Ana Amador. Frente a las costas gaditanas de San Fernando y Chiclana de la Frontera se encuentra un lugar único que destaca por su bello paisaje y riqueza arqueológica, el islote de Sancti Petri. Según Geografía de Estrabón (siglo I a.C.), la expedición fenicia de Tiro que fundó Gadir en el año 1100 a.C. (tiempos de la Guerra de Troya) construyó en la isla de Kotinoussa, hoy Sancti Petri, Herakleion o HerculesGaditanvs, el templo más importante de Occidente del mundo antiguo.
Este templo estaba dedicado a Melkart, una deidad fenicia asociada a las fundaciones de ciudades, la navegación y el comercio. Dicen que hasta su interior acudió, con tan sólo nueve años, Aníbal junto su padre Amílcar Barca y juró odio eterno a Roma. Años después, el valiente general cartaginés regresó para ofrecer sus votos a los dioses antes de emprender su conquista de Italia.
Este santuario fue visitado también por César Augusto, quien se convirtió en un fiel devoto de la deidad fenicia. Según cuenta Estrabón, en el interior de este cetro religioso el gran estratega romano soñó que le predecía el dominio del mundo después de haber llorado ante el busto de Alejandro Magno por haber cumplido su edad sin haber alcanzado un éxito importante.
Bajo la dominación romana se construyó la vía Heráclea, una calzada que unía Gades con Roma y que, a su vez, conectaba el santuario con la isla de Gades. Sus restos aún son visibles bajo las aguas.
Además del famoso Santuario a Melkart y su oráculo, Sancti Petri destacó por la influencia de Hércules. Según la leyenda, en esta tierra transcurrieron dos de sus 12 trabajos: el robo de los bueyes de Gerión y las manzanas de oro del jardín de las Hespérides.
Arquitectónicamente, las fuentes clásicas relatan que el templo estaba formado por un conjunto de construcciones donde sobresalía un edificio principal y un patio, al que se accedía por una puerta flanqueada por dos grandes columnas de metal. Además, en la portalada principal aparecía un relieve que escenificaba los 12 trabajos de Hércules en bronce.
En este lugar sagrado también destacaron dos pozos de agua dulce cuyo ritmo de crecida se producía en sentido inverso al de las mareas. Y, según el historiador latino Pomponio Mela, bajo el templo estaban sepultadas las cenizas Hércules y otras reliquias mitológicas, como el cinturón de Teucro (héroe griego hijo de Telamón) o el árbol de Pigmalión (un olivo de oro con frutos de esmeraldas).
Las últimas fuentes clásicas sobre el templo de Melqart pertenecen a la época tardo romana, posiblemente al siglo IV, cuando el cristianismo ya había desplazado a los cultos paganos en casi todo el Mediterráneo. Es posible que este enclave conservase su funcionalidad y existen referencias durante la época islámica que sugieren una perduración del cristianismo en la zona hasta los siglos X y XI, momento en que almorávides y almohades pusieron fin a la tolerancia religiosa que hasta entonces imperaba. Sin embargo, los ataques, la erosión del mar y la explotación de la zona como cantera de piedra acabaron destruyendo el Templo a Melkart.
La documentación de la época islámica hace referencia a una primitiva atalaya atunera o almenara, restos de templos antiguos y dos castillos, uno llamado Sancti Petri y el otro al-Mal’ab (el teatro). Después de reconquista de Cádiz, en tiempos de Alfonso X el Sabio (segundo tercio del siglo XIII) se estableció en el Puerto de Santa María el almirante genovés Benedetto Zacaría, quien se encargó de la flota de galeras que protegían esta parte de la costa andaluza. Para lograr una mayor defensa, el militar construyó en el islote de Sancti Petri un pequeño castillo o torre atalaya.
Con los Austrias, la torre vigía fue empleada en defensa contra berberiscos e ingleses. Posteriormente, los Borbones lograron convertirla en una fortaleza bien artillada que sirvió de baluarte contra los ataques piratas. Sin embargo, durante la Guerra de la Independencia los franceses bombardearon la edificación, ya que formaba parte de la línea de fortificaciones liberales que protegían la entrada del Caño de Sancti Petri junto a las baterías defensivas de la Punta del Boquerón.
En tiempos más recientes, este bello islote sirvió de fuente de inspiración al gran compositor gaditano Manuel de Falla, quien logró en el castillo dar vida a una de sus grandes obras, La Atlántida.
Su riqueza arqueológica. Los alrededores del Sancti Petri han sido desde siempre un lugar de destacados descubrimientos arqueológicos. Durante el siglo XVIII se produjo el hallazgo de una estatuilla que representaba la envidia y, a causa del terremoto de Lisboa del 1 de noviembre de 1755, aparecieron otras estatuillas de bronce de las que desconoce su paradero.
En 1905 fue descubierta una estatua de mármol y una pequeña figura de bronce que representa a Attis, estos hallazgos se pueden visitar en el Museo Arqueológico Nacional y el Museo de Cádiz. En este último museo se encuentra también una escultura de bronce descubierta en 1925 que representa a un emperador acorazado.
En 1984 aparecieron tres estatuillas de bronce de diversas divinidades egipcias y, con motivo de las prospecciones submarinas que se realizaron en 1973, fueron localizados restos de construcción, cerámica romana y un muro de 45 metros de longitud y 2,5 de altura.
Actualmente, el islote conserva la magnífica estampa del castillo, declarado Bien de Interés Cultural, y el brillante haz de luz del faro en la torre medieval ilumina el camino de los navegantes que surcan estas misteriosas aguas gaditanas con grandes tesoros por descubrir.