaucador si sabemos que nos están engañando, que sólo somos un eslabón de la cadena que nos ata a sus exclusivos intereses crematísticos? ¿Por qué?”

Y como estas reflexiones han coincidido con los resultados de las recientes elecciones griegas y los grandes debates semánticos que nos embargan y agobian sobre su posible repercusión en la UE, me ha parecido apropiado someterlos al criterio de los lectores, pero de manera justificada y sin entrar en valoraciones sobre si lo uno es mejor o peor que lo otro.

Yo pienso que la inteligencia es inversamente proporcional al apasionamiento pues entiendo que ello conlleva a una manera más visceral de plantearse las cosas, lo cual promueve escenarios donde aparecen los “listos” que se aprovechan del desconocimiento de la gente sana y llana. Claro está que, entre las personas “reflexivas” de los gobiernos que nos ha tocado lidiar en estas ultima décadas, han salido gran cantidad de corruptos “listos” que también se han aprovechado de ese desconocimiento de la gente sana y llana, por eso se ha promovido un cambio sonoro en Grecia y el consiguiente alarmismo en el seno de los mercados, al temer que se pueda resentir el sistema preestablecido de estabilidad monetaria, hasta ahora sin consolidar.

Leyendo las preguntas que se hacía mi amigo, creo que los griegos le han dado respuesta, pues han disentido del pensamiento único al sentirse el pueblo engañado por el encantamiento de los sistemas tradicionales a los que apoya esa falsa interpretación de una justicia que emplea cinco años en dirimir sobre los ERES, Barcenas, los Pujols y otros miserables, creando el desencanto y la reacción popular contra el sistema judicial de ellos, de los “listos” corruptos.

Me cuesta emplear la palabra, pero no queda otro remedio pues en Grecia lo han elegido, me refiero a Podemos. Los partidos se han volcado en desprestigiar a ese grupo que, posiblemente, no sea el más adecuado para la transición tranquila que necesitamos en ese deseo paulatino de volver a coger la confianza en el sistema, como proponen ahora los líderes políticos, pero con esa estrategia de desprestigio sistemático, que solo pretende meter el miedo a los votantes de la clase media, sean del color que sea, solo consiguen que el resto de los ciudadanos no acomodados del sistema y muy desilusionados, les vean como adalides, pues muchos no pueden estar peor, ya que el que no está en el paro directamente, tiene algún miembro de la familia en ello y, mientras tanto, sigue habiendo esa injusticia social que alcanza a todos, a los cultos y a los menos cultos, promoviendo el caldo de cultivo adecuado para que lleguen los “ listos” y a volver a empezar.

¿Justo o injusto?, a mi me parece de toda lógica, aunque crea que no es lo mejor, pues congrega a gente demasiado desilusionada, que seguro tampoco espera mucho de Podemos, pero sí que con ello dan, al menos, su justo castigo a los gobernantes “inteligentes” que nos han llevado a este desánimo, del que no nos saca ni la leve recuperación económica del Gobierno de Rajoy, pues lo que se ha perdido es algo más que dinero, es la credibilidad y la confianza, dando pie al riesgo que toda confrontación conlleva, pues el pueblo ya se está “levantando” contra el sistema.

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